Con su programa de desarrollo de satélites de observación terrena y de comunicaciones, sus radares y su lanzador en ciernes, no cabe duda de que la Argentina es el país que lidera la actividad espacial en Sudamérica en las últimas décadas. Así lo reconocen otros países de la región y lo atestiguan sus colaboraciones con la NASA, la Agencia Espacial Europea y la Agencia Espacial Italiana, entre otras. Cada uno de sus logros se alcanzaron gracias a políticas de Estado sostenidas en el tiempo, que atravesaron distintas administraciones y permitieron formar recursos humanos altamente especializados sobre la base de un Plan Espacial Nacional diseñado y coordinado por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae), creada en 1991. Pero a pesar de la probada excelencia de su trabajo, ni esta entidad ni Veng, su subsidiaria encargada del desarrollo del Tronador II y de otras aplicaciones de tecnología aeroespacial, están a salvo de la miríada de ataques al sistema científico que se renuevan a diario y configuran un proceso de destrucción sin precedente.
El directorio de la Conae se renueva cada cuatro años. Pero aunque los mandatos se fueron venciendo, desde que asumió la nueva gestión no se nombró ningún reemplazo. Es más, el organismo no se reúne desde el año pasado. “La situación presupuestaria es terrible –comenta confidencialmente uno de sus integrantes–. Conae sobrevivió a muchos gobiernos, pero lo que más me preocupa es que quieren nombrar a los responsables a espaldas de las propias instituciones, sin que importe el prestigio que tiene, ni que esté en riesgo la colaboración con agencias internacionales e incluso el manejo de los satélites que están en órbita”.
Según fuentes de la institución que prefieren no dar su nombre, a pesar de que los cargos en el directorio de la Conae y de Veng son ad honorem, estaría la intención de incorporar personas que carecen de las capacidades técnicas indispensables. Si no se pueden pagar los sueldos en la Conae y en Veng, que es la que opera los satélites que están en órbita, peligra su sostenimiento en el espacio. Con una planta de 460 personas, en agosto los fondos para la compañía tecnológica llegaron el último día del mes.
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Los miembros del directorio de la Conae se nombran por decreto del Poder Ejecutivo. Varios mandatos se fueron venciendo y no se nombró al presidente ni al vicepresidente. Lo que marca el estatuto es que la persona a cargo de la presidencia es el ministro o secretario del área de ciencia y tecnología, y como eso no se cumplió, en lo que va del año no hubo ninguna reunión de directorio.
Mientras tanto, el director ejecutivo y técnico, Raúl Kulichevsky, debe hacerse cargo de tomar decisiones sobre las colaboraciones internacionales para darles continuidad a las que ya están en marcha, sin posibilidad de firmar acuerdos para otras iniciativas.
Por otra parte, ya ejecutaron todo el presupuesto que había sido prorrogado del año pasado, y el refuerzo que les fue adjudicado es solo para gastos corrientes y sueldos.
Sin recursos y con una gestión lo más austera posible, también se redujeron al máximo las tareas en los tres satélites que Invap tiene en desarrollo (el SABIA-Mar y el Saocom2, para Conae, y SG-1 para ArSat). La Conae tiene deudas con muchas empresas y no pudieron renovar contratos. Y aunque las actuales autoridades del área estuvieron de acuerdo con un pedido de refuerzo para gastos de capital, el Ministerio de Economía todavía no lo autoriza. Fuentes de Invap comentan que parece haber una disociación entre los funcionarios del área de ciencia y las "altas jerarquías".
“El presupuesto nunca dejó de ser un problema –explica Conrado Varotto, cofundador de Invap en 1976, y alma mater de la Conae entre 1994 y 2018–. Pero el tema pasa por cuál es el umbral. En el área espacial, espero que no peligre el manejo de los satélites. Por lo que tengo entendido, de alguna forma le están buscando la vuelta. La tienen difícil”.
Para Varotto lo más preocupante es que no se contemple la gravedad de interrumpir estos programas sin dar al mismo tiempo un mensaje esperanzador. “La sensación que tengo es que el déficit fiscal está por encima de todo, no importa qué. Y si para evitar el déficit fiscal hay que hacer lo que sea, se hace –comenta–. Cuando usted traza una política general de ese tipo (como si fuera un país en guerra que tiene que dedicar el 50 o 60% del presupuesto al esfuerzo bélico), es difícil atender cuestiones más profundas. Para mí, mucho más serio que el problema de presupuesto es el de la perspectiva. ¿Qué quiero decir con esto? En toda mi vida pasé por tantas situaciones de crisis... Sea porque me tocaban como responsable de un organismo o porque como empresa no me pagaban. Uno las pasó de todos los colores. Pero la Argentina tiene gente de mi edad, mucho más joven, nenes que nacen y que van a nacer. Y el mundo está en un momento de transformación acelerada. Entonces, desde mi punto de vista, si aunque uno no tenga plata, da el mensaje desde el máximo nivel de la conducción del país de que la ciencia y tecnología son fundamentales, que son las que nos van a permitir el avance del país, que esto es un sacrificio momentáneo, pero que entendemos que, por ejemplo, el espacio es ultra importante, que no podemos quedarnos atrás, que tenemos un nivel muy alto, y que en dos o tres años vamos a tratar de que todo se recomponga, se le está dando una esperanza a los pibes. Y digo desde la máxima conducción porque considero que no es suficiente que ese mensaje sea dado por los responsables del área de ciencia y tecnología. Pero la máxima conducción está con la cabeza en la parte económica. No se puede negar que los argentinos eligieron eso, pero lo hicieron para que les saquen el problema urgente. Sin embargo, también es urgente dar ese mensaje de esperanza. Lo contrario llevaría a la conclusión de que nadie pensó en cuáles son las consecuencias. Porque los pibes que se están yendo, después ¿cómo los recupero? Previendo que el país crezca, después dejará de hacerlo justamente porque no va a tener la gente. Los que se fueron, se instalaron en el exterior y difícilmente vuelvan, y encima no se formaron los que vendrían atrás. Hay que dar un mensaje de esperanza y es que la ciencia y la tecnología van a hacer que se levante el país, por algo son consideradas el 'cuarto factor'. En lugar de decir ‘No hay plata y vamos a dejar de hacer todo’, habría que decir 'Aguanten, en poco tiempo nos ordenamos y ustedes son los que nos van a hacer volar'”.
Y advierte: “Si realmente se resolvieran los problemas actuales y el país empezara a crecer, dejaría de hacerlo justamente por eso. Es como si usted tuviera que cultivar un terreno y para eso tuviera que remover e incendiar todo. En el camino tiene que cuidar las semillas, sino después no va a poder sembrar”.