Un estudio internacional liderado por investigadores de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), el Conicet, el NIH y el Imperial College London logró redefinir la enfermedad pulmonar crónica en bebes prematuros. El padecimiento se manifiesta entre los 1000 y 2000 recién nacidos cada año. Con esta novedad será posible cambiar el paradigma de tratamiento de lo que técnicamente se conoce como displasia broncopulmonar (DBP).
Durante más de una década, investigadores del Centro INFANT de Medicina Traslacional (CIMeT), dependiente de la UNSAM, participaron del trabajo titulado “Análisis basado en datos para comprender los fenotipos de enfermedad pulmonar prematura". Allí abordaron esa "imprecisión" por la que cientos de bebés han sido diagnosticados históricamente con displasia broncopulmonar.
El estudio, publicado en The Lancet Child & Adolescent Health, propone una forma más temprana y precisa de anticipar complicaciones graves —incluida la mortalidad— y podría redefinir los criterios actuales de diagnóstico DBP.
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Qué es la displasia broncopulmonar
La displasia es una enfermedad pulmonar crónica que puede dejar secuelas respiratorias graves y persistentes hasta la adultez. Por esta afección, las células de un tejido equis tienen células que crecen o funcionan de manera despareja o anormal. En este caso, sucede por la propia inmadurez de los pulmones, producto del nacimiento antes de término. Mauricio Caballero, autor del estudio y director del Centro Infant de Medicina Traslacional (CIMET) de la Escuela de Bio y Nanotecnologías (EByN) de la UNSAM, considera “tardío y poco preciso” al diagnóstico actual de la enfermedad.
“El diagnóstico médico que se utiliza desde hace décadas está basado en la asistencia respiratoria mecánica que se aplica durante el período neonatal para mantener la adecuada oxigenación de los órganos de los recién nacidos. Esto no refleja adecuadamente la complejidad ni la dinámica real de la enfermedad y deja sin clasificación a los bebés que fallecen antes de alcanzar la edad diagnóstica, generando un vacío clínico y dificultades para tratamientos efectivos y/o personalizados”, explicó.
Para superar estas limitaciones, los investigadores aplicaron herramientas avanzadas de análisis de datos y aprendizaje automatizado (machine learning), similares a las utilizadas en biomedicina y ciencias ambientales. En lugar de evaluar un único punto en el tiempo para diagnosticar enfermedades pulmonares, se analizó la evolución diaria del requerimiento de oxígeno durante los primeros 30 días de vida, utilizando un enfoque conocido como “latent class trajectory modelling”, que permite identificar patrones ocultos en grandes volúmenes de datos.
El gran hallazgo es que la displasia broncopulmonar se trataría por lo menos de cuatro enfermedades. Pudieron entenderlo después de enrolar a casi 400 bebés de Argentina entre 2013 y 2020, cotejar los resultados con un segundo grupo de 800 prematuros de una base de datos estadounidense y analizar todo con una serie de modelados estadísticos.
A partir de estos datos, los investigadores identificaron que estos bebés prematuros no siguen un único camino en su evolución respiratoria, sino cuatro trayectorias distintas, cada una asociada a riesgos muy diferentes de complicaciones y muerte. Además, la identificación de estas trayectorias respiratorias diferenciadas permite anticipar complicaciones hasta tres semanas antes que los criterios diagnósticos tradicionales.
Las cuatro trayectorias que redefinen la enfermedad
- Requerimiento persistentemente bajo, asociado a una evolución estable y favorable.
- Requerimiento alto inicial con mejora, con dificultades respiratorias tempranas que se resuelven progresivamente.
- Inicio leve con deterioro respiratorio tardío, un grupo que aparenta buena evolución inicial pero presenta un empeoramiento marcado hacia el final del primer mes, con alta tasa de mortalidad y de secuelas pulmonares en el tiempo.
- Requerimiento persistentemente alto, correspondiente a los bebés más lábiles desde el nacimiento, con mayor incidencia de complicaciones graves y riesgo de muerte precoz (antes de los 15 días de vida).
