De cuando los cementerios no tenían vallados y era común usarlos como lugar de encuentro, de juego y de esparcimiento: tiempos de contigüidad entre la vida y la muerte. Los sucesores de Disney -muy al gusto del siglo XX, a su imperativo de quitar la muerte de los ojos de los niños- se ocuparon de extirpar y cambiar los finales de los textos originales: la Sirenita no desaparece, la Bestia no muere. Pero algo de este imaginario aparece en los filmes de Pixar, los herederos del universo del viejo Walt. Toy Story 2 expone un dilema: dejarse desgastar por el tiempo o entregarse a la cirugía estética. El final (conmovedor) de Toy Story 3 nos propone morir, pero acompañados.
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Los primeros cinco minutos de Up son algo nunca visto en un film de animación: la historia de cómo un hombre conoce, ama y pierde al amor de su vida.
En Intensamente (título tan ingenioso como pavote para "Inside out", algo así como "de adentro hacia afuera") la preadolescente Riley no sabe qué hacer con su vida de chica llevada a la ciudad contra su voluntad. Hay cinco sentimientos que comparten el control de la vida de la niña: Alegría, Tristeza, Miedo, Ira y Desagrado. El camino interior de este tránsito se resuelve con el descubrimiento de la nostalgia, esa mezcla de alegría de haber sido con la tristeza de ya no ser.
Hay una bella valoración de la tristeza y una propuesta de aceptar todos los sentimientos y no dejar que ninguno prevalezca. Pero ya no hay lucha entre el Bien y el Mal. Y el mensaje es psicologista, no sagrado ni épico. Borges llamaba a la psicología "la superstición del siglo XX".
En estos mismos días Cartoon Network presenta la primer miniserie de su historia: "Over the garden wall" ("Más allá del jardín"). Es una historia que se extiende a lo largo de diez pequeños capítulos realizados por Patrick Mc Hale, uno de los realzadores de "Hora de Aventura", la serie de dibujos animados más influyente de esta década. En Over the Garden Wall hay dos niños, Wirt y Greg, perdidos en un bosque llamado Lo Desconocido. El espíritu es extremadamente decimonónico, con homenajes a Pinocho, a Hansel y Gretel, a los animales parlantes de The Wind in the Willows, a Huckleberry Finn, a las entidades informes de Lovecraft, y siguen las referencias. La música está compuesta de marchas finiseculares, blues, dixieland y canciones de varieté.
Wirt y Greg tratan de encontrar una salida a Lo Desconocido. A lo largo del relato nos encontramos con vidas truncadas: un padre sin su hija, un hombre solo, una novia abandonada, una hija peleada con su familia, una sobrina dominada por su tía. El tono es oscuro pero feliz; un negro sepia que remite a las ilustraciones de antiguos folletines. La trayectoria transcurre en un espíritu de alegre dadaísmo. Spoiler: Wirt y Greg están en un lugar fronterizo entre la vida y la muerte.
Como en esos cuentos tradicionales en los que los niños transitan entre lo siniestro a lo maravilloso. Es la noción (adulta) de la infancia como un lugar de desamparo y tristeza. Que todos hemos atravesado; por suerte, sin conciencia de ello.