La libertad para no liquidar dólares del RIGI de Javier Milei ya genera una crisis en Brasil

Los exportadores brasileños dejaron sin liquidar 9% de las divisas y presionan al real. Sturzenegger ya fracasó cuando lo intentó. Ahora insisten con el RIGI.

28 de junio, 2024 | 16.52

Los exportadores brasileños dejaron sin liquidar el año pasado un monto equivalente a 9% de los dólares obtenidos por las ventas externas, lo que está generando una mayor presión sobre la divisa en los mercados financieros provocando una devaluación del real que lo llevó al rango de los R$5,50 por dólar.

En Brasil no rige desde 2008 la obligación de liquidar divisas, aunque la tradición económica de operar en reales favorece que las empresas se desprendan de los dólares para hacer frente a sus necesidades operativas, incluso para financiar inversiones. 

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La administración de Javier Milei obtuvo del Congreso argentino la aprobación de la ley RIGI (Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones) que entre otros beneficios que otorga a las empresas se destaca la libertad de no liquidar divisas ni de los aportes de capital para la inversión ni del producido de las exportaciones, a partir del segundo año. En Argentina, la disponibilidad de divisas fue determinante para definir los ciclos económicos, ya que la restricción externa fue el motivo central que frenó los procesos de expansión ya sea por la falta de dólares para importar bienes de capital o insumos como para financiar la importación de energía.

Esa restricción comenzaba a superarse con la realización del gasoducto Néstor Kirchner que permitirá (cuando finalicen las obras complementarias) alcanzar el autoabastecimiento e incluso exportar y maduren los proyectos de inversión en minería, hidrocarburos y energía limpia, entre otros. Sin embargo, si las divisas producidas por esas exportaciones no son obligadas a liquidar en el mercado de cambio (con o sin cepo) la restricción externa se mantendrá, ahogando a otros sectores industriales que necesitan de dólares para invertir y producir.

En Brasil, el informe trimestral del Banco Central mostró la diferencia entre el total de dólares exportados y los dólares internalizados en 2023. El año pasado, con exportaciones récord, por US$ 344.000 millones hubo un déficit de aproximadamente US$ 31.000 millones que no se ingresó a la economía brasileña. “Esta diferencia de US$ 31.000 millones ayuda a explicar la fuerte devaluación reciente del tipo de cambio. Si hubieran entrado a Brasil, el tipo de cambio podría haber estado más cerca de R$ 5,00 en lugar de R$ 5,50”, evaluó Paulo Gala, economista jefe del Banco Master.

La devaluación del real que se aceleró en las últimas semanas esconde también la disputa entre el presidente Luiz Inácio Lula da Silva y el titular del Banco Central de Brasil, Roberto Campos Neto, que mantiene una alta tasa de interés como política tradicional para controlar el proceso inflacionario.  Lula viene cuestionando las decisiones de Campos Neto y en un posteo en la red social “X” advirtió este jueves a “las personas que siguen apostando en derivados# contra el real que “terminarán perdiendo dinero y quebrando”. “No volví a ser presidente para fracasar. Regresé porque tengo conciencia y sé que este país funcionará”, afirmó el presidente de Brasil.

El informe trimestral de inflación del Banco Central (BC) de Brasil también aborda la brecha de producto, que mide la distancia entre el Producto Bruto Interno actual y el potencial, indicando el grado de inactividad de la economía brasileña. 

Durante la era Temer y Bolsonaro, Brasil operó muy por debajo de su capacidad productiva, mientras que durante la era Lula y el comienzo de la era Dilma, la economía operó por encima de su capacidad. Según señaló Gala, actualmente Brasil tiene una brecha neutral, lo que significa que la economía no está ni sobrecalentada ni excesivamente inactiva. Con ese diagnóstico, el BC podría avanzar en una reducción de la tasa de interés Selic para impulsar la inversión en lugar de mantenerla alta para frenar el consumo.

La previsión del BC para el crecimiento económico de Brasil es de al menos el 2% en 2024, 2025 y 2026, elevando la estimación previa que la ubicaba entre 1,7% y 1,9% y acercándose a la estimación del Ministerio de Hacienda, que espera entre 2,2% al 2,5% de expansión del PIB. “Si el crecimiento continúa a este ritmo, la brecha de producción podría comenzar a preocupar, llevando a la economía a una zona de calentamiento y, por tanto, inflacionaria”, evaluó Gala.

Argentina avanzó en la desregulación cambiaria eliminando la obligación de liquidar divisas en 2016, durante la presidencia del BCRA de Federico Sturzenegger como parte de la implementación de un esquema explícito de metas de inflación que prescribe, a nivel cambiario, la adopción de un régimen de flotación libre o de tipo de cambio flexible. Bajo el modelo ideal de Sturzenegger, el tipo de cambio actúa como mecanismo para absorber shocks externos y equilibrar el balance de pagos, pero en la práctica a la primera restricción de financiamiento externo derivó en un salto del tipo de cambio que se trasladó a los precios generando un proceso inflacionario y afectando la actividad económica.

Un trabajo del ex economista jefe del BCRA, Germán Feldman, explicó la crisis que generó la eliminación de la obligación de liquidar divisas en el país: “Las reformas estructurales instrumentadas desde finales del 2015 distan de conciliarse con el pretendido objetivo de eliminar los controles cambiarios, y adquieren una profundidad superlativa al poner en crisis el rol del mercado cambiario regulado y el papel de las intervenciones del BCRA. Dichos cambios, lejos de restablecer el equilibrio del balance de pagos, no han alterado las tendencias estructurales hacia el deterioro del sector externo registradas desde el 2011; por el contrario, han introducido nuevos factores de vulnerabilidad externa”.

Ahora, en la gestión de Milei, se vuelve sobre esa idea fracasada de Sturzenegger de eliminar la obligación de liquidar divisas.