(Por Mercedes Ezquiaga) Los múltiples estrenos en plataformas de series, películas y realities surcoreanos, además de festivales de cine, canciones de k-Pop y exposiciones de artistas dan cuenta de un fenómeno en auge asociado a la industria cultural de esa nación que tiene su espacio de difusión permanente en el Centro Cultural Coreano en Argentina, que desde el 2018 funciona en el Palacio Bencich e invita a sumergirse en las costumbres y tradiciones que atañen a esta pequeña república ubicada entre los gigantes China y Japón.
Tal vez nunca antes haya existido una oferta tan apabullante de contenido surcoreano en plataformas como la que se consigue hoy, resultado de una industria cultural que el gobierno de ese país viene promoviendo desde hace décadas y que en los años recientes ha tenido picos de popularidad con hitos como la serie "El juego del calamar" y sus diversas adaptaciones, el filme "Parasite" de Bong Joon-ho, la banda de K-Pop BTS, e incluso mirando un poco más atrás, cuando un desconocido llamado PSY puso al mundo a bailar al ritmo del "Gangnam Style", la canción más reproducida en la historia de YouTube.
El fenómeno de exportación global del entretenimiento y la cultura coreana se conoce como "Hallyu" (un término que significa literalmente ola coreana) y así, mientras la industria cultural de la parte sur del país mira hacia su auspicioso futuro, el pasado y costumbres de toda la nación son difundidas día a día en el Centro Cultural Coreano en Argentina que, además de estrechar lazos entre ambos países, propone un recorrido colorido y visual por sus tradiciones ancestrales.
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"Nunca antes la cultura coreana fue tan popular en Argentina", dice a Télam Bowha Han, la directora del Centro Cultural Coreano, institución encargada de "presentar la cultura coreana en Argentina y fomentar los lazos de amistad entre nuestros países".
En el Palacio Bencich, sobre la calle Maipú 972, una joya arquitectónica de 2.000 metros cuadrados, funciona desde hace un lustro el centro Cultural Coreano en Argentina: un espacio que ha sido acondicionada para albergar una colección permanente de cultura coreana, muestras temporarias, clases de idioma, danza tradicional, caligrafía, bailes de K-pop, festivales de cine y conferencias. En el jardín de esta histórica mansión han plantado y florecido ejemplares de mugunghwa, la flor nacional de Corea del Sur, que simboliza la eternidad o abundancia inagotable.
"Corea se destaca por ser un país donde armoniza lo tradicional y lo moderno. En el CCC tenemos una agenda cultural en ese sentido, con acciones vinculadas a la industria cultural y los contenidos pop, pero también con muchas de las expresiones tradicionales y folclóricas de nuestro pueblo. Tenemos llegada a un público heterogéneo. Jóvenes y adolescentes atraídos por el k-pop y las series, adultos interesados en disciplinas como el arte y la caligrafía", describe Han.
En la sala dedicada a exposiciones temporarias inauguró días atrás la muestra "Haenyeo y el mar", que rescata, a través de fotografías, utensilios, herramientas y trajes, la ancestral tradición de las 'haenyeo', las mujeres buceadoras, que han transmitido su oficio a lo largo de los siglos y aún hoy siguen practicando: una técnica milenaria y ecológica para pescar que solo practican las mujeres, en la isla de Jeju, ubicada al sur de la península coreana, una belleza natural única en el mundo inscrita entre las siete maravillas naturales.
En un paisaje rodeado de cascadas, volcanes extintos, senderos y cuevas de lava, estas mujeres han establecido un sistema de buceo y pesca ecológico: se sumergen en el océano sin máscaras de oxígeno y alcanzan hasta diez metros de profundidad para pescar mariscos gracias a una técnica que aprenden desde niñas y que siguen transmitiendo de generación en generación. Antes de zambullirse, ofrendan una plegaria a Jamsugut, la diosa del mar. Esta pesca submarina (Muljil), en armonía con la naturaleza, es considerada por la Unesco patrimonio cultural intangible de la humanidad.
Fotografías de los distintos momentos que componen este trabajo, los rostros de estas mujeres, el rito previo a la inmersión, el silbido (Sumbisori) tan peculiar que hacen cuando salen a la superficie, el momento del regreso a casa, los trajes de neoprene que usan y sus utensilios de pesca, como las canastas flotadoras, conforman el recorrido por "Haenyeo y el mar: mujeres buceadoras de la Isla de Jeju", título completo de la muestra que se podrá visitar hasta el 23 de febrero.
Pero además de las exposiciones temporarias, el Centro Cultural Coreano posee en esta histórica mansión una exposición permanente que, a lo largo de varias salas da cuenta de las costumbres más antiguas de toda Corea, como la vestimenta tradicional (Hanbok), las antiguas viviendas y su estética (Hanok), la gastronomía (Hansik) y el alfabeto (Hangul). Hay también en la planta alta una sala dedicada a Kim Yun Shin, artista nacida en Corea pero residente desde hace varias décadas en Buenos Aires, quien fundó en 2008 en el barrio porteño de Flores el museo que lleva su nombre. Sus pinturas y esculturas en armonía con la naturaleza ambientan el lugar.
"Si te fijas, los nombres de las salas son Hanbok, Hanok, Hansik, Hangul porque 'Han' hace alusión a Corea y la segunda parte de cada palabra, al objeto referido. De hecho, en coreano el nombre del país se dice Hanguk. El 'Han' es difícil de explicar pero hace alusión al espíritu coreano, a cierta nostalgia y tradición de pueblo milenario", explica a Télam Gabriel Pressello, gestor cultural del Centro Cultural de la Embajada de Corea en Argentina, durante una recorrida por el lugar.
El itinerario comienza en la sala dedicada al alfabeto coreano, Hangul, compuesto de 24 letras, inspiradas en los órganos vocales, que permiten combinar un número casi infinito de palabras. "El alfabeto tradicional coreano es importantísimo porque para los coreanos es parte de su identidad nacional. Lo creó el rey Sejong, uno de los máximos próceres de Corea. Antes de eso, se escribía y leía en función de los ideogramas chinos y eso estaba reservado solamente para la élite. Entonces el rey Sejong mandó en 1447 a diseñar un alfabeto particular y así comenzó la alfabetización de la península coreana, que identifica toda una identidad nacional", relata Pressello.
Esta sala también tiene un espacio dedicado al Hallyu, la ola coreana, aquellos productos culturales de exportación (en particular el K-pop) que conquistaron a millones de personas. "Al compartir sala, ambos elementos dan cuenta de distintas políticas culturales coreanas, las del inicio, y las que están actualmente en boga, en un arco temporal de casi 600 años", resume Pressello.
En el corazón de este edificio, frente a las imponentes escalinatas de mármol y debajo del vitral restaurado, se abren paso la sala Hanbok, dedicada al vestir tradicional de Corea, que se caracteriza por la diversidad de colores, tonos, distintas capas de tela y la cantidad de prendas utilizadas, cosidas a mano. Aún hoy se utilizan para festividades y eventos especiales, como por ejemplo el año nuevo lunar o la visita a algún lugar turístico. También hay un muestrario de sedas coreanas, con sus diversos colores, motivos y texturas y un juego interactivo que permite al visitante aparecer en una pantalla y "probarse" diferentes modelos de vestimentas tradicionales.
La sala Hanok recrea las viviendas tradicionales de la aristocracia, ambientadas con elementos de la naturaleza y un exclusivo sistema de calefacción llamado ondol. Se puede ver en el espacio la reconstrucción de una recámara típica de hombres (sarangbang) así como la habitación que utilizaban las mujeres (gyubang) en la Corea feudal.
Uno de los rasgos más identitarios del pueblo coreano es su comida, el Hansik: entre su gran diversidad de platos se destacan los alimentos fermentados como el Kimchi. La sala de Hansik propone un espacio para conocer el mundo culinario coreano, su historia y las diferencias regionales. Pero también los distintos rituales y elementos que hacen al momento de servir la mesa y compartir el alimento.
"La comida coreana tiene una gran composición de sabores, colores y texturas. Es una alimentación súper saludable porque se compone de muchos platitos con distintos nutrientes. El alimento principal es el kimchi, la comida más representativa del pueblo coreano, un proceso de fermentación que tradicionalmente se hace con la col asiática, se fermente en sal y luego se le agrega picante. Tradicionalmente se llevaba a cabo en vasijas y era una manera de preservar los alimentos y sobrevivir al invierno", narra Pressello. En las distintas provincias de la península Corea existen más de 200 tipos de Kimchi.
En la primera planta, el centro posee una biblioteca con joyas como Jorge Luis Borges traducido al coreano, ejemplares de "La vegetariana" -un suceso global de la escritora surcoreana Han Kang-, títulos del sello literario Hwarang -la única editorial argentina que se dedica exclusivamente a escritores de Corea del Sur- y varios libros del filósofo del momento, Byung Chul Han, además de poesía, historia, literatura infantil, cine coreano, música tradicional, arte floral, juegos olímpicos, hip hop, fútbol femenino o caligrafía.
El CCC es la principal usina de cultura coreana en América Latina, que depende del Ministerio de Cultura, Deportes y Turismo de la República de Corea, y abre sus puertas al público de lunes a viernes de 9 a 17 con entrada libre y gratuita en Maipú 972, Retiro.
Con información de Télam