Faltan apenas unas horas para que el enigmático cometa 3I/ATLAS alcance su punto más cercano a la Tierra y la expectativa crece tanto en los observatorios como en las redes sociales. Desde su detección en julio, el objeto no dejó de sorprender por su tamaño, velocidad y comportamiento inusual.
Como ocurrió en 2017 con ‘Oumuamua, el fenómeno volvió a disparar teorías extremas. ¿Se trata de un cometa interestelar fuera de lo común o de algo más? La pregunta no es nueva, pero esta vez llegó incluso a ámbitos académicos, con cruces públicos entre científicos de renombre.
El acercamiento del ATLAS y la última oportunidad para estudiarlo
Este viernes 19 de diciembre, mientras gran parte del mundo se prepara para la Navidad, el 3I/ATLAS tendrá su aproximación más cercana a la Tierra, según confirmó la Agencia Espacial Europea (ESA). Será un momento clave: después de esa fecha, el objeto comenzará un viaje irreversible fuera del sistema solar.
Su trayectoria es hiperbólica, lo que implica que no volverá a orbitar el Sol. A fines de marzo de 2026 cruzará la órbita de Júpiter y su brillo se irá apagando hasta desaparecer de los instrumentos de observación. Aun así, no podrá verse a simple vista ni con binoculares, ni siquiera en este punto máximo de cercanía.
La ESA y la NASA coinciden en que solo telescopios medianos y grandes, ubicados en zonas con muy baja contaminación lumínica, podrán captar al ATLAS. Para el público general, la observación quedó relegada a plataformas virtuales como Eyes on the Solar System, de la NASA, o el sitio especializado The Sky Live, que siguen su recorrido en tiempo real.
Un cometa interestelar con características fuera de lo común
El 3I/ATLAS fue descubierto el 1° de julio de 2025 por el sistema ATLAS y es apenas el tercer objeto interestelar identificado por la humanidad, después de 1I/‘Oumuamua y 2I/Borisov. Pero a diferencia de sus antecesores, este visitante rompe varios récords.
Viaja a más de 200.000 kilómetros por hora, tiene una trayectoria retrógrada alineada casi por completo con el plano eclíptico y podría medir hasta 11 kilómetros de diámetro, un tamaño inusualmente grande para este tipo de objetos. Además, su composición química presenta más níquel que hierro y una relación níquel-cianuro inédita.
A eso se suman fenómenos poco frecuentes: una “anticola” orientada hacia el Sol, cambios de color del rojo al verde detectados por NOIRLab, una polarización negativa extrema y la posibilidad de que tenga dos colas, según imágenes recientes de la ESA. Para la mayoría de los astrónomos, es un cometa interestelar extraordinario, pero natural.
La hipótesis alienígena y la respuesta de la comunidad científica
El principal impulsor de la teoría extraterrestre es Abraham “Avi” Loeb, prestigioso astrofísico de Harvard y una figura habitual en el debate público sobre vida inteligente fuera de la Tierra. Loeb sostiene que la combinación de tamaño, brillo, velocidad y composición química del ATLAS tiene menos de un 1% de probabilidad de ocurrir de forma natural.
Incluso sugirió una posible relación entre señales de radio del cometa y la famosa “Wow! Signal”, una referencia inevitable en la cultura UFO. Sin embargo, estas afirmaciones fueron duramente cuestionadas por la comunidad científica.
Uno de los críticos más contundentes fue Jason Wright, investigador dedicado a la búsqueda de vida extraterrestre, quien acusó a Loeb de caer en una falacia estadística clásica: el razonamiento retrospectivo. “Eligió propiedades específicas del cometa después de conocerlas y recién entonces calculó probabilidades. Eso es un mal uso de la teoría de la probabilidad”, explicó en su blog.
La posición de la NASA y de la mayoría de los expertos es clara: no hay evidencia que indique un origen artificial del 3I/ATLAS. Lo que sí hay es un objeto excepcional que amplía el conocimiento sobre los materiales y procesos que existen fuera del sistema solar.
