Qué es el arugamama, la práctica oriental que se está volviendo tendencia en el mundo

El arugamama es una práctica cada vez más conocida en el mundo, pese a que sus orígenes están en el oriente del hemisferio. 

12 de marzo, 2025 | 17.56

En muchas ocasiones, nos enfrentamos a desafíos constantes que nos empujan a luchar por superarnos, cambiar y adaptarnos para alcanzar el éxito y la resiliencia. Es parte de la naturaleza humana el querer ser más fuerte y capaz de sortear obstáculos. Sin embargo, en la filosofía japonesa existe un concepto que nos invita a mirar la vida desde una perspectiva distinta: el arugamama, que promueve la aceptación plena de la realidad tal como es, sin luchar contra lo que no podemos controlar para encontrar la paz y la felicidad.

El arugamama es la idea de aceptar las circunstancias tal y como se presentan, entendiendo que el sufrimiento no proviene de lo que nos ocurre, sino de nuestra lucha interna contra esas realidades. No obstante, este concepto no debe confundirse con resignación o pasividad, explica la psicóloga española Esther Cantos. Según la especialista, arugamama no significa aceptar el dolor sin buscar una solución ni ignorar los problemas, sino reconocer la situación con calma, entender las emociones que surgen sin reprimirlas y actuar desde un lugar de claridad, en lugar de hacerlo desde la frustración o el miedo.

Cuál es la principal diferencia entre arugamama y la resignación

La resignación es una sensación de impotencia, un "no puedo hacer nada" que nos lleva a la pasividad. El arugamama, en cambio, es una aceptación activa. Aceptar lo que está pasando y preguntar: ¿qué puedo hacer con esto? Implica comprender la realidad tal como es y actuar con conciencia.

Esto se puede ejemplificar fácilmente con el sufrimiento físico o la enfermedad. Mientras que la resignación diría: "Estoy enfermo, no hay nada que hacer, todo está perdido", el arugamama responde: "Estoy enfermo, esto es lo que hay, pero ¿cómo puedo cuidar de mí mismo dentro de esta situación?".

Este concepto tiene sus raíces en el budismo zen y el sintoísmo, donde la armonía con la naturaleza y la aceptación de la impermanencia son pilares fundamentales. En Japón, el arugamama fue parte integral de diversas tradiciones:

  • En el arte, como el wabi-sabi, que celebra la belleza de lo imperfecto y lo transitorio.
  • En la terapia morita, que ayuda a aceptar las emociones sin luchar contra ellas ni dejarse dominar por ellas.
  • En las artes marciales, donde se aprende a adaptarse con flexibilidad ante un ataque, en lugar de resistirlo.

El arugamama es la idea de aceptar las circunstancias tal y como se presentan.

Por otro lado, recientemente, este concepto fue integrado en la psicología occidental a través de terapias como:

  • Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT): Este enfoque terapéutico nos enseña a aceptar nuestros pensamientos y emociones sin juzgarlos ni intentar eliminarlos, mientras tomamos decisiones alineadas con nuestros valores. Es muy similar al arugamama, que nos invita a reconocer nuestras emociones sin pelear con ellas, pero sin dejar que nos paralicen.
  • Mindfulness: El arugamama comparte muchos principios con el mindfulness, que se basa en estar presente sin juicios y aceptar cada momento tal y como es.
  • Psicología positiva y resiliencia: Se trata de aceptar lo que no podemos cambiar y seguir adelante con flexibilidad mental.

Cómo aplicar el arugamama en la vida diaria

  • Aceptar nuestras emociones sin juzgarlas: Cuando sintamos miedo, tristeza o ansiedad, en lugar de reprimirlas, debemos permitirnos sentirlas y observarlas con curiosidad. Pregúntate: ¿cómo puedo responder a esto de manera serena?
  • Dejar de aferrarnos al control: La vida es incierta, y muchas cosas están fuera de nuestro alcance. En lugar de resistirnos, intentemos fluir con lo que no podemos cambiar y centrarnos en lo que sí podemos hacer.
  • Practicar la aceptación activa: Ante un problema, primero debemos aceptarlo sin resistencia. Después, reflexionar sobre cómo podemos responder de manera efectiva dentro de esa realidad.
  • Vivir en el presente: En lugar de preocuparnos por el futuro o quedarnos atrapados en el pasado, enfoquémonos en el momento presente y disfrutemos de lo que está sucediendo aquí y ahora, sin presiones externas.