Antes del Covid-19 millones de personas veían al teletrabajo como la mejor forma de ganarse el sustento. En ese mundo idílico no hay necesidad de subirse a un transporte público atestado, ni estar a las corridas con la angustia en la garganta por llegar tarde, ni de lidiar con un jefe molesto y vigilante. Es cierto, todo eso es una gran ventaja, pero bastaron varios meses de confinamiento obligatorio para que muchos se convencieran de que tener separado el hogar del trabajo no está tan mal.
Hacer un balance en pijama y pantuflas, postergar un escrito para husmear la heladera o sacar a pasear al perro suena maravilloso, lástima que estas interrupciones suelen suceder más seguido de lo que se quisiera y el tiempo de hogar y de trabajo terminan fundiéndose en una argamasa en la que el cerebro ya no distingue cuál es el momento del relax. Se necesita mucha disciplina para obligarse a tener un horario laboral determinado y hacérselo entender al resto de las personas que trabajan con uno porque, vamos, ¿qué mal puede hacer un whatsapp, una llamada por una consulta a esta hora si total está en casa? A esto se le suma que son muy pocos los hogares con muebles y espacios que inviten a la concentración y al despliegue de papeles y utensilios varios. Lamentablemente la mesa del living es requerida por gran parte de la familia, acomodarse con la laptop a los pies de la cama resulta deprimente y ¡cómo extrañan las lumbares una buena silla ergonométrica!
Mientras el mundo se plantea que las oficinas tal como las conocemos están en vías de extinción, la nostalgia por ese espacio suspendido es más común de lo que parece. Facebook anunció que en 2030 la mitad de sus empleados trabajarán desde sus casas, un dato que apenas entusiasmó a uno de cada cinco de sus trabajadores; más de la mitad “realmente quiere volver a la oficina lo más pronto posible”, contó con asombro Mark Zuckerberg al Wall Street Journal. Un estudio de la compañía de servicios financieros Jefferies dio como resultado que el 61% de más de los 1500 británicos entrevistados respondieron que si pudieran volverían de inmediato al trabajo. Y hay más: una encuesta realizada en 16 países por la consultora española Ipsos entre el 7 y 10 de mayo, arrojó que cada vez más gente está dispuesta a volver a su lugar de trabajo. Por caso, en Australia el 71% dijo sentirse cómodo con la idea, en Corea del Sur respondieron así el 82% de los encuestados, en Alemania el 58 % mientras que en Brasil, donde el coronavirus sigue haciendo estragos, solo al 32 por ciento le pareció una buena idea.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
Antes de que apareciera la pandemia eran muy pocas las personas que hacían teletrabajo, por lo tanto prácticamente no hay estudios sobre los efectos de trabajar desde casa. El primero del que se tiene conocimiento lo realizó Nick Bloom, economista y profesor de la Universidad de Stanford. El experimento se realizó en un call center de Shangai en 2010 y consistió en que 125 empleados trabajen desde sus casas durante nueve meses, mientras que otros tantos continuarían su labor desde la oficina. Para sorpresa de sus jefes, quienes se quedaron en sus respectivos hogares fueron mucho más productivos y rentables para la empresa, el problema fue que la mitad de ellos quiso volver a la oficina. ¿La razón? Extrañaban sociabilizar con otras personas.
Lo mismo le pasó a Alejandra Gutiérrez, diseñadora gráfica que dejó su puesto en una agencia de publicidad para trabajar desde su casa en 2009. “Mi hijo era un bebé y la idea de estar fuera de casa unas diez horas por día entre la jornada laboral y el viaje al centro me parecía una locura. En ese momento fue una gran solución, pero cuando él se escolarizó yo ya estaba cansada de ver prácticamente nada más que a mi familia y me inhibí mucho en el trato social. No llegué a estar diagnosticada con depresión pero sí puedo decir que estuve muy abúlica, triste, cada vez más irritada y con menos ocurrencias”, recuerda. Volvió a reinsertarse en un espacio laboral en 2015. “Ahora con la pandemia estoy como en un dejá vu, aunque esta vez me siento más acompañada en el sentimiento”.
Cómo será el ambiente laboral en un futuro próximo es el gran debate de estos tiempos. Cuáles deberán ser las distancias entre un escritorio y otro, cuántas personas pueden entrar en un ascensor, cómo delimitar los horarios de teletrabajo y cuántas y qué tipo de herramientas debe proveer el empleador a las personas que trabajan en esa modalidad son las grandes cuestiones que se debaten en estos momentos entre sindicalistas, empresarios y legisladores del mundo. Por lo pronto la opción que más adeptos tiene es la de dividir la semana entre la casa y la oficina.
Mientras tanto, los nostálgicos de las charlas tomando un café de parados, los que añoran el sonido de la impresora o las voces de fondo sus compañeros pueden entrar al sitio https://soundofcolleagues.com/# , que ofrece ambiente de oficina. Teclados, impresoras y teléfonos se pueden escuchar y regular su volumen de acuerdo a las necesidades de cada uno. Esta página, que también está en Spotify, fue creada en abril por el estudio sueco de música y sonido Red Pipe. Aunque nació como un chiste ya tiene más de medio millón de oyentes y según su data muchos de ellos se lo ponen de fondo.