Las personas que lograron superar el COVID-19 deben enfrentar las posibles secuelas a largo plazo que deja la enfermedad. Tras recuperarse de la etapa aguda de la infección o transitarla asintomática y leve, el virus puede persistir en el organismo con síntomas que llegan a extenderse semanas o meses después del inicio del cuadro.
Según investigaciones realizadas por universidades de Estados Unidos, México y Suecia sobre 48.000 pacientes en total, los cinco síntomas más comunes del COVID-19 persistente o prologado son: la fatiga (58%), el dolor de cabeza (44%), la dificultad para la atención (27%), la caída del cabello (25%) y la dificultad para respirar (24%).
Caída del cabello: secuela del COVID-19
En este marco, se estima que el COVID-19 está asociada con dos formas de pérdida de cabello severa: efluvio telógeno y alopecia areata.
El efluvio telógeno es una caída difusa en todo el cuero cabelludo. Una proporción mucho mayor de cabello cambia de la fase de crecimiento a la fase de caída. En estas condiciones una persona puede perder hasta 300 cabellos por día cuando el común es entre 30 y 15 cabellos.
Un informe realizado por investigadores de la Wayne State University y el Henry Ford Hospital, ambos en Detroit (EE.UU.), con 552 pacientes infectados entre febrero y septiembre de 2020, planteó las posibles causas de la pérdida grave de cabello, como factores psicosociales y estrés psicológico. También sugirieron otros mecanismos detrás del problema, como la infección multisistémica.
Mientras que la alopecia areata, es una enfermedad multifactorial que provoca la caída del cabello de la cabeza u otras partes del cuerpo como la barba y las cejas. Una de sus principales características es la caída en áreas redondas u ovaladas dejando a la vista el cuero cabelludo.
"La alopecia areata es una agresión de los linfocitos que salen de la sangre, van a la piel y atacan a las células de los folículos pilosos. El cabello se va adelgazando, hasta que este deja de ser producido. Y suele dejar un espacio vacío redondo, o varios espacios redondos que pueden juntarse, pero esta forma es la menos común. La más común es la caída difusa, que disminuye el volumen general del cabello", explicaron desde la Sociedad Brasileña de Dermatología.
En este marco, investigadores italianos de la Universidad Sapienza de Roma (Italia) plantearon posibles hipótesis del vínculo de la caída del cabello y el COVID-19:
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El COVID-19 puede desencadenar una reacción autoinmune creando un entorno inflamatorio que debilita el sistema inmunológico.
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El virus genera una reacción cruzada que involucra antígenos del virus y del cuerpo humano.
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La enfermedad genera estrés psicológico y el deterioro de la salud mental.
Posibles tratamientos para la recuperación del cabello
Si bien no existe un tratamiento para detener la caída del cabello asociada al COVID-19, especialistas recomiendan ser asesorados con dermatólogos y evitar la automedicación. Estos podrán solicitar estudios para verificar si existe la presencia de enfermedades como la anemia u otros trastornos. Según la Sociedad Brasileña de Dermatología, no existe ninguna medicación o intervención que pueda acelerar este proceso de recuperación.