La guerra comercial entre China y las potencias occidentales no para de abrir un capítulo tras otro. Las automotrices occidentales ceden terreno en América Latina y algunas marcas ya se fueron de Ecuador y Colombia por la competencia con la producción de vehículos eléctricos chinos. Mientras las naciones del norte global se cierran con más políticas arancelarias, la potencia asiática responde con restricciones de comercialización hacia el oeste, en una guerra sin explosivos y en la que la tecnología, los minerales y alimentos son las nuevas armas. Argentina insiste en un alineamiento sin fisuras con Estados Unidos, mientras que China se posiciona como líder en mercados que son esenciales de la producción del país sudamericano.
Mientras Argentina pierde cuotas de mercado frente a la competencia con los vehículos chinos, principalmente por la decisión de Brasil de aumentar estas importaciones y producción en coordinación con compañías de China, otros países de la región también sufren los mismos efectos. En las últimas horas, la planta de General Motors (GM) en Quito, Ecuador, que representa el 51% de la producción de automóviles de esa nación, cerró sus puertas de forma definitiva. Este es el segundo país de América Latina en el que la automotriz estadounidense deja de producir, luego de que en abril pasado, hiciera lo mismo en Colombia. La firma se vio obligada a reconfigurar su estrategia en la región frente al avance de la presencia vehículos eléctricos chinos y promete que pasar "a un modelo nacional de comercialización para apoyar el lanzamiento de vehículos de próxima generación", esto es, una oficina comercial de vehículos fabricados afuera de esos territorios, y esto implicará más de 300 trabajadores despedidos. Las autoridades de GM dijeron que la presencia de “competidores” reconfiguró la producción y que “este cambio llevó a la industria local a operar al 15% de su capacidad total".
En tanto, en Argentina, la firma alemana Volkswagen informó que hasta el mes pasado ya había recortado 300 puestos de trabajo en lo que va del año a partir de retiros voluntarios, los cuales fueron denunciados como despidos encubiertos por los trabajadores. La firma estadounidense se sumó así al largo lastre de empresas como Renault-Nissan, Toyota, Iveco y Scania que ya apelaron este año a las suspensiones, retiros voluntarios, despidos y jubilaciones anticipadas. La justificación que ofrecen es la crisis en la industria automotriz que, como contó El Destape, tuvo durante el primer semestre de 2024, una caída de las ventas en el mercado interno en las unidades cero kilómetro del 22% interanual. Y según los números de Asociación de Fábricas de Automotores (ADEFA), en julio la producción subió un 38,7% con relación a junio, pero se mantuvo 9,8% debajo del mismo mes del 2023.
MÁS INFO
Este proyecto lo hacemos colectivamente. Sostené a El Destape con un click acá. Sigamos haciendo historia.
La reconfiguración de la producción no parece ser una alarma para el gobierno de Javier Milei, que además de ver caer la producción industrial, desestima los efectos de esta guerra comercial y ha optado por un alineamiento incondicional frente a Estados Unidos, y que promete profundizarse con una potencial vuelta de Donald Trump al gobierno, luego de las elecciones del 5 de noviembre. Sin embargo, en esta contienda, no queda claro cuáles son los efectos positivos sobre los intereses nacionales de un alineamiento de este tipo. Hasta el momento, la línea estadounidense es reaccionar a las producciones chinas con políticas proteccionistas -que inició el republicano para “volver a hacer a América grande otra vez” (Make America Great Again), pero que se profundizaron con el demócrata Joe Biden-, como lo hizo también la Unión Europea y Canadá. Este último anunció la semana pasada que impondría un arancel de 100% a la importación de autos eléctricos chinos y de un 25% para acero y aluminio proveniente de ese país. Este martes llegó la respuesta de Beijing. El Ministerio de Comercio del gigante asiático dijo que va a impulsar medidas contra la decisión del gobierno canadiense, que van desde acciones ante la Organización Mundial del Comercio (OMC), hasta una investigación antidumping sobre sus importaciones de productos químicos y semillas canadienses, claves para la balanza comercial de Ottawa.
El gigante asiático estima que las acciones restrictivas del primer ministro Justin Trudeau, además de estar en línea con las de EE.UU. y de la Unión Europea (UE) -que ya habían tomado decisiones similares-, perjudicarán a empresas de esos países que tienen producción en territorio chino, como es el caso de la firma Tesla de Elon Musk. Según el diario oficialista chino Global Times, el volumen de las exportaciones chinas de vehículos eléctricos (VE) a Canadá era “relativamente pequeño hasta que Tesla empezó a enviar sus VE fabricados en Shanghái a Canadá en 2023” y esto hizo crecer el valor de las exportaciones de esos productos de 100 millones de dólares canadienses (unos 74 millones de dólares estadounidenses) de 2022, a 2.200 millones de dólares canadienses (1.600 millones de dólares estadounidenses) en 2023.
Para el profesor del Departamento de Relaciones Internacionales de la Pontificia Universidad Católica de Minas Gerais, Javier Vadell, los intereses de Musk en América Latina también se ven afectados por la producción china y explica en parte la disputa abierta que mantiene el magnate con las autoridades del país sudamericano. En diálogo con El Destape, el especialista aseguró desde Brasil que ya en tiempos del gobierno de Jair Bolsonaro, Musk apostó a tres sectores estratégicos que involucraron a sus compañías SpaceX (satelites), Tesla (autos) y el control de los recursos naturales estratégicos, especialmente al litio. “Tenía varias ilusiones durante el gobierno anterior porque ganó licitaciones para usar Starlink y porque quería colocar una planta de autos eléctricos Tesla en Brasil, además de comprar el litio. Pero fracasó en esos tres grandes objetivos porque hubo irregularidades en las concesiones”, aseguró.
“En 2023 la empresa china Beyond Your Dreams (BYD) superó por primera vez a Tesla como la mayor empresa de autos eléctricos del mundo. Y en Brasil, los planes de Musk se esfumaron cuando el proyecto de BYD se materializó con la instalación de una planta automotriz de vehículos eléctricos en Camaçari, en el Estado de Bahía, simbólicamente en la antigua planta de Ford. Se trata del mayor polo industrial de BYD fuera de China, que cuenta con una inversión de aproximadamente 600 millones de dólares y que según la empresa, la expectativa es iniciar la producción de vehículos eléctricos nacionales entre finales de 2024 y principios de 2025, con una capacidad de fabricación de aproximadamente 150 mil vehículos por año”, comentó Vadelli. A lo que llama la “geopolítica de autos eléctricos”, sumó el tema de la extracción de los recursos necesarios para la producción de baterías eléctricas, como son las llamadas materias primas críticas, entre ellas el litio. “La cadena de abastecimiento de ese mineral es crucial para la industria de los vehículos eléctricos y Elon Musk, según Bloomberg, el año pasado intentó adquirir Sigma Lithium, empresa de origen canadiense que explota la mayor mina de Litio en Brasil, en el norte del Estado de Minas Gerais”, dijo el académico, pero aseguró que la operación no pudo concretarse. Otra frustración para el magnate también dueño de la red social X, donde sigue librando una batalla con las autoridades brasileñas. “Por eso ahora Musk apuesta por Milei, pero sabe que no es lo mismo que Brasil”, agregó.
China ya representa el 75% de las importaciones brasileñas de autos eléctricos e híbridos y según la Asociación China de Fabricantes de Automóviles de Pasajeros, en abril Brasil se convirtió en el principal destino de las exportaciones chinas en este segmento, como informó El Destape. Pero este aumento de la presencia china en Brasil no solo afecta a las compañías de Musk, quien se encuentra en una posición ambivalente, ya que tiene buenas relaciones con China por la presencia de sus empresas en la nación asiática. Esta escalada está deteriorando la participación argentina en el mercado brasileño, principal destino de las exportaciones automotrices locales (cerca del 40%) y cuyos efectos ya se están viendo en el mercado local.
Alimentos y minerales, los otros factores en disputa
Las reacciones chinas, como las anunciadas frente a los aranceles de países como EE.UU, Canadá y los de la UE; se inscriben directamente en la guerra comercial entre las potencias globales. China se basa en su Ley de Comercio Exterior que estipula claramente que en caso de que cualquier país o región aplique medidas prohibitivas, restrictivas u otras similares de forma discriminatoria contra el país asiático en materia de comercio, este podrá, según el caso, tomar medidas contra el país o la región en cuestión. Este también es el caso de minerales claves para la industria tecnológica de punta.
“La respuesta de China a las restricciones de exportaciones de tecnología y equipamiento para producir semiconductores por parte de occidente es el control de exportación de dos minerales claves para la cadena: galio (China produce el 98% global) y germanio (60%)”, dijo el internacionalista argentino Esteban Actis, la semana pasada, y citó un articulo del diario Financial Times en el que se señaló: “La principal motivación de Beijing era ‘enviar señales’ de que podría tomar represalias contra la presión ejercida por Estados Unidos sobre empresas e industrias vitales chinas”. Actis consideró que de mantenerse el control de estas exportaciones, “es de esperarse un impacto en la oferta global de semiconductores”.
Sin embargo, existen otras medidas de China que obedecen a su economía interna, pero que podría tener efectos más negativos en países que deciden evitar las relaciones con Beijing, como es el caso del gobierno argentino. Un ejemplo de estas medidas fue el anuncio que hizo el gobierno chino la semana pasada, cuando convocó a sus principales importadores para pedirles que detengan las compras de cebada y sorgo, en el marco de previsiones internas de cosecha récord de granos este año, tal como informó El Destape. Con esa medida, Xi Jinping busca aliviar el exceso de oferta interna y fortalecer los precios locales y ya tuvo un impacto directo en las exportaciones primarias argentinas, que para esta cosecha habían apostado a un mayor porcentaje de siembra para estos granos forrajeros. En los últimos meses, los precios promedio en sorgo y cebada retrocedieron en un 20 por ciento promedio y las exportaciones de cebada a China en el primer semestre se redujeron un 12 por ciento respecto del mismo período del año pasado. En este contexto, la falta de Argentina de una política aceitada con su segundo socio comercial, terminan afectando aún más los intereses nacionales, y mientras Brasil tiene una balanza superavitaria con el gigante asiático, la de Argentina es deficitaria.