Los salvatajes a empresas en medio de la pandemia

Alemania adquirió el 20% de la gigante Lufhtansa a cambio de 9.000 millones de euros. El debate de la intervención en el mundo.

27 de mayo, 2020 | 16.44

La pandemia volvió a demostrar que el capitalismo necesita del Estado para sobrevivir. Los países donde se realizó un mayor intervencionismo se encaran mejor posicionados para la vida post-coronavirus. Donde no se protegió a los más vulnerables, como en Estados Unidos, la economía sufrió derrumbes mucho más profundos.

La mayor potencia europea, Alemania, consciente de la importancia geo-política de mantener una aerolínea de bandera lanzó un salvataje de 9.000 millones de euros. A cambio, el Estado se quedará con el 20% de la compañía. Lejos de tratarse de un viraje al socialismo, servirá como garantía para que se destinen los fondos en la reconstrucción del modelo capitalista.

Al pedido de auxilio financiero, Ángela Merkel les comprará el 20% de las acciones del grupo por 300 millones de euros, precio muy inferior al del mercado, a través del fondo de estabilidad económica del gobierno federal (WSF), creado para mitigar el impacto de la pandemia. Además, le entregará 4.700 millones de euros como una suerte de "participación silenciosa", sin derecho a voto, sobre la que Lufthansa pagará un interés progresivo que va del 4% en 2020 y 2021 al 7,5% en 2027.

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Sumará un préstamo por 3.000 millones de euros. Otros 1.000 millones quedarán reservados para aumentar la participación hasta el 25% y una acción, para bloquear alguna oferta pública de compra por un tercero. A cambio del salvavidas, la aerolínea no podrá distribuir ganancias entre sus accionistas. Antes, la empresa ya había suspendido el pago de dividendos este año, como podría esperarse.

Diferente de Lufthansa obró Latam, que cobra subsidios en Argentina, Chile y Brasil, despidió a 2.000 empleados, recortó el salario de los restantes y aún así repartió U$S 57 millones hace un mes. Como crónica de una muerte anunciada, la sudamericana ahora entró en concurso de acreedores.

El Estado surgió como un articulador necesario en el modelo de explotación actual para garantizar su subsistencia. Los gobernantes más instruidos lo entendieron y actuaron en consecuencia, en coordinación con empresarios que ponderaron más las utilidades a largo plazo. En cambio, los legos que se concentraron en sus ganancias inmediatas y la fama personal, como Donald Trump o Jair Bolsonaro, no son capaces de verlo.

En sólo dos meses, 40 millones de personas fueron despedidas en Estados Unidos. Su presidente se negó a aplicar una cuarentena federal, con lo que lo convirtió al país con mayor cantidad de muertos por coronavirus y profundizó las consecuencias económicas de la pandemia. Al no proteger a los trabajadores, la natural caída en la demanda derivó en cierres de miles de empresas y oleadas de desvinculaciones.

Por lo que la idea de la diputada nacional Fernanda Vallejos de que el Estado intervenga en las gigantes que rescate queda enmarcada dentro de la lógica de mantener vivo al sistema económico: "¿Es tan loco pensar que esas grandes empresas, que tienen una incidencia en la vida de los argentinos, amerite que el Estado tenga una presencia y una participación en las decisiones que se toman?”.

Las críticas ciegas no demoraron en llegar ante esta propuesta, que ya aplica Alemania. Alineado a los anti-intervención estatal, el diputado de Cambiemos Luis Petri llegó a presentar un proyecto para prohibir que las ayudas del Gobierno impliquen la adquisición de acciones. “El Estado involucrándose en los planes de negocios de las empresas y quedándose con parte de sus acciones a cambio de ayuda, atenta contra el derecho de propiedad, es una confiscación de bienes encubierta”, opinó el legislador.