Superbowl: Negocio, política y también juego

El Superbowl dejó muhco más que una victoria de los Eagles y una derrota de los Chiefs. Cuál es la política detrás y el papel de Donald Trump.

10 de febrero, 2025 | 12.49

Negocio, política y poder, el deporte también es juego. En Argentina, en la China y en Estados Unidos. ¿Vieron el Super Bowl anoche? ¿La final del football americano en la que el bicampeón y favorito Kansas Chiefs terminó siendo aplastado 40-22 por Philadelphia Eagles? El negocio quería ver campeón al mariscal de campo Patrick Mahomes, el Messi de la Liga más millonaria del deporte mundial. Y ver celebrar a su compañero Travis Kelce, el novio de Taylor Swift. Y otros al pateador de los Kansas Harrison Butker, que hace menos de un año dio un discurso célebre, en plena campaña electoral, maldiciendo a “la ideología de género”, al aborto, reclamando “hombría” y diciendo que las mujeres se realizaban como “amas de casa”, discurso del viento nuevo. Idolo de Donald Trump, que anoche fue el primer presidente en funciones en la historia de Estados Unidos que asistió a un Super Bowl. Cuentan que se fue en el entretiempo, cuando Philadelphia Eagles ya estaba humillando al favorito y cuando iniciaba su show el rapero Kendrick Lamar, fiesta de música negra, con Serena Williams bailando y el actor Samuel Jackson disfrazado de “Tío Sam”. 

Mahomes fue aplastado por Jalen Hurts, mariscal del nuevo campeón, elegido MVP del Super Bowl, Kelce se derrumbó amargado en la banca como si lo hubiese dejado Taylor y Butker ni siquiera entró en acción, tal la pobreza de su equipo. “Se quedó en la cocina, haciendo de ama de casa”, se burlaron los fanáticos en las redes. Si Kansas es un estado republicano (el equipo luce además el color rojo republicano), Philadelphia, en cambio, tiene alcalde demócrata desde hace más de setenta años. Como Nueva Orleans, Philadelphia es ciudad de cultura negra. El juego dejó poco para el análisis.

No hace falta ser un especialista de fútbol americano para advertir que la defensa de Kansas no supo o no pudo proteger a Mahomes, el mejor mariscal de la NFL, todo lo contrario de lo que sucedió con Hurts, un mariscal de perfil bajísimo, querídisimo en Philadelphia por su compromiso social y que anoche hizo jugar a todo su equipo. Durante décadas el puesto de mariscal de campo fue patrimonio blanco (los negros chocan y corren, los blancos conducen). Hurts y Mahomes volvieron a mostrar en un Super Bowl que la historia es dinámica. 

También lo es para Trump. Hace unos años el presidente magnate pedía a la NFL que echara a los jugadores como Colin Kaepernick que se arrodillaban en señal de protesta por la brutalidad de la policía contra la población negra. Si el fútbol americano fue histórico santuario republicano, exaltación de patria y soldados, para Trump, el deporte favorito pasó a ser el de la lucha y las artes marciales, escenario y público propio, toda su plataforma puesta al servicio del candidato que terminó venciendo la elección de noviembre pasado a la demócrata Kamala Harris. Trump, estamos viendo, volvió a la presidencia recargado. Amenazando invasiones y expulsando inmigrantes.

Anoche fue aplaudido cuando apareció en la pantalla del estadio, al revés de Taylor Swift, que fue abucheada. Pero, luego, como siempre, está el juego. Y Philadelphia se comió al candidato. Al negocio y a la política. En su origen, el nombre la ciudad quiere decir algo así como “la ciudad del amor fraternal”. Eso sí, la NFL también eligió acomodar el Super Bowl a los tiempos nuevos. Sacó la leyenda “End Racism” (Acabemos con el racismo) que tenía detrás de los postes desde 2020 tras el asesinato de George Floyd y puso en cambio “Choose Love” (Elige el amor). No es lo mismo, pero no es menor para un presidente que privilegia el odio. Y que anoche dejó el estadio en el entretiempo, en plena fiesta de la Norteamérica negra y que terminó con celebración de Philadelphia Eagles, el equipo que en 2018, cuando también ganó el Super Bowl, avisó que no cumpliría la tradición de celebrar el título en la Casa Blanca. No quería celebrar con Trump.