La muestra "La mirada quebrada" del fotógrafo ucraniano Iaroslav Kosak, que se podrá visitar hasta el 14 de octubre en la porteña galería Vasari, recorre imágenes rescatadas de un artista misterioso que formó parte de la bohemia porteña durante los años 60 y 70, que frecuentaba el Di Tella, y que se convirtió en testigo silencioso de aquella escena.
Conocido como Iaros, su biografía se escurre, llena de lagunas: quienes lo conocieron coinciden en que terminó internado en un psiquiátrico, y en algún momento a comienzos de la década del noventa se perdió su rastro. Su fotografía hubiera pasado al olvido de no ser por un maletín que el pintor Rómulo Macció -su amigo de bares y vecino de La Boca- rescató de la pensión donde vivía cuando se lo llevaron, relató la galería.
Las fotografías que integran esta exposición son apenas un recorte de su producción, en gran parte perdida, pero que permiten vislumbrar su particular mirada: imágenes en blanco y negro sobre Buenos Aires, sus habitantes, sus calles, sus bares, en las que predominan la soledad, la noche y cierta distancia inquietante y oscura.
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En ocasiones por medio de reflejos o cortes transversales en las composiciones, se generan espacios dislocados e interrupciones que vuelven lo real inaprensible. Tan enigmáticas como el conjunto de autorretratos, en los que Iaros crea múltiples ficciones de sí mismo para volver su figura aún más escurridiza.
"Llevaba siempre su cámara colgada del cuello y deambulaba todo el día por la ciudad; captaba los rincones ocultos y las situaciones insólitas, rescataba la atmósfera de ciertas calles y casas y de los viejos cafés. La fotografía no era para él un oficio -rara vez ganaba algo -sino su modo de vida. Gustaba llamarse a sí mismo 'fotógrafo metafísico' o 'poeta de la fotografía'", cuenta Juan José Sebreli en el texto de sala.
Como tantos otros que recalaban en el puerto de Buenos Aires, había llegado de muy lejos, de Ucrania, y su extraña fisonomía, tez muy blanca, cabellos rubio ceniza, un rostro de lobo estepario, lo volvía inclasificable. Su edad era asimismo
indefinida, y según se lo mirara parecía un adolescente o un anciano. Se llamaba Iaroslav Kosak, pero pocos sabían su nombre completo; se lo conocía por Iaros.
La muestra "La mirada quebrada" representa un adelanto del libro sobre el fotógrafo, con textos de Facundo de Zuviría, María Gainza y Juan José Sebreli, que será publicado próximamente por Ediciones Vasari. La exposición podrá visitarse hasta el 14 de octubre en la galería de Esmeralda 1357, ciudad de Buenos Aires.
Con información de Télam