La llegada de Año Nuevo renueva la esperanza de que lo que viene será mejor. Y como parte de esa creencia existen muchos rituales para conjurar “la buena suerte”. La tradición de comer 12 uvas a la medianoche del 31 de diciembre es una de ellas. Lo cierto es que a pesar de lo común que se volvió este ritual, pocas personas conocen su origen o por qué lo hacen.
La historia de las 12 uvas en Año Nuevo
La tradición que se inició en España fue heredada por varios países de América Latina, como Argentina, México, Venezuela, Ecuador, Perú, Chile y Colombia y existen varias teorías que se usan para explicar su origen. La más usada nos remonta al año 1909 cuando hubo una sobreproducción de uvas blancas en España, y los mercantiles, con el objetivo de agilizar su venta, empezaron a hacer uso de publicidad engañosa para que la gente las compre.
En ese marco, empezaron a decir que comer 12 uvas en Nochevieja o víspera del Año Nuevo, les traería suerte el siguiente año.
Por otro lado, según una investigación en España, esta tradición fue adoptada por la sociedad burguesa española para imitar a los franceses y alemanes que tenían como costumbre de la fecha comer uvas con vino blanco. Sin embargo, en España cambiaron el vino blanco por vino espumante y decidieron acompañar el momento con las campanadas de la iglesia.
Sea uno u otro significado, lo cierto es que el ritual se mantiene desde entonces y son muchas las familias que acostumbran a realizarlo bajo la creencia de que tendrán suerte en el amor, la salud y el dinero durante el año entrante.
Se supone que cada uva representa un deseo o un propósito para el siguiente año y se debe pensar en esto mientras la comes. También se cree que cada uva simboliza a un mes del año.
Si bien algunas cosas cambiaron, desde el origen de este ritual las uvas de Año Nuevo se venden en delicados paquetitos, se le sirven a cada comensal en racimos individuales o se presentan pinchadas en palillos de brochette.