Doyle es un pueblo ubicado en el norte de la Provincia de Buenos Aires, perteneciente al partido de San Pedro y con solo 527 habitantes. Se trata de un lugar perfecto para hacer una escapada express, ya que queda cerca de la Ciudad de Buenos Aires y tiene relajados paisajes rurales.
Con tan solo dos horas de viaje desde la Capital del país se puede llegar a este pequeño pueblo fundado en 1933, asentado sobre la ruta provincial 191. Hoy en día, su actividad económica gira principalmente en torno al agro, la producción de distintos cítricos, los tambos y la ganadería. Doyle posee solo una calle asfaltada; el resto de sus vías son de tosca, lo que conserva ese aspecto rústico característico de las pequeñas localidades rurales.
La historia detrás del nombre de Doyle
El nombre del pueblo rinde homenaje a Eduardo Doyle, nacido en 1872 en nuestra ciudad e hijo de un inmigrante irlandés. Aunque inició sus estudios en Areco con el objetivo de convertirse en médico, más adelante se estableció en San Pedro, en pleno casco histórico. Su labor profesional lo llevó también a atender en Santa Lucía, donde residió durante largo tiempo en su estancia San Eduardo.
Reconocido por su enorme generosidad, solía hacerse cargo de los medicamentos que las familias de bajos recursos no podían pagar. Para ello llevaba una libreta en la que registraba cada gasto y luego los abonaba él mismo. Durante más de tres décadas ejerció como médico de la comunidad y llegó a dirigir el hospital local de Santa Lucía. Su entrega hacia los más vulnerables le valió el recordado apodo de “el médico de los pobres”.
La Estación: una opción gastronómica imperdible
En la zona se ofrecen algunas propuestas turísticas para quienes llegan de visita. Una de ellas es el Parador La Estación, ubicado en el kilómetro 31.9 de la ruta 191, se ha convertido en un verdadero punto de referencia dentro de Pueblo Doyle. Fiel a su nombre, funciona como el lugar de encuentro por excelencia tanto para los vecinos -que se acercan a tomar un café o acompañar el mate con algo casero- como para los viajeros que transitan la zona.
Para quienes están de paso, el parador ofrece un espacio ideal para hacer una pausa, relajarse un momento y disfrutar del aire de campo. Su propuesta de comidas hogareñas lo vuelve una parada obligada para quienes buscan recargar energías antes de seguir camino.
