Redes sociales como trinchera: los discursos de odio se multiplican y disparan contra el feminismo en este nuevo 8M

Las redes sociales están polarizando la conversación sobre los derechos humanos, con un fuerte ataque a referentes feministas o a quienes expresen ideas de igualdad de género. Un informe global revela que Argentina tiene un 5% más de mensajes antifeministas que el promedio mundial, mientras que el interés por la igualdad cayó un 34% en tres años. El odio, la discriminación y la intolerencia en las redes tiene efectos reales: el análisis de expertos y referentes.

08 de marzo, 2025 | 00.05

"Me da vergüenza lo que estoy viendo. Se quedó corto (Rafael) Videla", dijo una mujer en un móvil televisivo que cubría la Marcha del Orgullo Antifascista, organizada por la comunidad LGBTIQ+, el pasado 1 de febrero. La movilización fue una respuesta a los dichos del presidente Javier Milei en el Foro Económico Mundial en Davos donde, frente a líderes políticos, empresariales, académicos y sociales de todo el mundo, afirmó: “En sus versiones más extremas, la ideología de género constituye lisa y llanamente abuso infantil; son pedófilos”. Además, definió al “feminismo, diversidad, inclusión, equidad, inmigración, aborto, ecologismo e ideología de género” como enemigos de la llamada “batalla cultural” que su gestión pregona.

Estas declaraciones no son aisladas. Milei y sus funcionarios han normalizado discursos de odio teñidos de conservadurismo, negacionismo, misoginia, homofobia y clasismo. Estos mensajes han avalado que gran parte de la sociedad, especialmente a través de las redes sociales, ataque sistemáticamente a “zurdos”, “feministas” y “progres”. Este aval a la crueldad, la discriminación y la violencia no ha sido gratis: en los dos primeros meses del año, se registraron 57 femicidios, 3 travesticidios, 43 intentos de femicidio y 15 desapariciones de mujeres, según datos del Observatorio Lucía Pérez.

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También, en los últimos años, ha aumentado significativamente el registro de ataques de odio a la diversidad, como el ocurrido el 7 de febrero en el barrio porteño de Recoleta, donde una pareja de mujeres de 24 y 26 años fue agredida por un hombre que las atacó por su vestimenta, cuestionándoles por qué se vestían "como varones". Una de las víctimas sufrió fractura de nariz y la pérdida de una pieza dental, mientras que la otra resultó con lesiones en la mano. La Federación Argentina LGBT+ denunció el hecho y expresó su preocupación por este tipo de agresiones motivadas por odio hacia la comunidad.

En Argentina, el antifeminismo está tomando fuerza, con un 5% más de mensajes negativos que el promedio global. Además, el interés en temas de feminismo e igualdad en las búsquedas de Google ha caído un 34% en los últimos tres años, según publicó la consultora LLYC en su informe “Sin Filtro”, un análisis global de la conversación en redes sociales sobre feminismo y antifeminismo de cara a este Día Internacional de la Mujer, que analiza más de 8,5 millones de mensajes en X en 12 países, incluidos Argentina, y revela tendencias alarmantes en cuanto a la polarización y el retroceso en la lucha por la igualdad de género.

En diálogo con El Destape, María Eugenia Vargas, directora general de LLYC Argentina, explicó: “La disminución en el interés por temas de igualdad y feminismo puede estar relacionada con un cierto desgaste o fatiga en la conversación pública, tras años de fuertes debates y el logro de ciertos derechos. Este avance y estos derechos generan, a la par y junto a ciertas corrientes políticas, el crecimiento de los discursos antifeministas en la conversación pública, que asocian al feminismo con estereotipos radicalizados”.

Las redes sociales se han consolidado como una herramienta de deslegitimación del movimiento transfeminista a través de ataques y estereotipos que buscarán, luego de este nuevo Día Internacional de la Mujer, ridiculizar y minimizar la marcha que se lleva hoy a cabo en distintos puntos del país y el mundo.

Campo de batalla virtual

Según el informe “Sin Filtro” de LLYC, en los últimos tres años las consultas sobre “igualdad” y “feminismo” en internet a nivel global cayeron un 40% y un 50%, respectivamente. En X, el diálogo no solo se estancó, sino que se volvió más polarizado, al punto de que el 50% de los mensajes sobre feminismo en esta red social ya son negativos.

Al respecto, Vargas señaló: "El discurso antifeminista en Argentina se caracteriza por un alto grado de deslegitimación. Uno de cada tres mensajes asocia al feminismo con la radicalidad, y uno de cada cinco lo vincula con la izquierda y la ideología. Las redes sociales amplifican los mensajes de confrontación, y los algoritmos favorecen contenidos virales y simplificados, lo que distorsiona el debate y dificulta el diálogo".

El impacto de estos discursos en la vida social y política es alto. Como explicó Melisa García, fundadora de la Asociación de Abogadas Feministas (Abofem): “Lo que ocurre en la virtualidad impacta directamente en la sociedad, habilitando tanto un discurso como una práctica. Hoy tenemos un gobierno que no solo transmite y masifica un mensaje de odio hacia la diversidad, sino que también destruye los espacios de protección que existían. El impacto es directo".

La idea de que lo digital trasciende la pantalla se refleja en datos concretos. Un informe de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) y el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA) reveló que, en el último año, el gasto en políticas públicas destinadas a reducir la desigualdad de género sufrió un recorte del 33% respecto a 2023. Incluso, el presupuesto ejecutado para el programa principal contra la violencia por razones de género se redujo en un 65%, afectando iniciativas como el programa Acompañar (con una disminución del 69%) y la Línea 144 (con una reducción del 12%).

En esa línea, Mariela Labozzetta, titular de la Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra las Mujeres (UFEM), advirtió: "Cuando el Estado convalida la violencia o deja de sancionarla, de alguna manera habilita su reproducción y expansión en la sociedad. Por el contrario, y esto no es una opinión personal, sino una conclusión respaldada por organismos internacionales y fallos de la Corte Interamericana, la impunidad y la inacción estatal refuerzan su continuidad”. Y agregó: “Si el Estado no responde ante las denuncias y la Justicia actúa con pasividad, el mensaje que se transmite es el de tolerancia hacia esas agresiones. Esto es clave para entender su rol en la prevención y sanción de la violencia de género".

Libertad de expresión

El estudio Sin Filtro señala que, en Argentina, uno de cada cinco mensajes contrafeministas utiliza términos como "puta" o "mal cogida" para desacreditar a las feministas, así como “lesbiana” en tono peyorativo. En X, los detractores recurren a la ridiculización y la exageración para presentar el feminismo como extremista, empleando un tono satírico y sectario que obstaculiza el diálogo.

En esta misma línea, un informe de Amnistía Internacional titulado “Muteadas: el impacto de la violencia digital contra las periodistas” reveló que el 63,5% de las periodistas mujeres y con diversas identidades de género en Argentina han sido víctimas de algún tipo de violencia digital en los últimos seis años, con una tendencia en aumento. De ellas, el 98,3% recibió insultos aislados, el 85,6% sufrió hostigamiento o trolling, el 45,9% enfrentó acoso o amenazas de violencia sexual, y el 44% fue objeto de amenazas de violencia física.

El ataque no se limita a periodistas. Mujeres con voz pública que critican las políticas del actual gobierno también se convierten en blanco de acoso y violencia. Un caso resonante fue el de la cantante Lali Espósito, quien, tras la victoria de Javier Milei en las PASO, tuiteó: “Qué peligroso, qué triste”. Esas cuatro palabras bastaron para que miles de personas, incluido el propio Presidente, la atacaran masivamente en redes sociales.

Distintos organismos, como Amnistía Internacional y LLYC, advierten que esta creciente violencia digital tiene graves consecuencias para la libertad de expresión. Muchas periodistas han debido alejarse de su labor ante el nivel de hostigamiento y amenazas que reciben. Luciana Peker es un claro ejemplo de ello.

El dilema de la libertad de expresión radica en que los agresores virtuales la invocan para justificar discursos de odio, al mismo tiempo que buscan silenciar a quienes denuncian desigualdades. Como señaló la abogada Melisa García, es clave diferenciar entre la libertad de expresión y el respeto por los derechos humanos: “El límite está en que, si algo te molesta pero no te afecta, el problema es solamente tuyo”.

La defensa de los derechos de las mujeres y diversidades no es un capricho ni un privilegio, sino una causa histórica sustentada en leyes y acuerdos internacionales a los que Argentina está suscripta. “Detrás de esa lucha hay un trabajo arduo de contextualización y de construcción de memoria. Por eso, cuando aparecen mensajes de intolerancia que responden a posturas ideológicas o fanatismos, se distorsiona el sentido de esta lucha”, concluyó García.

La polarización capta jóvenes

La radicalización y el binarismo en las redes sociales no son fenómenos casuales, sino parte de una polarización que, según el informe, expone diferencias marcadas. Las comunidades antifeministas están más organizadas y homogéneas en países como Chile, Colombia, Estados Unidos, España y Argentina, donde los mensajes de odio se multiplican y se retroalimentan. En contraste, el feminismo sigue siendo más diverso y moderado.

La directora Vargas destacó que “los contrafeministas recurren a los insultos tres veces más que los feministas más radicales. Además, el 50% de los mensajes sobre feminismo en X ya son negativos. Esto no solo distorsiona el debate, sino que también desvía la atención de los problemas reales que impiden lograr una igualdad plena”.

Uno de los efectos más preocupantes de esta polarización es su impacto en las nuevas generaciones. Mientras las mujeres jóvenes se consolidan como el grupo más feminista y políticamente activo, un número creciente de hombres jóvenes adopta posturas conservadoras. En países como Alemania y el Reino Unido, la brecha ideológica de género supera los 25 puntos, y en Corea del Sur y China es aún mayor.

Este giro en los discursos afecta especialmente a los varones jóvenes, quienes perciben el feminismo como una amenaza a sus privilegios. Vargas señaló al respecto que esta “crisis identitaria” explica por qué algunos hombres jóvenes, a pesar de su edad, abrazan posturas conservadoras: “El miedo a perder privilegios establecidos los lleva a rechazar los avances feministas y a adoptar posiciones reaccionarias”.

El informe subraya que los mensajes contrafeministas tienen una fuerte carga política: 4 de cada 5 están directamente vinculados con comunidades lideradas por figuras políticas. En este contexto, los discursos de derecha y extrema derecha han acentuado la confrontación con el feminismo, al reducirlo a una bandera ideológica y despojarlo de su propósito original: la lucha por la igualdad.

Por otro lado, dentro de las comunidades feministas más polarizadas, la comunicación también adopta un tono más intenso. Sin embargo, el informe revela que cuando se defienden, las feministas tienden a argumentar sus posiciones de manera más elaborada: un 10% más que las comunidades contrafeministas, cuyos mensajes suelen ser más directos y menos fundamentados. Esta diferencia no solo marca un contraste en los discursos, sino que también evidencia dinámicas de comunicación que refuerzan la polarización.

La rigidez de estos relatos no solo limita el debate, sino que fomenta narrativas que distorsionan la realidad. Mientras el feminismo se apoya en datos verificables y análisis rigurosos, los sectores contrafeministas promueven la idea de una supuesta “discriminación inversa” que victimiza a los hombres, ignorando las desigualdades estructurales. Como explica Jordi Bonet-Martí, doctor en Psicología Social por la Universidad Autónoma de Barcelona, estas comunidades recurren a la manipulación de estadísticas, presentando cifras descontextualizadas que, lejos de aportar claridad, refuerzan prejuicios ya existentes. Un ejemplo reciente de esta dinámica es el debate en el Congreso sobre el proyecto de ley para endurecer las penas por "falsas denuncias" de violencia de género. A pesar de que no existen estudios que respalden que las denuncias falsas sean un problema sistémico, el proyecto avanza bajo el argumento de que basta con creer en la palabra de los hombres que aseguran haber sido acusados injustamente. Paradójicamente, mientras se exige a las víctimas de violencia de género pruebas contundentes y una revictimización constante para que sus denuncias sean tomadas en serio, en este caso no se necesitan datos ni estadísticas: alcanza con la presunción de inocencia convertida en certeza absoluta.

Estado violento

La deslegitimación del feminismo no ocurre solo en las redes sociales, sino que también encuentra eco en las políticas públicas. “Hoy lo que está ‘bien’ es ser cruel. La violencia simbólica y discursiva está a flor de piel, y los proyectos de ley de este gobierno buscan perseguir a quienes tenemos un rol feminista fuerte”, apuntó García.

El informe de LLYC también señala que el feminismo en Argentina es un 45% más plural que el promedio global, lo que posiciona al país como el segundo con mayor diversidad dentro del movimiento entre los 12 países analizados. Vargas explicó este fenómeno: “Creemos que una de las razones por las que el feminismo en Argentina es más plural es que el debate sobre la igualdad ha estado mucho más presente y visible en la agenda pública que en otros países. Durante muchos años y hasta su aprobación, por ejemplo, el reclamo por el derecho al aborto y la conversación sobre su legalización estuvieron en el centro del debate público, con argumentos sólidos y múltiples voces. A diferencia de otros países, donde estos temas suelen ser relegados a la marginalidad, en Argentina lograron captar la atención de sectores diversos de la sociedad”.

Asimismo, Labozzetta concluyó: “La erradicación de la violencia es un proceso profundamente arraigado en la estructura social. No es algo que se desarme de un día para el otro. Por eso, discontinuar las políticas públicas en este sentido puede ser profundamente perjudicial para el cambio que se viene gestando”.

En un contexto donde las redes sociales y los discursos políticos amplifican el odio, el feminismo enfrenta uno de sus mayores desafíos: sostener la lucha por la igualdad en un escenario cada vez más polarizado. Como señala el informe de LLYC, “la conversación sobre igualdad ha sido secuestrada. Lo que podría ser un diálogo abierto y constructivo se ha convertido en un campo de batalla”.

La advertencia de Simone de Beauvoir vuelve a resonar con fuerza: “Bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres sean cuestionados. Estos derechos nunca se dan por adquiridos, deben permanecer vigilantes toda la vida”. Algo queda claro: los derechos conquistados siguen siendo frágiles y las luchas continúan abiertas. Es tiempo de reforzar la vigilancia.

La deslegitimación del feminismo no solo ocurre en las redes sociales, sino que también encuentra eco en las políticas públicas. Por su parte, Mariela Labozzetta advirtió al respecto que “cuando el Estado envía un mensaje de convalidación o falta de sanción frente a la violencia, de alguna manera habilita su reproducción y expansión dentro de la sociedad. La impunidad y la inacción estatal refuerzan la continuidad de la violencia".

Melisa García agrega: "Hoy lo que está 'bien' es ser cruel. La violencia simbólica y discursiva está a flor de piel, y los proyectos de ley de este gobierno buscan perseguir a quienes tenemos un rol feminista fuerte".

El informe de LLYC también señala que el feminismo en Argentina es un 45% más plural que el promedio global, lo que posiciona al país como el segundo con mayor diversidad dentro del movimiento entre los 12 países analizados. Vargas explicó este fenómeno: “Creemos que una de las causas de que haya una mayor pluralidad del feminismo en Argentina se debe a que el debate sobre la igualdad está mucho más presente y visible en la agenda pública que en otros países. Durante muchos años y hasta su aprobación, por ejemplo el reclamo de derechos como el aborto y la conversación sobre la necesidad de su legalización, con argumentos, estuvo muy presente en la agenda del país. Este debate, en contraste con otros países, no ha sido reducido a un tema marginal, sino que ha logrado capturar la atención de una amplia variedad de voces”.

Asimismo, Mariela Labozzetta concluyó que “la erradicación de la violencia tiene que ver con un fenómeno arraigado en la estructura social. No es algo que se desarme de un día para el otro. Por eso, discontinuar las políticas públicas en este sentido puede ser bastante perjudicial para el cambio que se viene generando".

En un contexto donde las redes sociales y los discursos políticos amplifican el odio, el feminismo enfrenta uno de sus mayores desafíos: mantener viva la lucha por la igualdad en un escenario cada vez más polarizado. Como señala el informe de LLYC, "la conversación sobre igualdad ha sido secuestrada. Lo que podría ser un diálogo abierto y constructivo se ha convertido en un campo de batalla".

La frase atribuida a la filósofa francesa, Simone de Beauvoir, vuelve a convertirse en una profecía cumplida: "Bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres sean cuestionados. Estos derechos nunca se dan por adquiridos, deben permanecer vigilantes toda la vida”. Algo quedó claro: los derechos conquistados continúan siendo luchas abiertas y es tiempo de reforzar la vigilancia.