Rafecas: “Los discursos de odio son una condición necesaria para el genocidio"

El juez federal pidió dejar de lado ideas punitivistas que permiten que negacionistas y promotores del odio capitalicen los medios de comunicación con sus contraargumentos. Remarcó la importancia de la educación en nuevas generaciones.

12 de diciembre, 2022 | 18.55

El juez federal Daniel Rafecas propuso implementar nuevas estrategias de educación para responder a la proliferación y la difusión de discursos de odio que parecen multiplicarse tanto en los medios de comunicación como en las redes sociales, sobre todo, tras el intento de magnicidio a la vicepresidenta Cristina Kirchner. Para el magistrado, la preocupación por la consolidación de la democracia, en este contexto, tiene que traer aparejado el reconocimiento de que “los discursos de odio son una condición necesaria para la consumación de un genocidio”. Y ese conocimiento tiene que llegar a las nuevas generaciones si lo que se busca es neutralizar expresiones antidemocráticas. 

Desde esa premisa, Rafecas trazó un recorrido histórico sobre distintas experiencias en las que los discursos de odio tuvieron un rol preponderante, como lo ocurrido en Auschwitz o la ESMA. El juez federal, que en octubre procesó y embargó a un hombre que amenazó con un megáfono a CFK, destacó en un ensayo publicado en La Revista Haroldo:  “No existe la posibilidad de que se precipite un genocidio, o un crimen masivo cometido desde ámbitos estatales, o con la aquiescencia o consentimiento del Estado, sin la construcción previa de un enemigo, a través de la proliferación y la difusión de discursos de odio”. 

El juez detalló que en la Argentina se está observando un proceso particular, en el que discursos de odio, que durante muchos años “han circulado en forma muy encapsulada” de repente “empiezan a cobrar mayor protagonismo, a salir de esos ámbitos cerrados para circular de un modo más abierto y, especialmente, que empiezan a tener penetración “en algunos ámbitos que son más proclives”. 

En ese sentido, Rafecas destacó que “lo más preocupante” es que eso se está dando “entre las nuevas generaciones”, esas que “quizás todavía, de una u otra manera, desde el Estado no hemos podido llegar con contenidos que permitan identificar y neutralizar esos discursos”. Ante este diagnóstico, el magistrado se preguntó entonces cómo transformar esa preocupación en acciones concretas, ¿Conviene combatirlos?

A partir de su experiencia personal en los juzgados, el juez se erigió contra la idea de que se explore un camino que “pretende criminalizar a negadores o promotores de discursos de odio a través de la herramienta penal”. De acuerdo a Rafecas, esto tiene una consecuencia directa: “Lo que vamos a hacer es facilitarles la tarea a estos sectores, para llegar con su discurso de odio al corazón del sistema mediático en nuestro país”. 

Por el contrario, el magistrado propone no generar las condiciones para que aparezcan contraargumentos de los mismos promotores de discursos de odio, porque eso también les da la posibilidad de ser escuchados. “Van a decir ’nos están atentando en nuestro derecho constitucional a la libertad de expresión´ y ´nos están atentando a nuestro derecho constitucional a la libertad de prensa´. Y con estas banderas se van a escudar”, advirtió.

Al desmarcarse entonces de las ideas punitivistas contra los negacionistas y promotores del odio, pero recordando el legado de 20 años de políticas de Memoria, Verdad y Justicia, Rafecas llamó a "redoblar los esfuerzos" en el camino en la educación y afirmó: "Tenemos que insistir por este camino, como venimos haciendo con las políticas de Memoria, Verdad y Justicia, desde hace veinte años". Ese sentido, evaluó: “Frente a los acontecimientos que han sucedido recientemente, creo que no debemos alterar el rumbo, sino reafirmarlo, no caer en tentaciones represivas, que traerán aparejadas muchas más desventajas y retrocesos”.

Por último, enfatizó: “A lo que tenemos que apuntar es a que, en el mediano plazo, cuando estos referentes apelen a estos discursos de odio, estos caigan en saco roto, que no tengan repercusión, es más, que sean contraproducentes para sus ambiciones políticas”.