Con la firma de Lionel Messi en una camiseta estampada por Guillermo Tofoni, Javier Milei abrazó a los hijos de Jorge Más Canosa y se largó a festejar un campeonato antes de tiempo. La inédita fractura expuesta que el peronismo exhibió en el inicio del año legislativo, con cuatro posturas diferentes frente al proyecto de eliminación de las PASO, le permite al presidente soñar con un 2025 en el que su poder institucional de un salto de relevancia. Si con un grupo de 39 diputados, un oficialismo amateur es capaz de conseguir 155 votos para una ley que rige las elecciones desde hace más de 15 años, cualquier fantasía de extrema derecha puede ser considerada con seriedad. Mientras propicia la división y conquista voluntades en el PJ, Milei sueña con afirmarse como el líder de una facción del peronismo.
Falta el tránsito en el Senado, donde gobernadores como Gerardo Zamora y Raúl Jalil volverán a tener la llave que necesita Milei. Y todavía es temprano para saber si, al final del camino, el presidente va a ganar o perder con esta reforma de apuro que quiere aprobar en el año electoral. Pero el espectáculo de un peronismo descabezado le rinde en el minuto a minuto de la política para diluir el impacto de un plan que destruye empleo, fomenta el festival de importaciones que golpea a la industria y favorece la salida de dólares.
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Para Cristina Fernández de Kirchner, la victoria de Milei en Diputados es un nuevo indicio de que el peronismo institucional está tan debilitado como dividido. La ex presidenta quiso asumir la jefatura de un PJ aturdido, que funciona desde hace mucho como un archipiélago de proyectos individuales o provinciales. La unidad ¿no alcanza o no existe?
Milei le comió el hígado a lo que todavía se llama Unión por la Patria. Consiguió 25 votos para su proyecto, forzó 24 abstenciones y anotó como propias las 6 ausencias que coincidieron en decirle que no a la voluntad de Cristina. Sólo 43 de 98 diputados acompañaron el criterio de la jefa del PJ, entre ellos varios de los que responden a Axel Kicillof. Nada más sintomático que el incómodo lugar en el que quedó Germán Martinez: plegado al bloque abstencionista y sin poder conducir la unidad que durante 2024 sólo quebraron los desprendimientos del PJ colaboracionista. Por respeto a sus posturas históricas, CFK convalidó que sus grandes aliados, Zamora y Sergio Massa, votaran con Milei contra la ley que ella misma impulsó como presidenta. Aunque la jefatura del bloque se declaró sorprendida por el apoyo clave del gobernador de Santiago del Estero al dictamen de Milei, Zamora y Massa habían acordado una postura común durante los días que compartieron en Pinamar. Cristina estaba enterada.
En UP dicen que entre los que se abstuvieron pesaron las encuestas que muestran el apoyo social a la suspensión de las PASO. Miguel Angel Pichetto fue más allá y pidió una reforma constitucional para eliminar las elecciones de medio término. El problema vendrá cuando Milei empiece a encargar sondeos que pregunten por la utilidad social del Congreso de la Nación.
Frente a los ataques de una extrema derecha que se distingue a nivel global, la dirigencia tradicional oscila entre la especulación y las viejas consignas. Más que una cuestión de forma, ligada a lo disruptivo de un showman que grita y maldice, hay algo de fondo. Junto con la crítica al modelo de Milei, el arco amplio de defensores de la democracia podría preguntarse si no es hora de asumir en público su propio fracaso. Sobre todo, si el objetivo es hablarle a un electorado que ya demostró hasta dónde llega su hartazgo ante promesas vacías.
La eliminación de las PASO puede dañar al PJ pero también al PRO, que volvió a colaborar con un proyecto hegemónico que incluye su propio aniquilamiento. Los macristas en fuga de Diputados se dicen despreocupados: todos se sienten parte del nuevo equipo de la derecha y ven a Macri como un abuelo quejoso. Después de la votación, en el chat de los gobernadores radicales llegaron a la conclusión de que LLA va a competir con su propio partido y sin alianzas en todo la Argentina.
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La campaña electoral tiene una dinámica que la realidad puede hacer volar por los aires. La patota policial que fusiló a Matías Paredes en Mar del Plata obligó a Axel Kicillof a suspender lo que sus colaboradores habían diagramado como un acto de la emancipación en la ciudad que gobierna Guillermo Montenegro. En medio de la asfixia económica y el fuego cruzado con la extrema derecha, conducir la provincia de Buenos Aires puede tornarse un ejercicio riesgoso. Después de que la policía bonaerense reprimiera a la novia de Lucas Aguilar, Kicillof decidió ir personalmente a reunirse con la familia de Paredes.
En tiempos de guerra social fomentada desde el corazón del poder y con las mil caras de la violencia urbana en el prime time, la campaña se parece de a ratos a un campo minado. Kicillof puede desdoblar por decreto pero necesita el apoyo de parte del PJ, el Frente Renovador, el radicalismo y el PRO si quiere aprobar una ley que suspenda las PASO.
El espectáculo del peronismo sin norte ni proyecto podría ayudar a un reencuentro entre Cristina y Kicillof. El riesgo de sostener el hielo o incluso profundizar el enfrentamiento interno está a la vista: trasciende las paredes del Congreso y se traslada al terreno electoral. El cierre de listas para la elección de convencionales en Santa Fe confirmó que la oferta del peronismo irá partida en tres, con listas que encabezan Juan Monteverde, Marcelo Lewandowski y Roberto Sukerman. Ese mosaico astillado y la sociedad de Maximiliano Pullaro con Omar Perotti están entre los motivos que le permiten al gobernador radical reformar la Constitución después de 60 años.
La supremacía de Milei no depende de una votación sino que es continua, con una ofensiva diaria en la que el oficialismo pone a todo el sistema de poder a discutir sobre sus ejes. La agenda la impone la extrema derecha y sus rivales aparecen demasiadas veces como rehenes del caos que fomenta el presidente. La artillería permanente de Milei absorbe la energía de una oposición que no logra construir un eje de conversación que conecte con las demandas sociales de los perdedores del modelo.
El mundo del trabajo vive las réplicas de un terremoto. Solo en la última semana, grandes empresas como General Motors, Nestlé, Nissan y Puma anunciaron despidos, retiros voluntarios, suspensiones y paralizaron la producción a causa de la recesión y el aumento de las importaciones en un contexto de dólar planchado. Nissan, que amenaza con importar las pickups Frontier desde su planta en México, descartó su plan de comprar la estadounidense US Steel y acaba de ceder ante Trump con una promesa de una gran inversión en la empresa. A eso hay que sumar los conflictos prolongados en Bridgestone, Sancor y Linde Praxair.
En paralelo a la destrucción de empleo formal, lo que crece es el ejército de trabajadores low cost. Un dirigente de la tercera sección electoral advierte un deja vu noventista: en el paisaje del conurbano bonaerense, vuelven a abrir varios kioscos por cuadra. Son los despedidos de hoy, que no quieren comerse la indemnización. Más que daños colaterales de una guerra, son las bases del modelo. Los datos de la Encuesta de Indicadores Laborales de diciembre confirman que 2024 finalizó con suspensiones y despidos. A eso se suma, el dato de diciembre que difundió el gobierno: el RIPTE mostró que los salarios formales (+2%) perdieron con la inflación (+ 2,7%) después de 3 meses de subas. La baja de la inflación está atada con alambre y las mayorías precarias, que están mucho peor, todavía no levantaron cabeza.
El contexto hace que Capital Humano festeje una conflictividad que está en el nivel más bajo de las últimas dos décadas. Durante el segundo semestre de 2024 se registró un promedio de 14 conflictos con paro por mes. Es el menor número desde 2006 y representa una baja del 71% si se la compara con el pico de 47 conflictos en 2014. El desempleo es la mejor forma de disciplinamiento.
En la puerta de la fábrica de Pacheco, donde trabaja desde 1998, uno de los despedidos de Praxair, la compañía alemana-estadounidense que es líder mundial en el mercado de gases industriales y medicinales hizo la misma periodización. “Sabemos que esta es una lucha política y acá no estamos discutiendo plata, estamos discutiendo el descabezamiento de una organización sindical que hace 20 años viene peleando para mejorar las condiciones laborales”, dijo Maxi Arecco. Para los despedidos, la victoria de Milei implica un retroceso de dos décadas. El conflicto lleva dos meses y puede ser considerado un caso testigo. Praxair, que abastece de oxígeno a sanatorios y hospitales, es además la principal proveedora de siderúrgicas y petroleras. Por primera vez en la historia, un paro desbordó la directiva del sindicato y se extendió durante toda la semana pasada en las cinco sucursales de la compañía: Pacheco, Pilar, Ensenada, Avellaneda y Lanús.
El modelo que promociona el gobierno deja afuera a millones de personas y tiene contradicciones que marcan desde el Círculo Rojo. Milei promete aferrarse al mandato de no devaluar y desmiente el atraso cambiario y se abraza al control de cambios. Pero todo su imperio está atado a la baja de la inflación y la ficción del superpeso provoca una salida récord de dólares. Según datos del Banco Central, el gasto en dólares con tarjeta de crédito en enero llegó a 865 millones de dólares y fue el más alto de los últimos 16 años. No sólo triplica el nivel de enero de 2024 -U$S 267 millones-, sino que supera el récord anterior -U$S 838 millones-, de enero de 2018, tres meses antes de que Macri saliera desesperado a pedir el socorro del Fondo. El dato no tiene en cuenta nuevos consumos que no entran en la estadística. El BCRA también indica que el récord de préstamos en dólares (+18% en relación a diciembre) es insumo de la bicicleta financiera que promueve el gobierno.
El último informe de Emmanuel Alvarez Agis desmiente la teoría de Caputo sobre “precios adelantados”. El gráfico muestra que una canasta de alimentos y bebidas que en octubre de 2023 era en Argentina un 57% más barata que en el resto de los países de la región pasó a ser, en diciembre de 2024, un 13% más cara.
Los indicadores de que algo no va bien llegan de todos lados. Un reporte de Dante Sica indica que Argentina tiene en el arranque de 2025 el déficit comercial con Brasil más alto de los últimos siete años, 326 millones de dólares. El antecedente inmediato es también de enero de 2018, cuando el rojo comercial de Cambiemos excedió los 400 millones de dólares. El trabajo de la consultora del ex ministro de Macri dice que el sexto mes consecutivo con déficit comercial se explica principalmente por un salto importador de 57,9% interanual.
Después del escenario de devaluación y recesión que marcó el arranque de Milei, el rebote de la economía y el fin del impuesto PAIS abrieron a un festival de importaciones que impacta de lleno en la industria automotriz. La conclusión del informe: “Para el resto de 2025 esperamos que el déficit bilateral entre Argentina y Brasil se amplifique significativamente y arrime a los USD 4,000 millones con importaciones que difícilmente crezcan menos del 30% (al entorno de USD 18.000 M como piso) y exportaciones subiendo pero menos (+11% /13% anual)”.
Con las reservas en torno a los U$S 30.000 millones y en un año con vencimientos de deuda por U$S 20.000 millones de vencimientos de deuda, sólo Trump puede hacer que el Fondo salve las contradicciones del modelo inviable que puso en práctica su discípulo más estridente.