Hinchadas unidas y en la calle para apoyar a los jubilados

Las hinchadas de distintos clubes se unirán en la calle para respaldar el reclamo de los jubilados contra el ajuste del gobierno de Milei. La movilización desafía el prejuicio sobre el fútbol como mero entretenimiento y lo reivindica como espacio de identidad popular y expresión política. En un contexto de crisis, la pasión por los colores trasciende la rivalidad y se convierte en símbolo de resistencia y unidad en defensa de la justicia social.

09 de marzo, 2025 | 00.05

Alguna vez tenía que ser. Durante todo lo que va de mi vida, tuve que enfrentar -en mi doble condición de futbolero intenso y militante político- el sonsonete de que el fútbol es “necesario” -vista la cuestión desde las “clases cultas”- para distraer la atención y para construir un sostén del patriotismo útil para “tapar” los verdaderos problemas del país. Ese movimiento de ideas tiende a considerar que quien grita alocadamente un gol de la selección -o en los buenos tiempos también una conquista internacional de un equipo argentino- es una persona “utilizada” por un poder maligno y siempre igual a sí mismo, para tapar los “verdaderos problemas”. En sus expresiones más delirantes llegaba a culpar de las frustraciones y los fracasos nacionales a ese diabólico juego capaz de encender pasiones como muy pocas otras actividades pueden hoy desatar. 

El hecho es que hoy estamos ante un acontecimiento inesperado -y acaso luminoso- la confluencia de un conjunto de “hinchadas” de fútbol con el reclamo de los jubilados contra la agresión sistemática y perversa del gobierno de Milei. Y en la lista de barras futboleras que anuncian el encuentro hay más de una que se debe haber trenzado a trompadas más de una vez contra alguna otra de los que “bancarán los trapos” en las marchas que vienen. Los bien pensantes críticos tendrán que hacer andar sus murmullos por otras regiones. Desde aquí les damos una ayuda: pueden hablar, por ejemplo, de la falta de presencia de los sindicatos y la CGT. Por supuesto que, en este caso, como ocurre siempre, eso los obligará a mirar para otro lado cada vez que desde la central o algunos de sus sindicatos más poderosos se impulse la movilización, lo que siempre ha ocurrido y volverá a ocurrir en condiciones como las que vivimos. Es una buena manera de mostrarse solidario y consciente sin tener que recibir palos ni aspirar gases perjudiciales.

¿Por qué esta cuestión tiene importancia política? Porque de lo que se está hablando es de modos diferentes de comprender la pertenencia y la militancia política. Hay un modo que sueña con una política “seria”, que no se comprometa con los usos y costumbres del “populacho”, con sus misteriosas fidelidades de pertenencia. Un uso particularmente perverso de esta administración de corrección política tuvo lugar en el mundial que se jugó en nuestro país en 1978. Los intensos festejos de la noche de la consagración de nuestra selección como campeona de la competencia fueron interpretados por algunos de estos bien pensantes como indiferencia al contexto político del triunfo y de la celebración. Festejábamos rabiosamente mientras en el país había miles de víctimas fatales de la violencia dictatorial. Es un argumento muy fuerte. Y también un golpe bajo que parece esconder tras un halo de “conciencia política” un olímpico desprecio por la alegría popular y sus formas de expresión. Tampoco, en lo personal, experimenté ninguna prueba de que los festejos confluyeran en el apoyo de sus protagonistas a la siniestra dictadura de Videla y sus adláteres. Podrá haber habido casos de esa confluencia; eso es lo hermoso de las identidades populares que no se dejan explicar por miradas simplistas y mucho menos doctrinarias.

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La tarde del miércoles próximo puede convertirse en el tiempo de una enorme conquista del movimiento popular. La confluencia de un amor intenso entre los colores de las camisetas que estén representados (ojalá que siga creciendo su número en estas horas) con la conciencia de que el fútbol, nuestro deporte más popular, puede también ser un poderoso vehículo para una política de unidad nacional sostenida en los principios de la justicia social, la democracia y el patriotismo.