Desde que comenzó el siglo XXI la estrategia de la CIA, la Embajada de EEUU y los grupos de poder de cada país para enfrentar a los gobiernos populares en América Latina, ya no consiste en recurirr a las FFAA. Con una renovada doctrina de Seguridad Nacional, la derecha opera en la región realizando una guerra con tácticas inéditas: ablandamiento institucional, presión en las calles agitando el caos, uso de fake news y lawfare, levantamientos policiales, debilitamiento de la imagen presidencial, etc. En lenguaje local podríamos resumir: la derecha arma grietas de odio, que nada tienen que ver con el conflicto político, para debilitar y derrocar gobiernos.
A manera de ejemplos podemos citar en 2002 el intento de golpe en Venezuela contra Hugo Chávez durante 48 horas, en 2009 la deposición ilegal de Mel Zelaya por la Corte Suprema de Honduras, en 2010 el secuestro de Rafael Correa por un motín policial, en 2012 la destitución de Fernando Lugo mediante un juicio político, en 2016 el golpe institucional contra Dilma Rousseff, en 2018 la renuncia de Evo Morales forzada por policías y militares en Bolivia, en 2021 el asesinato por mercenarios colombianos del presidente de Haití Jovenel Moise. En la Argentina el uso del lawfare contra Cristina y el del suicidio de Nisman, fueron los argumentos por medio de los cuales la derecha ganó las elecciones nacionales en el 2015.
En 2019, desde que se oficializó la fórmula del Frente de Todxs, la oposición no hizo más que desestabilizar intentando de todas las formas posibles dividir al peronismo. Alberto Fernández, la noche del 11 de agosto de 2019 en la que consiguió un contundente triunfo en las PASO ratificado luego el 27 de octubre en los comicios generales, afirmó que "La grieta se terminó para siempre y la venganza también".
Lamentablemente, hay que decir que a dos años de gobierno peronista la grieta y su causa, la usina generadora de malestar y veneno de los medios de comunicación corporativos, siguen intactas. También permanece sin que haya sido llevada a cabo la reforma judicial, continúan lxs presxs políticxs y el lento proceso de las causas que comprometen al mentiroso serial, a pesar de la abundante evidencia de las denuncias en su contra.
La grieta no es “de los dos lados”, como afirman algunxs, así como en el terrorismo de Estado tampoco se trataba de dos demonios. Históricamente, la violencia de la derecha en nuestro país se pone en juego cada vez que hay un gobierno popular con un proyecto de nación que puede afectar intereses, con un Estado que regula ejerciendo algunos límites contra los privilegios o el libre mercado.
El presidente Alberto Fernández creyó que con buenos modales, un discurso progresista, tolerante, políticamente correcto y a favor de los derechos, iba a alcanzar para desarmar la llamada grieta, o sea, la compulsión de odio y las operaciones por parte de la derecha destituyente y antidemocrática.
La grieta sólo puede resolverse elevando el odio a la dignidad del conflicto político, esto es, a partir de los límites que aportan las instituciones y las leyes, para impedir el desarrollo de la violencia. Se pudo saldar la enemistad con las FFAA luego de que Néstor Kirchner pidió perdón al pueblo por el terrorismo de Estado, derogó las leyes de Punto Final y Obediencia de Vida, bajó el cuadro de Videla en la Rosada e hizo de los derechos humanos una política de Estado, comprometiéndose con la verdad la memoria y la justicia.
En este contexto de avance de la derecha y su afición compulsiva al golpismo ¿cómo enfrentar el acoso de las fuerzas reaccionarias y antidemocráticas? ¿cómo pueden el gobierno y el pueblo garantizar un límite? La gravedad de la situación actual pide algo más que unidad.
Haber logrado el control de la pandemia luego de un año y medio permite salir de las cavernas y revitalizar la política. El 17 y 18 de octubre comenzará la anhelada lucha en la calle, esta vez más que nunca “codo a codo”. El lunes 18 en una marcha convocada por la CGT junto a los movimientos sociales, a la que el gobierno decidió plegarse. El 17 convocan a la Plaza de Mayo las Madres y un sector de la CTA, con la participación de miles de militantes demandando en la calle a la vez que apoyando al gobierno. La democracia se fortalece cuando el pueblo se expresa y logra hacerse escuchar.
En los próximos meses la movilización popular, la unidad del peronismo, su organización y potencia plebeya serán la garantía del gobierno contra cualquier aventura antidemocrática que intente la oposición.
El pueblo en la calle
15 de octubre, 2021 | 05.00
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Nora Merlín
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