¿Esto votaste?

19 de julio, 2020 | 00.05

Vamos al punto, cosa de no perder mucho tiempo.

Si mal no recuerdo, leí (ya que no vivía en Argentina entonces) que el gobierno de Macri metía gente presa por un tuit y felicitaba a gente que mataba otra gente por la espalda. Se también que el gobierno de Bolsonaro manda a matar gente por lo mismo, y tiene especial predilección por referentes sociales. Y Lenin Moreno les va en saga: quien se opone o le retruca algo, marcha presa. O exiliado.

El cúmulo de barbaridades perpetrados por gobiernos electos es abrumador. Implica asesinatos, traiciones, prisiones injustificadas, despidos de periodistas y criminalizaciones varias, siempre sumado a irreparables destrozos de la economía. Todo desde una sólida base de “esto es así y punto”.Lo de Bolivia es más grave, pero aquí solo hablo de gobiernos elegidos y no de sillas ocupadas tras golpes de estado.

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Ahora bien, esos gobiernos fueron (son) producto de la elección de un candidato que más o menos se ajusta a ciertas preferencias.

Partamos de una base: el candidato ideal, ese que llegará a salvarte vestido de gala, con morrión dorado y sobre un caballo blanco enjaezado como príncipe, no existe. Justo ese, no. Pero hay otros, humanos, comunes, con algunas luces que más o menos (y algunas veces), coincidirá con tu forma de ver las cosas. Y eso está bastante bien. Pero insisto: solo algunas veces y no en todo, de tal suerte que cuando votas (salvo en algunos contadísimos casos) elegís por alguna de las ideas y propuestas. Nunca por todas.

Sin embargo, (y este es mi punto) elegís algo que me parece fundamental: elegís con quien discutir.

Y volvamos brevemente al principio: ¿podrías discutir con Bolsonaro o con Lenin Moreno? Y haciendo un poquito de memoria, ¿podías discutir con Macri?. Y retomando una idea que descarté, igual pregunto: ¿preferirías intentar discutir con un gobierno como el de Bolivia?

Pero sin embargo, discutís con Alberto Fernández. Y eso está muy bien. Podes argumentar “es un derecho, es su obligación” y es cierto, pero no es corriente. No sucedía aquí y no sucede en muchos países. Y podés alegar eso igual. La derecha suele ser muy institucionalista…cuando no está en el poder. Son los mismos que pregonando un estado mínimo, ahora quieren un estado absoluto, elevado eficientemente sobre las ruinas que le dejaron los que ahora joden.

Fernandez-Fernandez gobiernan y avanzan por donde creen que pueden, y algunas veces (nos consta) retroceden para mejorar tras alguna discusión.

Ahora sucede que hay gente que se cree importante, mejor, preclara. Y está bien. Las formas de la auto satisfacción (con o sin cuarentena) son variadas. El único problemita con eso es cuando la importancia personal aumenta. Esto casi siempre es directamente proporcional al fracaso propio. Ahí comienzan las opiniones sobre cosas de las que no se tiene toda la información, y si a eso le agregamos la televisión y el entusiasmo, se convierte uno, en una bomba difícil de desactivar, y claro, se pierden las perspectivas propias y se abonan las del enemigo. Sin duda creerás que vos podrías hacerlo mucho mejor. Pero da la casualidad que, o no te presentaste en la lista, o no ganaste las elecciones. Y desde afuera, todos saben a la perfección con que lado del pie debería haberle pegado a esa pelota..¡ que le llegó tan fácil!

Es probable que la conclusión sea soberbia, pero resulta que cuando veo las noticias, yo también digo “Va lento. Que nacionalice todo. Que abra la cuarentena pero que no la abra. Que no negocie la deuda. Que se ponga duro de una vez. Que ponga de una puta vez la ley de medios. Que aumente los bonos para siempre. Peropuedeserquenoseapuremecagomilvecescarajo!. Lo veo, lo estoy viendo, como puede ser que él no lo vea!”.

Después respiro, y repaso en mi cabeza largas charlas que tuve con presidentes y ex presidentes, y la realidad es siempre otra. La que no vemos. La que mueve los hilos que muy poquita gente sabe. Los riesgos que conlleva presidir en Latinoamérica, que es como jugar a la rayuela en arena movediza. Es una partida de ajedrez con diez tableros de cristal superpuestos, movés abajo mirando arriba y un mal movimiento…todo de nuevo.

Gobernar es complicado, y lo es mucho más, para quien gobierna y escucha, porque escuchar hace que todo sea más lento. Los poderes reales saben eso. Y de nuevo convierten nuestras virtudes en sus mejores armas, azuzando la paciencia de la gente dándole largas a todo y fogoneando la pretendida falta de decisión. Eso lija la legitimidad, la desgasta de a poco, y crea un coro griego que propicia tragedias, del que quizá estés formando parte.

Con Alberto Fernández, pasa algo que no es muy original en la historia, que es casi lo mismo que le pasó a Evo Morales: si escucha, es lento. Si no escucha es dictatorial. Es el perverso juego del tigre: si te quedas el tigre te come, y si corres, el tigre te agarra.

Vos sabrás que juego jugás. Y si no lo sabes, trata de enterarte.

Los que votamos la fórmula que hoy preside, elegimos, entre otras cosas, alguien con quien se puede discutir.

Y créeme, no es poco.