El presidente de Uruguay, José Mujica, dijo que nunca vendería su Volkswagen Fusca, pese a una oferta millonaria por el viejo vehículo que seguirá guardado en el galpón de su modesta chacra para ser usado sólo esporádicamente.
Un jeque árabe había ofrecido un millón de dólares y el embajador mexicano en Uruguay propuso realizar una subasta con un precio base equivalente a una decena de camionetas doble tracción por el Fusca color celeste de 1987. Pero las propuestas no tentaron a Mujica, quien prefirió conservar el antiguo "escarabajo", valorado en unos 3.000 dólares y que le obsequió un grupo de amigos.
"Nunca podríamos venderlo porque ofenderíamos a esos amigos que se juntaron para hacernos ese obsequio", dijo el presidente en un programa radial según consigna la agencia Reuters.
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"Yo no sé si algún día se va o no (el automóvil), lo que yo sé es que mientras yo viva, va a dormir en el galpón", precisó y agregó que seguirá siendo usado por él y su esposa, la senadora Lucía Topolansky, para "dar una vueltita".
En un principio Mujica, que dona el 70 por ciento de su salario a un plan de vivienda, había pensado que el dinero podría ser usado para obras sociales.