El síntoma de la obra en construcción

05 de febrero, 2015 | 15.42

Por Sebastián Dunphy
Redacción El Destape

En esta Buenos Aires sobre-psicoanalizada, Luis Terán es un artista emergente cuyas obras tienen como factor común la obsesión de simples procedimientos. Desde sus primeros objetos minuciosamente agujereados hasta sus instalaciones de gran tamaño en las que las formas se repiten al infinito. Terán pone el foco en el taller, los materiales de obra y el uso de las herramientas y deja el resultado final a la buena de la experimentación, el juego y el azar.

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ED- ¿Cómo ves el camino transcurrido en esto años de producción, desde las latitas agujereadas hasta los trabajos a gran escala in situ que haces hoy?

LT- Lo veo un poco como lo que es, como lo decís vos, un camino transitado. Pese a sonar quizás antagónico entre lo pequeño de las primeras obras y la escala de las últimas, encuentro muchas cosas que se mantienen constantes en ambas producciones. Muchas veces me encuentro con obras viejas y las entiendo un poco más.
Las obras no cambian nunca, quiero decir, que en este tiempo, quizás cambié yo, y puedo tener la distancia crítica necesaria, para entender esas obras. También creo que en una producción artística, 10 años no son nada. ¡Y falta tanto!

ED- Al comienzo tus obras tenían una fuerte impronta obsesiva: realizar la mayor cantidad de agujeros que se le pueda hacer a un objeto, como un niño que agarra una herramienta del padre y juega con ella con el único truco que sabe. Y que eso fue transformándose. Te fuiste apropiando de las herramientas hasta el día de hoy, donde puede leerse que lo que tenés en claro a la hora de encarar las obras grandes es cómo van a ser las uniones y con qué materiales. Ahora vos sos el padre.

LT- Eso es cierto. Ahora estoy mudando mi taller nuevamente. Juntando herramientas y ponerlas en un mismo lugar, en realidad. Me llevé las herramientas de mi casa y las llevé todas al taller. Y pensé en tener un lugar donde tener las herramientas de la casa. Y recordé lo que significaba para mí el "placard" de las herramientas de mi papá (todavía está en casa mis padres), ¡era el lugar de las posibilidades!
Para mí las herramientas son como la extensión del cuerpo, y el taller el espacio para que esas extensiones funcionen.
De todas maneras ese rasgo obsesivo se mantiene bastante. Estas últimas obras que hice pueden llegar a ser nada más que una figura geométrica que se repite en el espacio.

ED- ¿Cómo es la relación entre tu producción y la idea de taller de escultura?

LT- Con el tiempo cambié mucho mi relación con el taller. Algunas veces el taller es un gran laboratorio de pruebas de cosas, mezclas de yeso, cemento, vaciados, tejidos de tela, plástico, etc. Y otras veces un lugar más limpio donde hago maquetas o estoy sentado dibujando.
Asumí que soy mucho más desordenado de lo que creía y me dejo llevar por la producción un poco que es la que determina la fisonomía real del taller. Me gustaría tener un espacio enorme, con las cosas ordenadas... pero no.

ED- ¿Los materiales? Que de ser latitas o cosas que también tienen connotaciones infantiles, pasaron a ser materiales de la construcción.

LT- Ja! sí. No dejan de ser como el Mecano, que también es infantil.
En realidad ambas cosas son del universo de lo barato...las latas, son basura y las maderas que uso suelen ser las más económicas del mercado.

ED- ¿Y el tamaño?

LT- Generalmente uso las maderas como vienen. No hago cortes. para que la intervención sobre Pese material sea mínima.
El tamaño quizás sea también una manifestación obsesiva, como en esos estados de fiebre donde uno se imagina algo pequeño que se hace enorme y lo aplasta a uno. Últimamente mi proceso más relevante es la deriva constante.

ED- ¿Con qué artistas estás en diálogo con tus obras?

LT- No busco que mis obras pregunten o respondan problemáticas de otros artistas u obras. No creo que las obras dialoguen con ninguna otra producción. Intento que dialoguen con el espectador y conmigo. De todas maneras hay obras que sí son inspiradoras o artistas que lo son. Quizás no sea un diálogo, pero son los que te abren la puerta para entrar a un lugar. Sin duda, los artistas de las vanguardias de principios de siglo XX, l@s escultor@s modern@s. Y después creo que el arte contemporáneo como género, te sumerge en un lugar que es muy inspirador...y el abismo al mismo tiempo.

ED- ¿Qué estás presentando ahora en el Recoleta?

LT- Para Recoleta construí en la sala, in situ, una escultura de 320 X 1300 cm. En este tipo de trabajo el espacio de exhibición se transforma en el taller. Es taller y sala.
El espectador eso no lo ve, pero se siente en el lugar. Sobre todo cuando uno se da cuenta que no hay forma de que la obra entre en la sala si no es que está hecha ahí mismo.
Del traslado del taller, lo que más gusta es transitar ese abismo que es meterse en un espacio desconocido, que por más que uno tiene planos y anotaciones, es un espacio que no está habitado por uno... entonces hay que llenarlo con algo más que con la obra. Muchas cosas dejo para definir en el lugar.