Murió Francisco: la monja que se saltó el protocolo para darle el último adiós

Se trata de Genevieve Jeanningros, sobrina de Léonie Duquet, una de las monjas que fue secuestrada durante la última dictadura argentina tras ser señalada por Alfredo Astiz.

23 de abril, 2025 | 15.25

Cuando llegó ante el féretro del Papa Francisco, sor Genevieve Jeanningros no dudó: se ubicó a un costado, lloró y rezó durante varios minutos, mientras cardenales y obispos se limitaban a dar un breve saludo y seguir de largo. La mujer, de 81 años, es sobrina de Léonie Duquet, una de las monjas francesas detenida desaparecida durante la última dictadura cívico militar. A lo largo de los años, la integrante de la orden de las Hermanitas de Jesús, consolidó una fuerte amistad con el Sumo Pontífice, lo acercó a los feriantes y las transexuales de Roma.

Jeanningros llegó a la Basílica de San Pedro con una mochila sobre sus hombros y ninguno de los guardias suizos se animó a detenerla. Permaneció allí durante varios minutos. La 'enfant terrible' era el apodo que le había puesto papa Francisco

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Sor Geneviève vive desde hace cinco décadas en una casa rodante al lado de un parque de diversiones de Ostia, en las afueras de Roma, donde realiza desde hace 56 años un trabajo pastoral con personas de la comunidad circense y LGBTI+, que le presentó a Francisco y con quienes realizaban encuentros cada miércoles.

No siempre fueron amigos

El 25 de septiembre de 2005, luego de la identificación del cuerpo de Duquet -una de las monjas francesas señaladas por el genocida Alfredo Astiz, condenado a cadena perpetua-, su tía fue enterrada en el jardín de la Iglesia de la Santa Cruz, en Buenos Aires, junto a otras madres de Plaza de Mayo entre las cuales estaba Esther Balestrino de Careaga, que había sido profesora de Química de Jorge Bergoglio -el nombre de pila del Papa-.

Nadie del episcopado asistió y sor Geneviéve se sintió herida y decidió comunicárselo al entonces arzobispo y cardenal primado de Buenos Aires. Le dejó una carta en el hotel para eclesiásticos donde solía quedarse cuando viajaba a Roma. Aunque no se lo esperaba, después de esa carta, en la que había dejado su número de teléfono, recibió un llamado de Bergoglio, que reconoció su error y le pidió disculpas: “Hermana, hizo bien en decírmelo, así se hace entre hermanos y hermanas”.

El gesto del Papa luego de la visita de La Libertad Avanza a genocidas

El 31 de julio de 2024, Francisco hizo una visita de carácter privado a Jeanningros. Fue luego de que se difundiera que un grupo de diputados nacionales del partido oficialista La Libertad Avanza (LLA) fuera a visitar a genocidas de la última dictadura cívico militar que se encuentran detenidos. “No tuvo absolutamente nada que ver con eso”, afirmó la monja ante la consulta de La Nación en ese momento, sin embargo, es casi imposible imaginar que no se trató de un gesto político por parte de Francisco.

La visita de los legisladores de LLA a genocidas también generó zozobra en Francia, por el papel que el genocida Alfredo Astiz en el secuestro, las torturas y la desaparición de las religiosas francesas Alice Domon y Duquet en diciembre de 1977.