La policía sudafricana bajó el jueves una cámara a más de 1,5 km bajo tierra en una mina de oro ilegal para comprobar si quedaban supervivientes o cadáveres tras un asedio de las autoridades que duró meses y en el que murieron al menos 78 mineros.
Los cadáveres y los 246 supervivientes, algunos de ellos demacrados y desorientados, han salido a la superficie a lo largo de tres días de una operación de rescate ordenada por un tribunal.
La policía empezó a asediar la mina de Stilfontein, al suroeste de Johannesburgo, en agosto, cuando retiró un sistema de poleas que se utilizaba para subir y bajar suministros de comida y agua, en un intento de obligar a los mineros a salir a la superficie.
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Los sindicatos han calificado de "horribles" las tácticas empleadas por el Gobierno y le han acusado de permitir que la policía mate de hambre a personas desesperadas que intentan ganarse la vida a duras penas.
Por el momento solo se han identificado dos de los 78 cadáveres recuperados, ya que muchos de los mineros ilegales estaban indocumentados y algunos de los cuerpos se habían descompuesto, afirmó Athlenda Mathe, portavoz de la policía.
A medida que aumenta el número de víctimas mortales, también aumentan las críticas a las autoridades, aunque el Gobierno defiende que sus acciones son necesarias para proteger la economía y combatir la delincuencia. El ministro de Minas dijo que el comercio ilícito de metales preciosos costó a Sudáfrica más de 3.000 millones de dólares el año pasado.
(Información adicional de Bhargav Acharya y Sfundo Parakozov en Johannesburgo; redacción de Alexander Winning, edición de Angus MacSwan; editado en español por Javi West Larrañaga)