(Por Hernani Natale) - Como ocurrió con muchos artistas durante el confinamiento, que capitalizaron la situación de encierro para nuevas creaciones, Juana La Loca dio forma durante la pandemia a su nuevo disco Endorfina, una respuesta artística desde la "rebeldía" a una situación de anomalía total, según la definición de su líder Rodrigo Martín.
Sin embargo, fiel al inquieto espíritu que define al grupo desde su irrupción a principios de los `90 y que lo ubicó entre los grandes renovadores de la escena local en aquella década, fue más allá y decidió, no solo eludir el facilismo de crear letras descriptivas o que aludieran a planteos existencialistas propios de un mundo pandémico, sino también terminar la grabación iniciada en confinamiento en una gira por distintos puntos del país.
Por ese motivo, la producción que empezó con el intercambio virtual entre los músicos culminó con registros realizados en la segunda mitad de 2021 en medio de una gira que se inició en el porteño The Roxy, para luego ir a Córdoba, con paradas en Villa María, Villa General Belgrano y la capital provincial; Tucumán, Salta y Jujuy, y que quedó testimoniado en un corto documental.
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Traté que el disco no quedara atrapado en la situación tan anómala que planteaba la pandemia; no dejarme influenciar por una situación desgraciada y responder a eso con arte. O sea, de alguna manera, rebelarme ante las condiciones inhóspitas que se planteaban en el planeta y responder a eso con una variante artística, dijo Rodrigo Martín a Télam para aclarar que no se está en presencia de un disco pandémico y, de paso, marcar diferencias.
Y amplió el concepto hacia la manera en que el disco fue grabado: Empieza en reclusión y termina explotando, no implosionando. Termina en libertad y eso es a lo que me refería cuando hablaba de contestar con rebeldía ante una situación de agobio como fue la pandemia.
Endorfina está disponible desde el 23 de septiembre en plataformas digitales, promete en el futuro ediciones en formato físico y será presentado oficialmente el próximo sábado 1 de octubre en Lucille, del barrio porteño de Palermo; el 28 de octubre en Córdoba capital, al día siguiente en Villa General Belgrano y en noviembre el grupo planea llevar su show nuevamente hacia el norte, justamente en donde terminó la producción.
Hacia el final del año, la banda prevé shows en La Plata, algunos puntos del conurbano y finalmente buscará cerrar este 2022 en algún reducto de la Ciudad de Buenos Aires.
La placa que sucede a Resplandece (2018) y al registro en vivo 30 años (2019) está integrada por nueve composiciones, todas ellas firmadas por su líder y algunas en coautoría con Roberto Pasquale, el otro miembro original del grupo, al que actualmente completan Andrés García en bajo y coros, Javier López en teclados y coros, Damián Gandolfo en batería.
Allí, entre las nuevas creaciones y otras que Martín contó que tenía guardadas desde hacía un tiempo, como el caso de Vestida para matar y Arder, aparece Juana La Loca en todo su esplendor, con un estilo altamente reconocible pero sin renunciar a la exploración de sonidos novedosos o poco convencionales.
En este contexto, Rodrigo Martín, el artista que en 1991, ante el debut discográfico con Autoejecución, autoproclamó a Juana La Loca como el primer grupo sónico, y que se posicionó como uno de los motores del llamado nuevo rock argentino con clásicos como Vida modelo, Sábado a la noche y Dame pasión, reflexionó ante esta agencia en torno a la evolución del uso de la tecnología como motor de búsqueda de nuevos horizontes artísticos, y dio detalles sobre Endorfina y su abordaje lírico, entre otras cuestiones.
Télam: ¿Cómo aparece la idea de llamar Endorfina a este trabajo?
Rodrigo Martín: Durante los tiempos de pandemia y frente a un entorno y una situación planetaria deprimente, yo conversaba en terapia sobre la forma de adquirir estados placenteros y eso lo obtenía a medida que iba generando las canciones del disco. A medida que daba forma a las composiciones y luego las escuchaba con cierto formato de canción me generaba mucho placer y eso lo relacioné con las hormonas que segrega el cerebro en estados placenteros. Sentí la necesidad de responder con situaciones placenteras a esa situación anómala.
T: Juana La Loca siempre se caracterizó por buscar nuevos sonidos -a veces disruptivos- y eso le dio un carácter. ¿Cómo se reformula esto en tiempos en que la evolución tecnológica hace que todos los artistas, y sobre todo las nuevas generaciones, trabajen de esa manera?
RM: La premisa fundamental de la banda es preferir la pregunta a la cómoda respuesta. Yo creo que el interrogante genera el conocimiento. Cuando tenés respuesta para todas las formas y los conceptos se mantienen inalterables en el tiempo, no se genera conocimiento. Cuando te preguntás las cosas, vas modificando tus formas de entender el mundo, en este caso, el arte. Nosotros siempre preferimos la pregunta ante la cómoda fórmula, por más que haya dado resultado en el pasado. Yo lo que veo es que la tecnología reemplazó un poco el romanticismo que tenían las antiguas formas de hacer un registro musical. De alguna manera, la tecnología dejó de lado la confección artesanal de ciertas cosas. Tiene sus pro y contras. Por un lado, la posibilidad de tener un studio home hace que se pierda un poco el vértigo de tomar una decisión trascendental en el disco porque ahora tenés tiempo de evaluarlo varias veces. Pero también pienso que a veces te da la libertad de poder registrar tu pico creativo por poder hacerlo en el momento que ocurre. Antes eso no ocurría porque había un horario fijo de estudio y se suponía que tenías que dar lo mejor de vos en ese momento. Por otra parte, hay ciertas expresiones que se perciben como modernas pero en realidad son adaptaciones a un lenguaje de época o reversiones de conceptos que ya existían de tiempo atrás.
T: Juana La Loca siempre tuvo un componente crítico en sus letras a las formas establecidas, pero muchas de ellas evidencian la mirada de un veinteañero. Vida modelo es un ejemplo de ello. ¿Cómo sentís que va evolucionando eso con el paso de los años?
RM: Yo creo que la edad indudablemente influye en la manera de decir las cosas porque hay otras formas de percibir el mundo que te rodea, pero no creo que la juventud sea un valor en sí misma. Es una etapa del desarrollo y de la vida en donde tal vez uno expresa mayor inconformismo y cierta crítica a las formas que te rodean. En esta etapa de mi vida sigo teniendo una mirada crítica hacia las formas sistémicas impuestas por una lógica social, y ya no soy joven. Ese inconformismo y esa postura de ver las cosas como deberían ser y no como son están reflejadas en Endorfina.
Con información de Télam