(Por Martín Olavarría) El drama romántico "Las cosas donde ya no estaban" representa un logro del cine independiente y autogestivo local al retratar con mucha sensibilidad, destreza y sencillez a la generación que atravesó su niñez en los noventa, a partir del reencuentro de una expareja de treintañeros que viaja al pasado a través de sus recuerdos a lo largo de una noche.
Con las destacadas actuaciones de Agustina Quinci y Andrés Ciavaglia, el largometraje dirigido por Fabio Vallarelli transcurre en una noche de reencuentro muy nostálgica de dos excompañeros de la escuela que eran novios y se separaron porque ella emigró del país a partir de la crisis de 2001.
Aunque ya lejana, esa catástrofe social ronda constantemente la aproximación pesimista del protagonista, Lucas, un joven deprimido por un reciente fallecimiento y desesperanzado con el país y por cómo sus expectativas de vida de adulto terminaron siendo distintas de las que tenía cuando noviaba con Dolores, una cantante en ascenso que pasa por Buenos Aires por una gira.
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"Hay mucho del contexto sociopolítico de mi generación y la idea sobre lo distinto que era el país cuando teníamos 15 años y lo que pensábamos que íbamos a poder hacer de grandes. Y encontrarte 12 años después con una realidad completamente distinta", contó Vallarelli en diálogo con Télam sobre ese punto.
Filmada antes de la pandemia con un mínimo presupuesto y mucha autogestión, la cinta fue favorecida por el aislamiento al rotar por varios festivales en formato online, lo que le dio mayor difusión y buenas repercusiones para llegar finalmente al Cine Gaumont, donde se podrá ver en salas hasta el próximo miércoles en la función de las 17.30.
A pesar de que el cine nacional no suele dominar del todo bien el formato de película romántica sostenida por dos personas conversando popularizado por "Antes del amanecer" y sus secuelas, Vallarelli encontró una fórmula para acometer con éxito esa configuración que siempre requiere de frescura y naturalidad interpretativa para que los diálogos resulten genuinos.
"Queríamos tratar de que los personajes hablen como personas y uno pueda empatizar con los modismos y las palabras que se usan", explicó Vallarelli sobre la cinta, apoyada también en una reconocible y familiar ambientación en el microcentro porteño y el barrio de San Telmo.
El género romántico y dramático se mezcla con el 'coming of age' en una película seria, densa en un buen sentido, pero tierna a la vez, con muchas referencias existenciales que recuerdan a la reciente "La peor persona del mundo" y la comedia de culto local "Los paranoicos" (2008) por la espontaneidad con la que transita.
"Si bien muchas de las cosas que se cuentan son bastante universales, la película tiene algo que a cualquiera que tenga mi edad le resulta bastante asimilable a su contexto personal", dijo el además guionista del filme sobre los tópicos de su segundo largometraje, tras su debut con "Tierra II" (2017).
Sumado a constantes referencias culturales que interpelarán a cualquier treintañero argentino, la película se hace atractiva por su buen tratamiento de ejes temáticos de relevancia como la soledad, el desarraigo, la nostalgia llevada por el peso del presente y la añoranza del pasado irrepetible enmarcados en un drama sobre la vida y sus sorpresas, la inexperiencia de ser joven adulto y la noción de la muerte de un familiar importante.
"En cuanto al recorrido que hacen los personajes hacia el final, creo que la película tiene una mirada más positiva con relación a todo eso, el encuentro de ellos, en realidad, tiene que ver con ir a buscar al pasado algo que necesitan para poder afrontar el presente y lo que viene", sostuvo el realizador.
Además, la cinta suma la presencia del animador televisivo "Pato" Galván, que con un pequeño y fugaz papel que sirve de alivio cómico para contrastar el espíritu dramático de la película, funciona también como guiño metanarrativo en relación con la cantidad de referencias a la cultura pop noventosa local de la que charlan los protagonistas.
Otro logro de la cinta en ese sentido se da además a partir de una reinterpretación melosa de Agustina Quinci con piano del clásico del punkrock bonaerense "Ya no sos igual" de 2 Minutos, que queda desprovisto de toda su crudeza original para convertirse en una bisagra del largometraje a través de la cualidad vocal de la actriz, que es cantante también en la vida real.
"La idea del proyecto nace como una excusa para tratar de hacer una película: la armamos de forma autogestiva y sin subsidios del Incaa para poder rodarla rápido y de forma más artesanal. Cuando empecé a pensarla, primero partí de algo que pudiese contar a partir de los recursos que tuviera a mano y la filmamos de una manera espaciada en tres meses y medio", contó Vallarelli sobre la génesis del filme.
Sobre su inspiración y demás referencias, el cineasta agregó: "Escribí la historia y la dejé ahí durante un tiempo porque al principio no le encontraba tanto sentido a hacerla, pero después me fueron pasando otras cosas a nivel personal y vi otras películas que me influyeron para dar mayor profundidad a los personajes y transmitir algo a través de los diálogos. Y ahí terminó de cobrar forma la idea".
"Me influyó mucho Truffaut, que me gusta mucho por cómo se concentra en los personajes. Además, tuve el disparador de "La Reconquista" (2016), de Jonás Trueba, también sobre dos personajes y que sucede en una noche", mencionó.
Consultado por los factores biográficos que volcó en el drama, Vallarelli indicó que el fallecimiento de su padre, a quien está dedicada la película, influyó en su proceso: "Pasaron dos años y medio desde que terminé el guion hasta que empecé a reescribir. Y, en el medio, se enfermó mi viejo y fue un proceso desgastante que me hizo crecer de golpe. También muchos amigos yéndose del país y otros quedándose sin laburo, así que con eso volví sobre el conflicto de los personajes para darles mayor tridimensionalidad".
Con información de Télam