Salarios desplomados y consumo deprimido: las razones que explican por qué no hubo traspaso a precios ante la suba del dólar

El informe de coyuntura elaborado por el Instituto Interdisciplinario de Economía Política, dependiente de la UBA, señaló que el traspaso del aumento del dólar a los precios fue bajo hasta el momento, aunque advirtió que no puede descartarse un impacto mayor a futuro.

15 de diciembre, 2025 | 20.53

A pesar de una suba significativa del dólar en los últimos meses, el impacto sobre los precios fue limitado. La inflación se mantuvo contenida incluso en un escenario de depreciación cambiaria que, históricamente, solía trasladarse con fuerza al consumo. Un informe identificó una combinación de factores económicos y monetarios que explican este comportamiento atípico, marcado por salarios deteriorados, demanda débil y un esquema cambiario más flexible.

El informe de coyuntura elaborado por el Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP), dependiente de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, señaló que el traspaso del aumento del dólar a los precios —conocido como pass-through— fue bajo hasta el momento, aunque advirtió que no puede descartarse un impacto mayor a futuro.

Entre mediados de abril y octubre, el tipo de cambio subió cerca de 35%, mientras que los precios al consumidor avanzaron apenas 15%, una brecha poco habitual en la historia económica argentina. En ese mismo período, la inflación general promedió 2,1% mensual, incluso levemente por debajo de los meses previos, mientras que la inflación núcleo también mostró una desaceleración.

Consumo débil y salarios retrasados

Uno de los factores centrales que explica la falta de traslado a precios es la retracción del consumo. La economía opera por debajo de su nivel potencial y el ingreso per cápita se encuentra aproximadamente 7,5% por debajo de su máximo histórico, lo que limita la capacidad de las empresas para ajustar valores sin perder ventas.

Con salarios reales todavía golpeados, muchos sectores optaron por absorber el aumento de costos en lugar de trasladarlo al precio final. Esta dinámica se replica de forma heterogénea en distintas regiones del país, donde la recuperación de la actividad no logra consolidarse de manera uniforme.

Política monetaria y fiscal contractiva

El informe también destaca el rol del sesgo contractivo de las políticas fiscal y monetaria. La combinación de menor liquidez, tasas de interés reales positivas y restricciones monetarias generó un entorno poco propicio para convalidar aumentos de precios.

Durante el segundo semestre, la tasa de interés se ubicó claramente por encima de la expectativa de inflación, reduciendo el margen para ajustes preventivos. Esta menor holgura monetaria, producto de la coordinación entre el Tesoro y el Banco Central, contribuyó a moderar el impacto inflacionario del dólar.

Un régimen cambiario más flexible

Otro elemento clave fue el nuevo esquema cambiario. A diferencia de episodios anteriores, las subas del tipo de cambio no se perciben como irreversibles. La implementación del régimen de bandas permitió reducir la brecha cambiaria desde niveles cercanos al 25% hasta prácticamente cero, lo que moderó las expectativas de remarcación.

Además, los dólares financieros —que suelen ser referencia para muchos precios de bienes transables— aumentaron muy por debajo del tipo de cambio oficial, limitando el traslado a los precios internos.

Por último, el informe apuntó que la expectativa de una economía más abierta también actuó como ancla. En sectores expuestos a la competencia importada, la posibilidad de subir precios se ve acotada, incluso en contextos de depreciación del dólar.

El trabajo aclara que este menor pass-through no garantiza estabilidad futura. Nuevos saltos cambiarios podrían tener efectos inflacionarios más marcados si cambian las condiciones de consumo, salarios y política económica.