El gobierno de Javier Milei cierra su segundo año de mandato con un deterioro acelerado de la crisis de deuda externa. Lejos de estabilizar el frente financiero, el endeudamiento público volvió a escalar hasta niveles récord, en un contexto de escasez de reservas, vencimientos concentrados en el corto plazo y creciente dependencia de los organismos internacionales de crédito. En este escenario, el stock de deuda externa pública alcanzó los 197.500 millones de dólares, el nivel más alto de la historia reciente, con dos agravantes decisivos: casi la mitad está en manos de organismos multilaterales —principalmente el FMI— y una porción significativa vence en los próximos meses.
La dinámica expone un problema que trasciende la coyuntura vinculado a la incapacidad estructural de la economía argentina para generar los dólares necesarios para sostener el perfil de pagos. Asimismo, la dimensión del problema se vuelve crítica al proyectar el calendario de vencimientos. En el próximo año y medio, la deuda externa pública enfrenta compromisos por 47.826 millones de dólares entre capital e intereses, mientras que si se suman los vencimientos totales —incluida la deuda privada— la cifra supera los 57.000 millones de dólares.
Todo ello ocurre con reservas netas al límite y sin acceso genuino al financiamiento internacional, un esquema que vuelve a poner en el centro el debate sobre la sostenibilidad del actual régimen económico.
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Récord de crisis de deuda
La economía argentina se encuentra inmersa en una crisis de deuda que se agravó en estos dos años de gestión de La Libertad Avanza (LLA). Al respecto, no se trata de un fenómeno nuevo, por el contrario, hay que retroceder al período de gobierno de Mauricio Macri que incubó esta crisis al duplicar la deuda externa pública en apenas cuatro años. Concretamente, en dicha gestión prácticamente se duplicó el monto hasta alcanzar 197.401 millones de dólares en el cuatro trimestre de 2019 (incremento neto de 95.742 millones). Posteriormente, el gobierno del Frente de Todos implementó una restructuración pero que sin quita de capital ni una extensión sustentable del perfil de vencimientos, lo que no permitió resolver el problema.
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Sin embargo, el actual gobierno libertario agravó la situación en su intención de profundizar el ciclo de valorización financiera, pero con incapacidad para acceder al crédito internacional, al menos hasta que llegaron los prestamistas de “última instancia”: primero el FMI y luego el Tesoro de Estados Unidos, entonces la deuda externa pública aumentó en casi 21.000 millones de dólares en un solo trimestre (segundo trimestre de 2025) y en alrededor de 7.000 millones en el tercer trimestre de este año.
Así, el stock de deuda externa pública alcanzó el récord de 197.500 millones de dólares con dos agravantes decisivos: casi la mitad está en manos de organismos internacionales de crédito y es una deuda de muy corto plazo. “Esto totaliza un salto de 16.700 millones desde fines de 2023 hasta el segundo trimestre de 2025”, detalló un informe del centro CIFRA-CTA.
La gravedad de la situación se aprecia, advirtieron los especialistas, al considerar que el superávit comercial fue de apenas 6.800 millones de dólares en los primeros 10 meses del año, mientras que el déficit de servicios fue de 9.600 millones de dólares en ese período, y la fuga de capitales al exterior acumuló 32.500 millones desde que se flexibilizó el control cambiario (apenas 6 meses y medio).
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En ese sentido, dos características centrales moldean este fenómeno: por un lado, se advierte un elevado peso de los organismos internacionales de crédito en su composición, y por el otro es una deuda con fuertes vencimientos de corto plazo en circunstancias de escasez de reservas.
Respecto a la primera cuestión, la deuda con organismos internacionales contabilizó 92.062 millones de dólares en el segundo trimestre de 2025, lo que representa el 46,6% del total de la deuda externa pública. Si se contrasta con la situación previa al inicio de la crisis de deuda “estos acreedores aumentaron en 72.294 millones de dólares su exposición en la Argentina, ya que a fines de 2015 el stock de deuda con los organismos era de 19.768 millones de dólares y representaba el 19,4% de la total”, destacaron los economistas Pablo Manzanelli y Leandro Amoretti.
La exposición actual también contrasta con la de la gran crisis de fin de siglo. Previo al megacanje de 2001, la deuda con los organismos alcanzaba a 21.757 millones de dólares (25,6% del total de la deuda en el año 2000). Entre los organismos de mayor importancia se encuentra el FMI (60% del total de los organismos), el BID (20%) y el BIRF (13%).
En este escenario se inscriben las presiones del FMI para que el gobierno argentino acumule reservas y la caída, al menos por el momento, del crédito de 20.000 millones de dólares de la banca internacional comandando por el JP Morgan y anunciado por el secretario del Tesoro de Estados Unidos (Scott Bessent) en pleno rescate electoral. “Todo parece indicar que existe una interna en el seno del capital financiero internacional ya que el JP Morgan exigía desplazar al FMI en su condición de acreedor privilegiado y que haya garantías del Tesoro norteamericano por eventuales incumplimientos por parte de la Argentina. Esto evidencia que la crisis de deuda no se deriva de problemas de liquidez sino de insolvencia”, plantearon desde CIFRA.
Cómo viene el 2026
De cara al próximo año, aparece en un lugar central la segunda característica de la actual crisis de deuda que afecta incluso, a la propia sostenibilidad del régimen económico: los vencimientos de la deuda externa pública son de corto plazo.
La gravedad es tal que según la Dirección de Cuentas Internacionales del INDEC, los vencimientos de la deuda externa pública –incluye tanto al gobierno nacional como subnacionales y al BCRA– totalizan en 2026 unos 35.597 millones de dólares (27.401 millones a vencimientos de capital y 8.196 millones a intereses. A su vez, si se mira el próximo año y medio los vencimientos escalan a 47.826 millones de dólares en concepto de capital e interés de la deuda externa pública. Ese monto representa un cuarto del stock de deuda (24,2%).
“A esto se debe sumar los vencimientos de la deuda externa privada que se ubican en 7.362 millones de dólares en concepto de capital en 2026 y totalizan 9.397 millones si se adiciona el primer semestre de 2027”, destacaron desde CIFRA. De ese total de vencimientos la mayor parte corresponde a deuda financiera (6.844 millones de dólares) y el restante a deuda comercial.
Sobre ello, la deuda más dinámica del sector privado en tiempos de Milei viene siendo la deuda financiera, que incluye préstamos financieros y títulos de deuda. “En ese ascenso de la deuda financiera jugó un papel destacado la deuda intra grupo–es decir, la deuda entre empresas relacionadas– ya que aumentó en 4.194 millones de dólares entre fines de 2023 y mediados de 2025. La importancia de dicha deuda es que refleja también su relevancia en los vencimientos de deuda privada del próximo año y medio (4.352 millones de dólares sobre el total de 9.307 millones)”, puntualizó el centro de estudios.
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Esta situación crítica de la deuda y sus vencimientos adquiere mayor impacto si se considera el bajo nivel de reservas. A mediados de este mes las reservas brutas se ubicaron en torno a los 42.00 millones de dólares. De ese monto, si se restan los encajes, swaps, obligaciones con organismos internacionales y la garantía de depósitos se obtienen las reservas netas que se ubicaban en torno a 1.300 millones .“No solo el nivel de las reservas netas impide la cancelación de los cuantiosos vencimientos del capital y los intereses de la deuda externa, sino que de excluir los desembolsos del FMI se advierte el empeoramiento sistemático de la posición de reservas netas para enfrentar los compromisos externos”, alertaron Manzanelli y Amoretti.
En definitiva, la situación es crítica si se cobra dimensión del problema: los vencimientos totales de la deuda externa superan los 57.000 millones de dólares en apenas un año y medio.
