Las importaciones de textiles y prendas de vestir se dispararon en 2025 a un ritmo inédito. Entre enero y octubre ingresaron al país 332.696 toneladas por USD 1.450 millones, lo que implicó un salto del 89% interanual en cantidades y del 61% en valores, el mayor registro de la última década. Pero hay un dato que condensa la magnitud del “boom” importador: las compras desde China se duplicaron en un solo año y ya explican el 70% de todo lo que entra en el rubro.
La apertura total y la desregulación comercial impulsadas por el Gobierno libertario generaron un shock que reconfiguró por completo el mercado interno. El sector textil y de la indumentaria —uno de los más sensibles de la cadena industrial— perdió terreno a toda velocidad: pasó de abastecer más de la mitad del consumo local a cubrir apenas un tercio, mientras que las importaciones crecieron a precios cada vez más bajos y con sospechas de subfacturación. En indumentaria, el ingreso de productos del exterior directamente se triplicó, con aumentos del 192% solo en el caso de China.
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“Boom” importador
En un escenario de destrucción del aparato productivo nacional y escasez de dólares, la apertura desregulada de importaciones impacta de lleno en la pérdida de ramas productivas clave de la matriz nacional que podría volverse más deficitarias en términos de insumos, máquinas y equipos. Uno de los sectores más perjudicados es la industria textil y de la indumentaria.
El sector experimentó un crecimiento inusitado en las importaciones en lo que va del 2025, perdiendo participación en el total del consumo doméstico, al pasar de representar más de la mitad del consumo total a apenas alcanzar un tercio este año. Para las empresas nacionales el impacto de la entrada desregulada y sin controles de productos desde el exterior atenta directamente con la supervivencia local en el tiempo. Los últimos datos oficiales y privados evidencian que los ingresos desde el exterior se dispararon en lo que va de gestión libertaria.
En concreto, entre enero y octubre de este año las importaciones de productos textiles e indumentaria alcanzaron las 332.696 toneladas por 1.450 millones de USD, esto representa un aumento de 89% acumulado en cantidades -ubicándose en el mayor registro de al menos la última década- y de 61% en valor, interrumpiendo dos años en caída.
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En relación, solo en octubre las cantidades totalizaron 39.977 toneladas, siendo el volumen mensual más elevado de, al menos, los últimos cuatro años. En divisas, el valor fue de 174 millones de dólares, récord para los meses de este año.
El detalle por rubros exhibió que aumentos en cantidades y montos de manera generalizada: “en todos los casos las cantidades aumentaron más que los montos importados, lo que significa que se está importando a menores precios que los del año pasado”, señaló un informe de la Fundación Pro Tejer. Para referentes del sector esta situación refuerza las sospechas de prácticas de subfacturación que podrían haberse generado al calor de la eliminación de controles en Aduana impulsados por el actual gobierno nacional de Javier Milei.
La desregulación comercial plasmada en el desmantelamiento de herramientas indispensables de administración del comercio exterior tal el caso de la derogación de los valores criterio de importación —precios de referencia mínimos utilizados para detectar subfacturación—, sumado a la flexibilización de los controles como la eliminación del canal rojo de fiscalización, del etiquetado de productos textiles y de la Declaración Jurada de Composición del Producto estarían favoreciendo tal situación.
Hay que recordar que el Gobierno facilitó las importaciones con una baja de aranceles para los productos textiles, lo que generó un fuerte incentivo a la importación de bienes finales e intermedios en detrimento de todos los eslabones productivos de la cadena.
Si se analiza lo sucedido con cada eslabón de la cadena, por un lado, en el caso de las materias primas las cantidades importadas entre enero y octubre de 2025 (23.145 toneladas) crecieron 51% frente a igual lapso del 2024, y se expandieron 34% en dólares (USD 52 millones). Se trató de niveles máximos para los últimos tres años en ambas variables. Si se mira lo sucedido en hilados también se detectaron alzas de dos dígitos en toneladas (48.694T; +58%) y en dólares (USD 116 millones; +34%).
Pasó algo similar con los tejidos planos (49.446 toneladas, +58% acumulado por USD 180 millones de USD; +19,0%) y otros artículos textiles técnicos (49.747 toneladas, +40% por USD 197 millones; +17,0%).
A su vez, sobresalen puntualmente aquellos que alcanzaron este año un nivel de importaciones récord. Tal el caso de tejidos de punto cuyas cantidades importadas verificaron un aumento en toneladas del 140% (94.753, récord histórico) y en valores del 74% (USD 202 millones). Se destaca particularmente la situación de la indumentaria cuyas compras desde el exterior crecieron 166% contra 2024 (32.324 toneladas, récord histórico) más que duplicando las cantidades de igual lapso del 2022 (+152%). A su vez se expandieron 102% en dólares (USD 577 millones de USD) multiplicando por dos la demanda de divisas de cuatro años atrás (+114%). De igual manera, en el rubro Confecciones el volumen importado creció 217% (34.586 toneladas, máximo histórico) y 132% en dólares (USD 127 millones).
Un aspecto no menor tiene que ver con el rol de las compras que ingresan desde China, que se duplicaron en tan solo un año. Los datos arrojados por el documento de Pro Tejer indicaron un crecimiento del 109% en los ingresos desde el país asiático entre 2025 y 2024 (de 110.901 a 232.031 toneladas este año) y del 37,9% contra diez meses del 2022 (166.145 toneladas). Como resultado, la participación de China en el total general de importaciones subió al 70% guarismo récord de, al menos, los últimos cuatro años. En 2022 el porcentaje había sido de 54%, en 2023 del 61%, y en 2024 había llegado al 63% por lo que se incrementó 9 puntos solo en los dos primeros años de la gestión libertaria.
Por categorías el mayor crecimiento se evidenció en Confecciones (+201%) seguido de indumentaria (192%) cuyas cantidades se triplicaron frente al 2024 y se ubicaron en la cifra más alta desde 2022. El aumento de la participación desde el país asiático se impuso en la mayoría de las categorías, ocupando el 50% o más de la mitad del total importado (llegó a 94% en tejidos de punto).
Al respecto, datos del centro de estudios Fundar indicaron a mediados de este año que las prendas importadas representan aproximadamente el 15% del total del mercado argentino (para 2022 eran el 7,5%, es decir, duplicaron su injerencia en solos dos años) en tanto que desde la Fundación Pro Tejer hablan de importaciones que contando indumentaria, telas, hilados, ya superan el 50% del mercado.
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Por su lado, de acuerdo con datos de la Cámara Argentina de la Indumentaria, un factor que caracteriza el escenario actual tiene que ver también con el récord de compra de ropa en el exterior por turismo que en julio había llegado ya a los por USD 2.196 millones, lo que representa un aumento del 111% frente al mismo período del año anterior, siendo un nuevo máximo por arriba de 2017, y que estiman se profundizará en este próximo verano.
Crisis generalizada en textiles
La crisis del sector textil e indumentaria se agudizó con el correr de los meses, poniendo en jaque el desarrollo industrial nacional debido al cierre de empresas, pérdida de empleo y de eslabones clave dentro de la cadena de valor.
Según los últimos datos oficiales, la industria textil registró en septiembre una caída del 20% interanual de su nivel de actividad. Si se compara con dos años atrás, la contracción asciende al 27,8%. En los primeros 9 meses del año, la producción textil registró una merma de 1,1% contra el año anterior pero la baja llegó al 18,9% de la actividad contra septiembre del 2023. Por su parte, la fabricación de prendas de vestir, cuero y calzado cayó en dicho mes un 14,2 interanual (-11,4% vs. sep/23). En el acumulado del año la merma fue de 0,3% (-10,5% vs. 2023).
En esta coyuntura, la utilización de la capacidad instalada fue de apenas 37,1%, esto es, 14,2 puntos por debajo de los niveles de 2024 y 22 puntos detrás de septiembre 2023. “Se trata de la caída más pronunciada de todos los sectores industriales relevados”, alertaron desde Pro Tejer. En materia de ventas, en los primeros 9 meses de 2025, el rubro prendas, calzado y textiles de hogar registró un crecimiento del 26% acumulado en supermercados y del 1,0% en shoppings, aunque aclararon que “gran parte de estas se están haciendo a precios por debajo de los costos, con rentabilidad negativa” en tanto que “gran parte del consumo se orienta a productos importados”.
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De este modo, mientras en la segunda mitad del 2024 la apertura desregulada de importaciones hizo crecer de forma considerable los ingresos del exterior, en contrapartida, continuó la sangría de empresas nacionales y puestos de trabajo. En el caso de este sector la caída porcentual del empleo fue la más alta de todos los sectores, junto con construcción: -12%, lo que implicó una pérdida de casi 14.000 puestos de trabajo.
Esto afectó las proyecciones de inversión en la actividad: si bien en los últimos cuatro años, la cadena de valor “registró la mayor modernización de su historia -más de 782 millones de dólares en bienes de capital” durante lo que va de este año se observa un nivel bajo (-39% contra la inversión del 2023). Si se proyecta este ritmo de inversión al cierre de este año, “el sector sólo invertiría USD 137 millones, una cifra baja a nivel histórico”.
Industria nacional en caída libre
El proceso económico y político actual trae consigo la posibilidad, cada vez más cercana, de que se profundice la desindustrialización nacional, es decir, se genere una mayor pérdida de peso de la industria en toda la economía.
En Argentina, la industria tiene un peso significativo en el PBI, explicando el 19% del Producto, por arriba del agro (7%), el petróleo y la minería (5%). Además, genera 2,6 millones de empleos, explica el 54% de la investigación y desarrollo de la economía, da cuenta del 57% de las exportaciones, alcanza una productividad 63% mayor a la media, y un nivel de formalidad laboral 10 puntos superior. Sin embargo, la ausencia de políticas industriales en la letra chica del acuerdo de nueva deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI) -y los acuerdos con la Administración Trump- configuran un panorama alarmante: el 40% de las empresas PyME industriales aseguró sentirse amenazada por las importaciones en las ventas al mercado interno mientras que, como contó este medio, más del 10% de las pequeñas y medianas empresas podría cerrar antes de fin de año.
Esto podría agravar la situación heredada de 2024: el sector productivo nacional acarreó meses con más de la mitad de sus recursos productivos ociosos, al punto de que Argentina fue el país con mayor caída industrial del mundo ese año (-9,4% anual). En septiembre pasado la actividad de la industria manufacturera cayó 4,4% interanual y se ubicó 11% por debajo igual mes del 2023. Sólo 2 de los 16 sectores mejoraron su situación respecto al año anterior (Papel, edición e impresión y Refinación de petróleo). Como resultado, de los primeros nueve meses del año, si bien la actividad industrial creció 3,8% respecto al año anterior (por el magro derrotero de 2024) aún se situó 9,5% por debajo de 2023. En ese sentido, apenas trabajó al 61,1% de su capacidad, mostrando una caída de 1,3 puntos en comparación con el mismo mes de 2024.
Al respecto, la última encuesta del año elaborada por el Centro de Estudios de la UIA (CEU), basada en un relevamiento a más de 700 empresas, anticipó para el cierre del 2025 un predominio de resultados negativos. El 40,3% de las empresas redujo su nivel de producción frente al promedio del tercer trimestre del año, el 47,4% reportó bajas en las ventas internas, y en exportaciones, las caídas alcanzaron al 25,1% de las empresas y las alzas al 18,2%.
Por su parte en empleo, el 21,0% de las firmas redujo su dotación de personal y el 23,5% afirmó haber ajustado turnos laborales, cifra que creció durante los últimos cinco relevamientos. Además, el 7,7% indicó haber implementado suspensiones ante la baja de producción. Según el informe al que accedió este medio, la caída de la demanda interna se ubicó como la principal preocupación para el 41,0% de las empresas y recién en segundo lugar, apareció el aumento de costos (19,3%) a contramano del discurso del oficialismo que busca justificar su proyecto de reforma laboral en supuestos altos costos laborales que impedirían contratar.
La combinación de caída de la demanda interna, pérdida de competitividad y demanda récord de divisas destinadas a bienes finales consolida un proceso de desindustrialización acelerada. Si la tendencia continúa, el país podría enfrentar hacia adelante un déficit externo mayor, más vulnerabilidad frente al tipo de cambio y un retroceso en sectores con alta generación de empleo y valor agregado.
