(Por Nicolás Roggero).- La contundente goleada de Flamengo sobre Vélez (4-0) en la semifinal de ida de la Copa Libertadores, disputada anoche en el estadio José Amalfitani, demostró otra vez el poderío económico y deportivo de los equipos brasileños en los últimos años, lo que provocará, salvo un milagro futbolístico, la tercera final consecutiva entre equipos del mismo país.
Las causas del dominio absoluto de los brasileños -8 títulos de los últimos 12 en juego en Sudamérica- son múltiples pero la primera es la organización de sus campeonatos a nivel local.
El Brasileirao, a diferencia de la Liga Profesional de Fútbol en Argentina, sostiene un formato con 20 equipos: 38 fechas, partidos ida y vuelta, cuatro descensos sin promedios y 12 cupos para la Libertadores -los seis primeros- y la Sudamericana. Esto no se toca desde el 2006.
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Además, los clubes se enfrentan en la Copa de Brasil, organizada por la Confederación, y los torneos estaduales, que abren la temporada.
Otro aspecto positivo de su organización es que, también en contraste con el torneo argentino, sus mercados de pases suelen ir en concordancia con los de Europa.
Y un punto también importante es el manejo de las finanzas de las instituciones y las diferencia del presente económico entre Brasil y el resto de los países sudamericanos, todo esto a pesar de la pandemia. Un aspecto no menor: el 9 de agosto del año pasado se aprobó el ingreso de las Sociedades Anónimas Deportivas y los clubes dejaron de tener un rol social solamente.
Las instituciones que optaron por esa figura dispusieron de algunos instrumentos para captar fondos y financiación: emisión de títulos de deuda, captación de fondos de inversión y cotización de acciones en la Bolsa de Valores.
Cruzeiro, Botafogo y Vasco da Gama fueron los primeros en dar el paso aunque desde lo deportivo no consiguieron lo deseado.
Otro es el Bragantino, que pertenece a la empresa Red Bull -dueña también de Salzburgo de Austria y Leipzig de Alemania, entre otros- y consiguió pelear la Copa Sudamericana pasada.
El ejemplo más fuerte es Atlético Mineiro, que contaba con una de las deudas más importantes y le resultaron condonadas dentro del marco de la nueva ley. Se llevó a Diego Costa -por entonces en Atlético de Madrid- y a Ignacio Fernández, el mejor futbolista del fútbol argentino en los amaneceres del 2021.
Y en este mercado de pases, como consecuencia de esa fortaleza económica a nivel país y fútbol, emigraron varios talentos nacionales como los sub-23 José Manuel López (Lanús), Giuliano Galoppo (Banfield) y Fausto Vera (Argentinos Juniors) por ventas millonarias a los clubes paulistas Palmeiras, São Paulo y Corinthians.
Pero no solamente ellos decidieron dar el paso sino que también lo hicieron Cristian Pavón de Boca (Atlético Mineiro), Braian Romero de River (Inter de Porto Alegre, como segunda opción de Darío Benedetto) y Gabriel Carabajal (Argentinos Juniors) al Santos por 1.600.000 dólares.
En total se fueron 13 futbolistas argentinos al Brasileirao y se plegaron a los 10 que se encontraban previamente. Por eso no sorprende que a nivel local Germán Cano (Fluminense), un ignoto para el fútbol argentino, sea el goleador con 13 tantos y lo siga desde cerca Jonathan Calleri (San Pablo) con 11.
El abismo económico se refleja en el valor de su moneda local (el real brasileño), que cotiza a 26,63 pesos argentinos y en la menor cantidad de trabas con las que cuentan a la hora de vender.
Los derechos de televisión también son diferentes, lo que le otorga un colchón más imponente a los conjuntos de Brasil, que reparten entre 20 y no entre 28 como sucede en Argentina. Su crecimiento económico a nivel competición local aumentó en un 90 por ciento desde 2012 y recauda actualmente una cifra cercana a los 1.000 millones de dólares: la repartición se da de acuerdo a la posición final en la temporada.
El mercado de la TV va destinado a 270 millones de habitantes, lo que lo convierte en el más grande de toda América del Sur. El sistema se divide en tres partes: TV abierta, que los tiene O Globo; por cable, que son de SporTV, y el sistema de pagar para ver, cuyo contrato es con Premiere.
A modo de ejemplo, Flamengo y Corinthians, dos de los más populares, reciben 40 millones de dólares anuales, o simplemente Palmeiras se llevó 28 millones por ganar la última Copa Libertadores.
El reparto por los torneos locales también se contrasta con los de Argentina: Boca campeón de la Copa Argentina se llevó 7,5 millones de pesos (51.724,13 dólares a tipo de cambio oficial sin impuestos) contra Atlético Mineiro, el vencedor de la Copa de Brasil, que abrochó 11 millones de dólares por las cinco fases superadas.
De hecho, Argentina, con Vélez, evitó el "fracaso" de la edición anterior en la que se quedó sin semifinalista por primera vez en una década. El conjunto de Alexander Medina lo consiguió aunque en el medio sólo se enfrentó con River y Talleres de Córdoba, ambos argentinos. El éxito estaba garantizado por la fortuna del sorteo.
En la Copa Sudamericana todavía esa hegemonía no es tan profunda aunque de las últimas 10 ya obtuvieron cuatro -la última- y se asegurarán un finalista en la actual edición (Goianense o San Pablo).
El último mojón argentino se dio con River en el 2018 -repitió final y cayó con Flamengo en 2019- cuando le ganó la recordada final en Madrid a Boca por 3 a 1 y también con Defensa y Justicia frente a Palmeiras por la Recopa Sudamericana del 2021.
La gran pregunta de cara al futuro cercano es cómo se cortará una hegemonía que desde la cancha y desde la economía parece afirmarse cada vez más.
Con información de Télam