Gambito de Dama, la miniserie que retrata la carrera de la ajedrecista Beth Harmon en los años 60, acumula mas de 62 millones de vistas en el mundo y se convirtió en la más taquillera de la historia hasta el momento. En Argentina la producción protagonizada por Anya Taylor-Joy lidera el ranking de Netflix y es furor en los medios de comunicación, tendencia potenciada, además , por la llamativa historia de la actriz que creció y transitó gran parte de su infancia en suelo local. Tan fuerte es la creación de Scott Frank y Allan Scott basada en la novela de Walter Tevis, que el suceso traspasó las pantallas a nivel global y provocó un aumentó asombroso del interés de muchas personas por el segundo gran personaje de la trama: el ajedrez.
Lo primero que se disparó fueron las búsquedas online de "chess" (ajedrez en inglés), "clases de ajedrez" y "cómo jugar al ajedrez". Paralelamente la práctica en línea, en Chess.com y otros sitios, superó todos los records. Desde el famoso portal anunciaron que la cantidad de personas que juegan Live Chess pasó de 1,3 millones en marzo a 3 millones en diciembre. Al mismo tiempo el furor también se observa en el ámbito de lo analógico: según el sitio Quartz, en Estados Unidos la venta de tableros creció un 125% y desde la conocida empresa de comercio eBay comunicaron un aumento del 215% en las ventas de accesorios.
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En Argentina también se registró un aumento de consultas, clases y compras de artículos como tableros, piezas particulares o libros de iniciación. Héctor Fiori, secretario de la Federación Argentina de Ajedrez, detalló que se pasó de 3.600 personas inscriptas a 4.100. Al respecto, en una nota en el Diario Perfil, el ingeniero Carlos Parodi, coordinador del programa Ajedrez de Base del Club Argentino de Ajedrez, manifestó que se ve claramente un aumento de adolescentes y mujeres realizando consultas para inscribirse a los cursos: “Históricamente es un deporte que se asocia más a los hombres. En los últimos años se registró más cantidad de mujeres, y con la serie llamaron muchas chicas”.
Industrias culturales: de las pantallas a los comportamientos sociales
La Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) subrayó dos hechos sociales muy significativos que comenzaron a gestarse luego del impacto de Gambito de Dama, y que pueden transformar el futuro del deporte si son acompañadas por políticas acordes. En principio un cambio generacional por la incorporación de jóvenes, situación que se observa en ámbitos escolares y clubes, pero también por las solicitudes que llegan a través de Instagram, cuando antes lo hacían por correo o por teléfono. Y en segundo lugar, un salto importante en la cantidad de mujeres interesadas en el ajedrez. Hasta el momento solo el 16% de lxs jugadorxs licenciadxs en el mundo son mujeres y la FIDE anunció con entusiasmo un crecimiento inédito e histórico desde el estreno de la serie. A partir de esta situación surgen una serie de preguntas: ¿Por qué el ajedrez es un espacio hegemonizado por varones? ¿Cómo se explica que el incentivo para la participación femenina tenga que venir desde afuera? ¿Acaso alcanza con una serie para que cambiar la estructura históricamente desigual?
El aumento de la participación de mujeres en la práctica es tendencia. Pero también es la punta del iceberg de una problemática sociocultural compleja. Gambito de Dama se convirtió, desde esta perspectiva, en un recurso político que puso el tema en agenda a partir de dos elementos centrales: por un lado la visibilización, con matices y cierto grado de romantización, de la discriminación de género que sufren las mujeres en ámbitos hegemonizados por varones como el del ajedrez; y por el otro, la trascendencia de los contenidos audiovisuales en la era digital donde las pantallas intervienen en los procesos de construcción de sentido. Las representaciones sociales son códigos comunes que nombran y clasifican la realidad, y tienden a guiar la manera en la que las personas actúan. Por eso resulta clave la incorporación de representaciones que problematizan los estereotipos de género y desentrañen las tramas narrativas que persisten por detrás de la distribución de roles femeninos y masculinos.
Ajedrez y techo de cristal: “Jugás como un hombre”
Como casi todos los deportes y actividades culturales, el ajedrez no escapa del entramado patriarcal y misógino que atraviesa nuestra sociedad y genera constantemente obstáculos para el desarrollo de las mujeres. La subdisciplina femenina nació a fines del siglo XIX en clubes de mujeres de Inglaterra y Francia por iniciativa de grupos de jugadoras muy reducidos, como The Ladies Chess Club, que eran excluidas de la mayoría de los ámbitos sociales, realidad que en muchos aspectos se asemeja a la actualidad. En 1962 el estadounidense Bobby Fischer, uno de los grandes maestros y campeón mundial entre 1972 y 1975, expresó para la Harper’s Magazine: “Todas las mujeres son débiles. (…)no deberían jugar al ajedrez. Son como principiantes”. Por su parte el ruso Garry Kasparov, manifestó en 2003 en una nota con The Times of London que “el ajedrez es una mezcla de deporte, guerra psicológica, ciencia y arte. Cuando se observan todos estos componentes, los hombres dominan”. Paradójicamente, 15 años después, participó como asesor técnico en las jugadas clave de la serie que cuenta la historia de redención de una mujer ajedrecista.
Carolina Luján (35), es Maestra Internacional de Ajedrez, jugadora del Equipo Olímpico Argentino Femenino y la única mujer que logra ocupar un casillero en el Top 100 a escala nacional. “El deporte es un espacio históricamente reservado para los varones. En el ajedrez es más notorio porque es muy antiguo y se conoce muy poco sobre la historia de las mujeres”, expresa. Desde los 7 años, edad en la que empezó a jugar e ir con su papá a la Biblioteca del Club Alem en General Rodríguez, se vio rodeada exclusivamente por varones: “De muy chica me han hecho notar que el ambiente no era para mí o para las mujeres. Se dan cientos de comentarios y actitudes machistas que van mas allá de las intenciones, están naturalizadas. De grande cuando ven que te movés bien te dicen que ‘jugás como un hombre’ ”. Estos gestos de violencia simbólica funcionan como un primer filtro para el ingreso de niñas y mujeres a la práctica, lo que genera que muy pocas continúen.
Acerca de Gambito de Dama la ajedrecista dice que la vio varias veces y celebra la repercusión social que provocó que muchas personas, sobre todo mujeres, se acercaran o retomaran el juego. Si bien el relato biográfico de Carolina tiene múltiples coincidencias con el guion de la ficción de Netflix, señala que el trato que recibe la protagonista es casi un “ideal” y que en la realidad es mucho más violento: “Fueron muy pocas las veces que jugadores varones me felicitaron por una buena partida. En general no te dan la mano, se van puteando o te tiran las piezas”. Otra observación muy atinada de Luján es que el personaje de Beth tiene muchos elementos inspirados en la personalidad excéntrica de Bobby Fischer, y pocos guiños a la húngara Judit Polgár, probablemente la mejor jugadora de ajedrez de la historia, que se mantuvo mucho tiempo entre lxs 10 mejores del mundo, e incluso le ganó al propio Kasparov en 2002 durante el torneo "Rusia contra el Resto del Mundo". Antes de la derrota el Campeón Mundial había dicho a la prensa: “tiene talento para el ajedrez pero, al final, sigue siendo una mujer. Ninguna mujer puede soportar una batalla prolongada”.
En Argentina son solo dos las mujeres que han llegado a conseguir el título de Maestra Internacional Absoluta (en torneos mixtos): Carolina y Claudia Amura. El género condiciona los recorridos y posibilidades, y más cuando no hay opciones de financiamiento para lxs jugadorxs, y las altas dirigencias, empezando por la Federación Argentina de Ajedrez, reproducen y avalan un trato discriminatorio. Instancias centrales para el desarrollo profesional como los entrenamientos, la distribución de premios, el acompañamiento de sponsors, y los contratos de los clubes para jugar, son restringidos para las mujeres. “Siempre los torneos, las actividades, los programas y planificaciones, están pensadas para los hombres. Los entrenadores son todos hombres, y las pocas referentes mujeres que hay somos desprestigiadas constantemente”, relata Carolina.
Como la mayoría de los torneos son mixtos se repite el argumento de que mujeres y hombres pueden jugar de igual a igual y que a fin de cuentas en el tablero se enfrentan blancas contra negras, y no importa el género, la edad o la ideología. Pero es falso. La brecha de género o el famoso “techo de cristal” existe desde la escuela hasta las competencias profesionales. Uno de los mayores dificultades es la sexualización permanente y el acoso: “No es lo mismo para una mujer o para un varón de 18 años agarrar una mochila e irte a jugar por el mundo y dormir en un aeropuerto o en cualquier lado. Para nosotras es incluso peligroso. Además de lo que pasa en el ambiente, nos atraviesan situaciones cotidianas que son culturales, ajenas al ajedrez, que son trabas. Como la sexualización permanente. En un torneo somos 5 mujeres frente a 300 varones que muchas veces se acercan en modo levante, es insoportable. Hay un montón de chicas que en estas situaciones desisten, se cansan, abandonan o no tienen ganas de responder a eso”.
El rol de la Dirigencia y la violencia institucional: “El deporte masculino vende más”
El impacto de la serie en los comportamientos puede ser un condimento seductor y atractivo para pensar la influencia de las industrias culturales, pero la conquista de un cambio profundo y a largo plazo debe implicar la transformación de las estructuras de poder desde una perspectiva de género y la incorporación de mujeres en los espacios de toma de decisiones. Sin embargo ni la Federación Argentina de Ajedrez, ni las dirigencias de clubes parecieran tener intenciones de que eso ocurra. “Tenemos un montón de propuestas y proyectos para llevar adelante. En principio necesitamos tener referentas, mujeres entrenadoras, arbitras, y darles el lugar que merecen. No que estén por demagogia, que es una forma de cosificación. En las dirigencias crean una comisión y ponen tres mujeres que no son ajedrecistas y no pueden decidir nada, como un adorno. Y las pocas que pueden estar ahí se terminan cansando y se van - relata la ajedrecista olímpica - después hay que trabajar directamente en los torneos con incentivos, como que las mujeres no paguen determinadas inscripciones o exigir cupo femenino en los equipos escolares. Y ni hablar de las disidencias que es una lucha mucho más compleja y parten de una situación mucho más atrasada que nosotras”.
En varios países desde los comités olímpicos y Federaciones se viene desarrollando políticas de promoción de las mujeres en el Ajedrez que han logrado aumentar su participación, y sobre todo que progresen y alcancen niveles competitivos. Pero en Argentina el panorama es otro. En 2018, antes de la 43ª Olimpiada de Ajedrez que se llevó a cabo en Batumi, el equipo olímpico femenino creó una nueva identidad, inspirada en “Las Leonas”, y se auto denominó “Damas Olímpicas”. Durante los meses previos y la competencia advirtieron con preocupación una serie de gestos discriminatorios por parte de la Federación. Mientras el equipo de varones pudo elegir a su propio entrenador, al equipo femenino se le asignó uno sin consulta que fue notificado, en un hecho insólito, a través de la agencia de turismo que les gestionaba el viaje. “Desde la Federación no se tomaron ni la molestia de mandarnos un mail”, cuenta Carolina. Ya durante la competencia el trato fue claramente desigual: “varones y mujeres teníamos diferentes auspiciantes en las camisetas, y no sabíamos qué habían aportado ni por qué eligieron a los varones. Para explicarnos decían que ‘el deporte masculino vende más’ o ese tipo de argumentos estigmatizantes que solemos escuchar siempre”.
El elemento más relevante que muestra el trato desigual hacia las deportistas es el factor económico, ya que ahonda la gran dificultad de poder vivir del deporte que practican. “Cuando volvimos de la Olimpíada intentamos comunicarlo a la Federación de la mejor manera posible de cara a las próximas competencia. Nos ningunearon y nos contestaron los mails varios meses después”, recuerda la Gran Maestra. Como colectivo y ante la falta de respuestas, el equipo decidió hacer pública las situación en 2019 y comenzó un conflicto que derivó en la persecución y el castigo de las jugadoras. “Después de ese reclamo las cosas no mejoraron, nosotras seguimos sufriendo la misma discriminación pero acentuada, y no nos invitaron más a ningún torneo o entrenamiento. La relación hoy entre las principales jugadoras de Argentina y la dirigencia es nula. Por esta razón Claudia Amura inició acciones legales contra Mario Petrucci, el Presidente de la Federación y nosotras la acompañamos. Lo que queremos es que esto cambie, por nosotras pero sobre todo por las chicas que vienen”.