“Encontré un lugar ordenado”. Esa fue la única buena nueva que la doctora en economía Alicia Caballero, que desde el 24 de marzo ocupa la presidencia de la Agencia i+D+i, organismo financiador de los proyectos de investigación locales, pudo darles a los secretarios de ciencia y tecnología de las universidades reunidos este martes en el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN).
Con casi el mismo presupuesto que en 2023, a pesar de una inflación interanual de alrededor del 270%, aunque afirmó haber ejecutado el 62,88%, no alcanza ni para cubrir necesidades mínimas. Es más, los/las investigadores/as con PICTs ya adjudicados en 2022 no los cobraron y, de acuerdo con lo que anunció Caballero, no los cobrarán hasta que cuente con los fondos.
“En Exactas/UBA prácticamente nadie recibe nada desde diciembre. Está toda la ciencia suspendida, no solo lo nuevo, también lo viejo –afirma un químico de esa casa de estudios–. Ya van seis meses sin poder comprar ni los insumos de los laboratorios”.
Muchos investigadores están en situación similar. Es el caso del doctor en biología Luis Calcaterra, de la Fundación para el Estudio de Especies Invasivas. “Yo había obtenido dos PICTs 2022 y nunca se llegaron a firmar los contratos; solo faltaba eso para que se liberaran los fondos –comenta–. Tengo solo los que me quedan de dos proyectos de 2019 y 2020 ‘recontra devaluados’. Lo del correspondiente a 2019 solo me alcanza para una campaña de una semana”.
Lo mismo le ocurre a Fernando Pitossi, científico de referencia en células madre que trabaja en la Fundación Instituto Leloir. Tiene un subsidio con Alfredo Cáceres, director del Instituto de Investigación Médica Mercedes y Martín Ferreyra (Inimec), y Vicerrector del Instituto Universitario de Ciencias Biomédicas de Córdoba (Iucbc), ambos miembros de la Organización Europea de Biología Molecular (EMBO), para estudiar a chicos con atrofia muscular espinal, una grave enfermedad genética que ataca las neuronas motoras y puede llevar a la muerte. El proyecto fue evaluado y seleccionado, pero no financiado.
Otra investigadora, esta vez especializada en vacunas, comenta: “Estaba en rojo y con lo que depositaron sigo igual, no puedo comprar nada de nada”.
Pero tal vez lo más preocupante sea que Caballero también les comunicó que "Este año no habrá ninguna convocatoria [a proyectos de investigación], porque no tenemos fondos”. Como el presupuesto es el prorrogado de 2023, no alcanza para más que lo comprometido.
Para advertir las dimensiones de este verdadero “cientificidio” (que excede el ámbito de la Agencia, ya que la parálisis se extiende a prácticamente todo el “cuerpo” del sistema científico, con recorte del 40% de las becas doctorales e ingreso a cuentagotas a la carrera de investigador del Conicet), baste con mencionar que el presupuesto para el organismo financiador presentado por el anterior presidente para 2024 era de 37.965 millones de pesos; el vigente es de 27.759 millones.
“El presupuesto actual del Conicet es más del doble del prorrogado a principios de año –explicó uno de los presentes en la reunión del CIN–, mientras que el de la Agencia es prácticamente el mismo. ¿Por qué? Porque el 90% del que recibe el Conicet es para sueldos, que aumentaron, pero buena parte del de la Agencia es para subsidios. Si uno compara lo que se pagó en el primer organismo en 2023 con lo que se viene pagando este año, es razonable que tenga el doble de gasto. En cambio, el aumento que recibió la Agencia para salarios es poco, porque no subieron como la inflación y además echaron a mucha gente”.
Los PICT (proyectos de investigación científica y tecnológica) duran por lo general tres años y se financian con créditos externos; principalmente del BID. Pero su evaluación puede tardar un año o más, y luego pueden pasar varios meses antes de que comiencen a pagarse por etapas. De modo que si se suspende el llamado de este año, puede ocurrir que no vuelvan a cobrarse hasta fines de 2025.
Caballero comunicó que solo se pagará lo que “ya está firmado”. Los PICT 2022 fueron aprobados por el anterior directorio de la Agencia, que sesionó sin presidente (Fernando Peirano ya había elevado su dimisión) y al otro día renunció en masa. La nueva presidencia lo considera ilegal y desconoce esa decisión. Aclaró que no se anuló esa convocatoria y que no será necesario volver a hacer todas las presentaciones, pero hasta que no le otorguen más presupuesto no puede comprometerse a pagar.
También destacó que la cláusula de “mejor presupuesto válido”, introducida por Fernando Peirano y que regía en los PICT sigue vigente; es decir, que si se había presupuestado por una cifra, pero luego las ofertas no entraban dentro de ese valor por la inflación o por otras razones, mientras los presupuestos obtenidos fueran válidos, los fondos se adjudicarían. Pero agregó que aunque esa disposición no fue derogada, no puede ejecutarla porque el presupuesto no alcanza.
De acuerdo con Sebastián Civallero, secretario de ciencia y tecnología de la UBA, “La Agencia fue pagando algunos proyectos que ya están en ejecución, pero sin la cláusula del ‘mejor presupuesto vigente’, que es lo que hace que se actualicen los montos. Eso es lo mismo que decir que, dado que la inflación ronda el 300%, te queda entre el 25% y el 30% de lo que tenias. La alta ejecución de su presupuesto se debe a que no se actualizó, no se pagan proyectos ya aprobados ni se abren nuevas convocatorias”.
Y agregó: “Con lo que demora aprobar las bases, abrir la convocatoria, presentar los proyectos, evaluar y transferir, con toda la suerte del mundo y viento a favor vamos a estar recibiendo en noviembre del año que viene fondos destinados a nuevos llamados”.
A este alarmante panorama se le pueden sumar innumerables otras medidas que contribuyen a la parálisis. “Que los 72 mil millones asignados al Equipar Ciencia y Construir Ciencia se hayan puesto en la misma bolsa que toda la obra pública y se haya detenido todo es un desastre –subrayó un estudioso de los presupuestos para ciencia y tecnología–. Que los salarios estén totalmente devaluados es un desastre. Que no se haya actualizado el presupuesto de la Agencia es un desastre”. Hasta fines de mayo, la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología (ex Mincyt), solo había ejecutado el 1,43% de su presupuesto.
Entre otras cosas, la presidenta de la Agencia i+D+i, cuyo directorio todavía no fue aprobado, destacó que el año que viene se verá cómo sigue todo. “No tengo certezas, porque no lo decido yo”, confesó. Tal vez la doctora Caballero tenga buenas intenciones, pero como advierte el refrán popular: “De buenas intenciones está empedrado el camino al infierno”. El Destape intentó contactarla, pero por ahora, sin respuesta.