Vicentin y el sentido común

11 de julio, 2020 | 19.00

En un país colonial las oligarquías son las dueñas de los diccionarios. 

John William Cooke.

 

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En los últimos meses la empresa Vicentin se declaró en default, contrajo préstamos impagables con el Banco Nación y comenzó a trabajar al 30 por ciento. Con los objetivos de mantener los puestos de trabajo, pagar a los acreedores y tener injerencia en el mercado de granos, el gobierno propuso hacerse cargo de la deuda y de la empresa agroindustrial.

Ni bien Alberto Fernández comunicó sus intenciones sobre Vicentin, parte de la oposición, desobedeciendo la cuarentena, salió a la calle a manifestarse en contra de la propuesta del gobierno. Convocado por una parte de la oposición El 20 de junio esa fracción de la oposición realizó un " Banderazo nacional ", una operación desestabilizadora travestida de movilización patriótica. Se condensaba en un mismo acto la desacreditación de la medida estatizadora y de la cuarentena, estimulando el miedo y el odio.

Las protestas se realizaron sobre todo en las redes sociales, principalmente en Twitter, con los  hashtags: #20J,#NoAlaExpropiación, #BanderazoNacional y #AlbertoElConfundidoSosVos, al tiempo que, en algunos puntos del país, se agitaban las consignas: “hay que terminar con la cuarentena”, “no quiero ser Venezuela”, “hoy es Vicentin, mañana sos vos” y “Defender la libertad”. ¿De qué libertad se trata?

Tanto los sectores que apoyan al gobierno como los de la oposición demandan libertad; por lo tanto, se deduce que lo que está en disputa no es la libertad sino su significado, que es ideológico.

En el diccionario neoliberal la democracia "buena" es sin populismo y libertad significa defensa de la propiedad privada o hacer cada uno lo que quiere. Por el contrario, el Frente que gobierna afirma la libertad desde los derechos, la igualdad, la solidaridad, el cuidado y el bien común. ¿Quién tiene razón?

La solución no radica en decidir cuál de las dos definiciones es la verdadera y cuál la falsa apelando a la moral o el cognitivismo; no es que un sector no comprenda o interprete mal la realidad. Los argumentos y la racionalidad no enmascaran el estado real de las cosas, sino que es la ideología la que produce la significación y organiza la realidad. La perspectiva ideológica decide la significación, que no depende de la ignorancia, el saber o la falsa conciencia de quien la ejerce.

El dispositivo ideológico, desde los aparatos del poder, entra en funcionamiento en las prácticas sociales reproduciendo las relaciones y el orden existente. Consiste en un anudamiento simbólico, imaginario y real por el que el sujeto formula, piensa y actúa. De ese modo se legitiman y naturalizan costumbres, valores, creencias, sentidos, cuyas raíces son inconscientes. Por ejemplo, la posible expropiación de Vicentín se interpreta desde un determinado marco ideológico y, en consecuencia, se le asigna un significado diferente según se piense desde una posición nacional popular o neoliberal.

El Frente de Tod@s ganó las últimas elecciones nacionales y logró llegar al gobierno; sin embargo, la ideología y los valores neoliberales continúan siendo los imperantes. El neoliberalismo logró dominar a nivel global la vida social cotidiana y penetró en el corazón de la subjetividad. Este triunfo impuso valores individualistas en la sociedad: éxito, rendimiento, meritocracia o el gerenciamiento de la propia vida. Atentando contra los lazos y la solidaridad, bases de lo común, se tomó al otro como un objeto odiado, un parásito que vive de "mis" impuestos. No haber dado la batalla cultural y gobernar al interior de hegemonías neoliberales explica, en alguna medida, la derrota de los populismos regionales.

A raíz de la pandemia, comenzó a convertirse en una práctica habitual que distintos Estados nacionalicen empresas devastadas por la crisis económica. En la Argentina, la posible expropiación de Vicentín, que permite mantener las fuentes de trabajo, regular el mercado cambiario y el precio de los granos, asegurar el pago a los acreedores, es interpretada por la oposición como un avance del comunismo, del chavismo o una amenaza a la propiedad privada. Es esa posición, que sostiene una gran parte de la sociedad, la acabada muestra del triunfo de la ideología neoliberal en el sentido común.

La ideología es una totalidad cerrada que niega el antagonismo social y tiende ciegamente a la repetición de un cliché que no vuelve del pasado como algunos creen, sino que es un poder conservador, una fuerza compulsiva que no cesa.

Atravesar la ideología neoliberal es un objetivo político, un combate contra formas de vida, valores y afectos impolíticos que atentan contra lo común. La pregunta que surge entonces es cómo salir de ese universo de sentido cerrado, cómo ir más allá de la ideología. Si hay un núcleo ideológico que constantemente conduce a la repetición, también existe el lenguaje de la política, que puede traer alguna novedad.