Por Daniel Cholakian.
“Una mujer fantástica” se estrenó en el Festival Internacional de Berlín en el mes de febrero de este año y ha pasado por una gran cantidad de festivales en todo el mundo. La recepción ha sido prácticamente unánime.
Además de presentarse en los Festivales de La Habana y San José de Costa Rica, en este diciembre la película recibió tres de los más importantes galardones en la entrega de los premios Fénix a la industria audiovisual iberoamericana: mejor guion, mejor película y Daniel Vega recibió el premio como mejor actriz.
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Vega es cantante lírica además de actriz. Marina, su personaje en la película también lo es. Pero trabaja cantando rumba en un show turístico, además de ser mesera en un pequeño restaurante. Marina vive con Orlando, un empresario mayor que ella. Orlando es separado de una mujer y tiene, fuera de su vida con Marina, una familia católica y “bien constituida”. Conservadora. Orlando muere repentinamente y Marina deberá enfrentar el drama de una mujer que, siendo la otra, la amante oculta del seno social, la que no tiene los derechos de sucesión ni de apellido, puede ser marginada del momento de la despedida. Marina es además una mujer trans.
Hay en todo el relato, y Daniela Vega lo explica muy bien, en un planteo que excede la cuestión de la identidad de una persona transgénero. Existe una doble violencia en todo caso. Pero Marina debe enfrentar una serie de situaciones violentas, la exclusión y la negación al deseo de despedirse del ser amado como cualquier otra mujer lo tendría que hacer en esa situación. Claro que su condición de trans profundiza la violencia, la incomprensión e incluso habilita un conjunto de violaciones por parte del Estado que por momentos resultan feroces.
La película fue recibida como muchos elogios por parte de la prensa y mucha calidez tanto en los festivales como Chile mismo, donde se estrenó en el mes de abril.
“Lo que pasó con la película es como una película dentro de otra película. Yo me esperaba compartir la película con la gente, pero no la reacción de tanto cariño de las personas. Fue como una explosión de cariño”, contó Vega a Nodal Cultura.
¿Cómo fue el trabajo previo a la película que hicieron con Sebastián?
Él estaba dándole vueltas a la idea de que el personaje fuera trans. Como es muy profesional se puso a investigar antes de seguir escribiendo. Una amiga en común le recomendó que nos conociéramos y cuando nos conocimos se dio una buena onda tan rica, que al final, sin darnos cuenta nos hicimos amigos. Estuvimos un año y medio hablando, y en algún momento el personaje dio una vuelta hacia mí, sin que yo lo supiera. Él me lo comunicó enviándome el guion a mi casa. Esa fue su manera de comunicar.
Yo no sabía que me había puesto como protagonista. Me envió un guion para que yo lo revisara. Me dijo: ‘Te voy a compartir todo lo que he escrito durante este año y tanto, para que tu veas qué tal te parece’. Cuando leo el guion me entero, recién en ese momento, que Orlando muere al principio de la película, y que el personaje que yo pensaba que era así de chiquitito, Marina, termina siendo protagonista.
Entonces me di cuenta que el personaje se parecía a mí físicamente, pero eso no significaba mucho. Se podía hacer un casting para encontrar a otra persona para interpretarla. Luego Sebastián me dijo que quería que sea su protagonista. El resto de la historia todo el mundo ya la sabe.
¿Qué pasó en Chile con la película?
Como el mundo está conectado, lo que pasa en un país se replica en otros. Nosotros estrenamos en febrero en Berlín. Ahí vio la luz la película. Como Sebastián y Gonzalo ganaron allí el premio de mejor guion, en Chile eso se supo inmediatamente y eso generó que toda la gente estuviera muy expectante, tanto por el premio como por las buenas críticas a la película en el resto del mundo. La reacción fue muy intensa como en esos otros países.