Argentina: elige tu propio monstruo

20 de noviembre, 2015 | 14.05

El cabecita negra, el gorila, la mujer moderna
Estos días de campaña electoral nos dejaron la sensación de que insistir con "el lado humano de los candidatos" es una tarea inútil: un presidente es inhumano o sobrehumano. El votante no acepta términos medios; hay tanto depositado en la figura de este empleado público, que sólo nos cabe verlo como héroe o como monstruo. Toda comunidad necesita de los dos. La historia argentina está plagada de ogros y de maravillas, y así es como los queremos.

Las porteñas, los negros y las naciones salvajes
En coincidencia con este desfile de fenómenos, el músico/historiador/poeta Gabo Ferro y el ilustrador Christian Montenegro presentan "200 años de Monstruos y Maravillas Argentina", un libro que hace un recorrido alucinante por los monstruos que nuestra sociedad supo inventar. La lista se abre con la Marcha Patriótica (la letra completa de ese poema camorrero que cantamos en los actos públicos) y se cierra con el Desaparecido, (esa figura entre el ser y el no ser, aporte de la sociedad argentina al museo del horror).

El tatuado, la mujer moderna, los suicidas
"Este libro se construye en su mayoría desde una selección de documentos literarios que remiten a aquellos sujetos inconvenientes para la elite que monta el discurso histórico argentino hegemónico (...) los desviados del buen curso de la historia., los no disciplinados, los faltos de civilidad, los desviados del camino del orden, los subversivos del sistema" (del prólogo de Gabo Ferro).

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El degenerado, el anarquista, los alcoholistas
Cada figura está ilustrada por un texto contemporáneo. Desfilan José Ingenieros, Santiago Argerich, José María Ramos Mejía, Ezequiel Martínez Estrada y Jorge Abelardo Ramos junto a autores anónimos de volantes y libelos. Las ilustraciones de Christian Montenegro son feroces y sarcásticas; superan en acidez al texto que ilustran.

El masturbador, los inmigrantes, las muchachas peronistas
Un nuevo tomo debería tomar figuras de estos días como el chico de la Cámpora, el piquetero o el pibe chorro; el catálogo de demonizaciones se enriquece día a día y se ramifica por las redes sociales y los medios. La guerra entre ángeles y bestias continúa en Facebook y en Twitter y no hay forma de quedar fuera de ella. Todos somos el monstruo de algún otro.