Cientos de personas vestidas de blanco marcharon por las calles, muchas, con lágrimas en los ojos gritando "¡No más violencia!" en una húmeda tarde de octubre en Chilpancingo, la capital del estado sureño mexicano Guerrero, días después del brutal asesinato de su alcalde.
La descarnada decapitación de Alejandro Arcos, de 43 años, que aún no se ha resuelto, ha provocado ira y resignación. Muchos dudan de que la recién inaugurada presidenta de México, Claudia Sheinbaum, sea capaz de procesar el asesinato o de abordar la epidemia de violencia liderada por los cárteles que ha asolado a México durante más de una década.
"Realmente no queremos abrazos ni balazos", dijo Doreli Vega, de 30 años, refiriéndose al mantra del mentor de Sheinbaum, el expresidente Andrés Manuel López Obrador, que pretendía evitar enfrentamientos con los cárteles y, en cambio, abordar las causas de la violencia a través de programas sociales.
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"Ya estamos cansados de eso", agregó la madre de un bebé de un año, llorando mientras describía cómo vivía en el terror y la incertidumbre. Vegas dijo que la mayor presencia de la Guardia Nacional, una fuerza policial militarizada que López Obrador convirtió en su principal órgano de aplicación de la ley, no había logrado mejorar la situación en Chilpancingo.
"Se siente con el poder de hacer lo que quiera y realmente no hemos visto ese cambio que prometió para la seguridad de nuestro pueblo", dijo Vega. "Empeoró todo".
El martes, otro alcalde local, Román Ruiz, fue asesinado a puñaladas en su casa en la comunidad Candelaria Loxicha, del estado sureño Oaxaca.
Arcos y Ruiz encuentran entre las 1,247 víctimas de homicidio en las primeras dos semanas de la administración de Sheinbaum, según mostró el análisis de los datos del gobierno de la encuestadora TResearch, mientras la asombrosa tasa de homicidios de México continúa en la nueva administración.
La atención que ha despertado el asesinato de Arcos, impactante incluso para Chilpancingo, una ciudad notoriamente peligrosa, es una prueba crucial para determinar si la primera presidenta de México puede romper el dominio de los cárteles combinando el enfoque más social de López Obrador con un mejor intercambio de información y coordinación entre las organizaciones gubernamentales y una Guardia Nacional reforzada.
"Es una advertencia al crimen organizado en general de que no tienen miedo", dijo Mike Ballard, director de inteligencia de la firma de seguridad internacional Global Guardian, quien se refirió al asesinato de Arcos como "casi un acto de terrorismo".
Arcos había salido de Chilpancingo en su camioneta sin chofer ni escolta en dirección a la cercana ciudad Petaquillas, dijo el Secretario de Seguridad de México. Los medios locales han informado que Arcos se había reunido con miembros de Los Ardillos, un grupo criminal activo en Guerrero, aunque Reuters no pudo verificar de forma independiente esa reunión.
La violencia también está estallando en otras zonas de México. En Culiacán, la capital de Sinaloa, un conflicto en curso entre las dos facciones más poderosas del Cártel de Sinaloa ha dejado más de 230 fallecidos. La violencia fue provocada por el arresto en julio del legendario traficante y líder del cártel Ismael "El Mayo" Zambada en Estados Unidos.
El día de la toma de posesión de Sheinbaum, soldados mataron a seis migrantes e hirieron a otros 10 en el estado sureño Chiapas, cerca de la frontera con Guatemala, después de disparar contra una camioneta. La Secretaría de la Defensa dijo que confundieron el vehículo con uno utilizado por el crimen organizado y que los dos soldados responsables fueron detenidos.
"Ella no tiene muchas buenas opciones para tratar de combatir esto, pero creo que (el asesinato de Arcos) es definitivamente una llamada de atención de que algo tiene que cambiar", dijo Ballard.
ESPERANZA MENGUADA
Sheinbaum está caminando sobre la cuerda floja en materia de seguridad, haciendo cambios sutiles mientras mantiene la estrategia de su mentor.
Ella ha dicho que planea mantener la Guardia Nacional mientras se enfoca en las causas sociales de la violencia y mejora la capacidad de investigación en un país donde alrededor del 1% de todos los crímenes se resuelven, según Human Rights Watch (HRW).
Los críticos argumentan que el enfoque más pasivo de López Obrador permitió que los cárteles se fortalecieran y se expandieran.
Casi 200,000 personas fueron víctimas de homicidios durante el sexenio de López Obrador, un promedio de una cada 15 minutos y la tasa más alta bajo cualquier presidente en el México moderno, mostró el análisis de TResearch.
Guerrero está en una lista de estados mortales donde Sheinbaum dijo que concentraría los recursos.
Pero en las calles de Chilpancingo, en su mayoría desiertas a las 20.00 hora local ya que los residentes temen aventurarse a salir después del anochecer, muchos dijeron que habían perdido la esperanza de que ella mejorara la situación.
Guerrero ha sido históricamente una zona caliente de asesinatos y tiroteos por parte de facciones criminales rivales que luchan por el control de la zona, y que a menudo dejan los cuerpos decapitados de sus víctimas en lugares públicos.
La constante amenaza de violencia ha hecho mella en la economía local, dijo Iván Salgado, presidente de la Cámara de Comercio de la ciudad.
"La idea de un empresario emprendedor es crecer o reinvertir. Y en este momento no tenemos la confianza de hacerlo y (...) sencillamente no hay un crecimiento, un desarrollo a nivel de empresa local", dijo Salgado, agregando que se sentía alentado por el enfoque de Sheinbaum en Guerrero, pero que sólo el tiempo dirá si genera la paz necesaria.
Guerrero ha seguido siendo un bastión de apoyo para López Obrador y el partido Morena de Sheinbaum, impulsado por un generoso gasto social. Pero ahora, algunas personas dijeron que ya habían tenido suficiente.
"¿Qué futuro les espera a mis nietos y a mis bisnietos?", se preguntó María Victoria Ramírez, de 68 años, mientras marchaba al frente de la multitud con sus familiares y vecinos. "Ella (Sheinbaum) no ha venido aquí a Chilpancingo (...) porque no quiere darse cuenta de que aquí es una ciudad muy peligrosa".
Cuando la marcha de la semana pasada en honor a Arcos llegó a la plaza principal de la ciudad, había crecido a unas 1,000 personas. Las campanas de la catedral local sonaron cuando comenzó la misa en honor al alcalde asesinado. Una pareja mayor que pasó su vida en la ciudad se tomó de la mano.
Cuando se les preguntó si creían que Sheinbaum haría que la vida fuera más segura para ellos, la mujer negó con la cabeza.
"Sinceramente, no. Solamente en Dios podemos confiar", dijo.
(Editado por Christian Plumb, Richard Chang y Diego Oré)