En un rincón rural del oeste de Francia, el propietario de un café, Denis Coursol, se niega a comprobar si sus clientes portan un pase sanitario por el COVID-19, un acto de rebelión contra la legislación que pone en riesgo el cierre temporal de su negocio e, incluso, la cárcel.
Coursol, de 62 años, no está en contra de la vacuna: tanto él como sus dos empleados han sido inoculados. No obstante, insiste en que no es su trabajo vigilar a sus clientes.
"Mi problema no es el pase sanitario. Mi problema es que me pidan que lo revise", dijo Coursol, tomándose un descanso entre sus perros mientras servía cervezas en las mesas al aire libre en su Theodore Café.
El gobierno del presidente Emmanuel Macron ha impuesto las reglas de pases sanitarios más estrictas en Europa. El pase -una prueba de vacunación o un test negativo reciente de COVID-19- debe ser mostrado para comer en un restaurante, beber en un bar, acceder a un tratamiento que no sea de emergencia en un hospital o viajar en un tren interurbano.
La verificación toma apenas unos segundos, el tiempo suficiente para escanear un código QR almacenado en un teléfono o un documento físico.
Los dueños de cafés y bares que sean sorprendidos incumpliendo la regla se enfrentan una advertencia, seguida de una orden de cierre de siete días por la segunda infracción. Dos infracciones más podrían acabar en un año de cárcel.
"Me arriesgaré", dijo Coursol, con su amplio bigote y su cabello largo y canoso que ocultaba gran parte de su rostro. La policía no había pasado desde que la ley que exige los controles entró en vigor el 9 de agosto, dijo.
Muchos propietarios de restaurantes se han quejado de que no es práctico dedicar tiempo a verificar los pases, que no se les debe obligar a discriminar a los que no están vacunados y que las reglas disuaden a los posibles comensales de salir a comer.
Las personas molestas por los pases han protestado en pueblos y ciudades de Francia durante las últimas cinco semanas. El gobierno dice que son una minoría ruidosa y las encuestas muestran que la mayoría de la gente apoya las reglas.
El ministro de Finanzas, Bruno Le Maire, dijo el jueves que los restaurantes, cafeterías o bares que no realicen controles de salud no podrán optar a un futuro apoyo financiero relacionado con el COVID.
Fernando Martínez, un español no vacunado y bebedor habitual del Theodore Café, aplaudió la actitud desafiante de Coursol. "Es un gesto democrático no discriminar entre vacunados y no vacunados", dijo.