El médico sirio Humam Razok sintió alivio cuando llegó a Alemania hace nueve años tras huir de Damasco, donde había sido encarcelado dos veces por sus ideas políticas.
Pero la victoria del partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD, por sus siglas en alemán) en las elecciones celebradas el domingo en el estado de Turingia, en el este de Alemania, donde vive, y el racismo diario que, según él, sufre su esposa, le han convencido para abandonar el estado una vez que ella se gradúe.
Razok, de 39 años, teme que el racismo se agrave en Turingia aunque es poco probable que Alternativa para Alemania pueda formar gobierno porque otros partidos se niegan a trabajar con ella.
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"Es como tener un lunar enorme en la cara cuando vas por la calle: la gente te mira de forma extraña. Todavía nos ven como algo nuevo o desconocido para ellos", afirmó Razok.
Razok fue uno de los más de 10 inmigrantes con los que Reuters habló en Turingia. Todos compartieron experiencias de racismo y dijeron estar preocupados por el auge de la extrema derecha.
El partido nacionalista y antimigrante AfD obtuvo casi el 33% de los votos en Turingia y quedó en segundo lugar, con más del 30% de los votos, en la vecina Sajonia. Es el primer partido de extrema derecha que gana unas elecciones legislativas estatales en Alemania desde la Segunda Guerra Mundial.
Razok aprendió alemán rápidamente tras su llegada de Siria, y trabaja como anestesista en un hospital cerca de Erfurt, la capital del estado. Dice que los pacientes le respetan y que está satisfecho con el ambiente en el trabajo, pero que su mujer, que lleva un pañuelo en la cabeza, se enfrenta al racismo todos los días.
"Tengo mucho cuidado en la calle. Si hablo en árabe con mi mujer, trato de hablar más bajo o cambio al alemán si hay alguien cerca", dijo Razok.
Afirmó que no le sorprendió el éxito electoral de AfD, pero que sí le decepcionó, y que su ascenso había animado a algunos de sus compañeros de trabajo a manifestar abiertamente su apoyo al partido.
Otros inmigrantes que conoce en Turingia, donde los extranjeros representan el 7,6% de la población, también tienen miedo, afirma Razok.
"Solo una minoría (de ellos) quiere seguir viviendo aquí", dijo, añadiendo que él planea trasladarse a uno de los estados del oeste de Alemania una vez que su esposa se gradúe como farmacéutica.
En Turingia se necesitan urgentemente trabajadores cualificados, ya que más de tres de cada cuatro vacantes sanitarias no pudieron cubrirse con un candidato adecuado en un año, según datos recopilados por el instituto de análisis del mercado laboral IAB.
Si esta tendencia se mantiene, podría agravar la escasez de mano de obra en Turingia, donde se prevé que el número de personas empleadas se reduzca en torno a un 20% de aquí a 2040, el doble que la media nacional, según un estudio de la Fundación Bertelsmann.
TRAUMA MIGRATORIO
Casi la mitad de las personas que votaron en Turingia apoyaron a la AfD o a la Alianza Sahra Wagenknecht (BSW, por sus siglas en alemán), que también pidió políticas de asilo más estrictas y obtuvo el 15,8% de los votos.
El ministro de Finanzas de Alemania, Christian Lindner, culpó del resultado a la política migratoria del Gobierno federal, afirmando que los alemanes estaban hartos de que el Gobierno pudiera haber perdido el control de la inmigración y el asilo.
Un ataque mortal de un solicitante de asilo sirio en la ciudad de Solingen, en el oeste del país, una semana antes, había intensificado la preocupación de los votantes por la migración no regulada, dijo Hermann Binkert, director del Instituto Alemán de Nuevas Respuestas Sociales.
"Además, todavía hay un poco de ese trauma de 2015", dijo, refiriéndose al impacto de la decisión de la excanciller Angela Merkel en 2015 de permitir que más de un millón de solicitantes de asilo cruzaran la frontera con Alemania.
El ataque de Solingen llevó al Gobierno federal alemán a introducir medidas para endurecer las políticas de asilo y acelerar las deportaciones.
La llegada de refugiados que huyen de la guerra en Ucrania y el aumento de las solicitudes de asilo en 2023 también han avivado el debate público sobre la migración, afirmó Zeynep Yanaşmayan-Wegele, investigadora del Centro Alemán de Investigación sobre Integración y Migración (DeZIM).
Según Yanaşmayan-Wegele, los problemas sociales, como la falta de viviendas asequibles y la escasez de mano de obra, son a menudo simplificados por los políticos y atribuidos erróneamente a la migración, lo que hace muy difícil "despolitizar" el tema.
DELITOS DE ODIO
Los delitos de odio aumentaron casi un 50% en Alemania, hasta alcanzar los 17.007 casos en 2023, según los datos publicados por la Oficina Federal de Policía Criminal, que achacó el incremento en gran medida a un aumento de los delitos xenófobos que, según dijo, estaban relacionados en su mayoría con el extremismo de derechas.
Yara Mayassah, trabajadora social de integración en Erfurt, atribuye el ascenso de la AfD a lo que considera un enfoque equivocado de las políticas de integración alemanas.
"Es un problema de concienciación. Desde que llegamos a Alemania, todas las iniciativas se han centrado en educar y sensibilizar a los inmigrantes. Pero nunca se ha trabajado en sensibilizar a la comunidad de acogida", afirma Mayassah.
Ali Hwajeh, de 28 años, estudiante de psicología en Turingia, dijo que temía que el éxito de la AfD envalentonara a sus partidarios para agredir físicamente a los refugiados.
"Me quedaré por ahora y veré cómo evolucionan las cosas. Si la situación empeora —si hay agresiones, si la gente resulta herida— entonces mi decisión podría cambiar", dijo.
Con información de Reuters