El cineasta Darío Doria llevó anoche a Vicenta, su notable filme de animación acerca de la lucha de una mujer pobre y analfabeta por conseguir la interrupción legal del embarazo por violación de su hija, a la sala María Luisa Bemberg del cine porteño Gaumont, tras un largo recorrido virtual por plataformas y festivales.
Nuestra querida peli en el sentido virtual ya había sido estrenada, por lo que el estreno en el Gaumont es medio como una quijotada, un acto de romanticismo, de resistencia, incluso de negación a que después de tanto esfuerzo, tiempo y cariño puesto para contar la maravillosa historia de Vicenta y su hija, todo quede reducido al plano de la virtualidad, reflexionó Doria durante una entrevista con Télam.
Y agregó: En un cine, cuando se apagan las luces algo mágico y de ensoñación comienza a suceder. Por un buen rato, nos abstraemos del mundo, de la cosa diaria y nos disponemos a que nos cuenten una historia. El cine, creo yo, es bastante más que ver una peli en casa, en el cine hay un encuentro entre el público, la historia y sus personajes que difícilmente se da en otros ámbitos.
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En el mismo sentido y trazando un paralelismo con la sobrecogedora historia que narra el largometraje, el realizador apuntó: No es nada fácil estrenar una película en sala, por infinidad de razones cada vez es más y más difícil, pero si Vicenta luchó tanto, ¿cómo nosotros no íbamos a pelearla hasta llegar a un cine?.
El filme en cuestión, estrenado en la plataforma Cine.ar en diciembre de 2020, recurre a unas 120 figuras de plastilina y 34 maquetas para contar no solamente la pelea real de una mujer pobre y analfabeta por conseguir la interrupción legal del embarazo por violación de su hija, sino el perverso entramado burocrático desplegado para impedírselo.
Con dirección de arte e ilustraciones de Mariana Ardanaz y un guion que el realizador tejió junto a Florencia Gattari y Luis Camardella para que sea narrado por la cantante Liliana Herrero, la película fue laureada en el Dok Leipzig y mereció el premio de la crítica internacional de Fipresci, además de pasar por la Selección Oficial Fuera de Competencia del Festival de Mar del Plata de 2020.
Doria, también autor de los largometrajes "Grissinopoli", "Elsa y su ballet" y "Salud rural", señaló que su más reciente creación cuenta una historia real de 2006, la de una madre y sus dos hijas que se vieron obligadas a transitar por situaciones espantosas y kafkianas, pero por la gran lucha que estas mujeres dieron termina siendo una historia maravillosa y esperanzadora".
Sin eufemismos, la cinta animada retrata cómo "políticos de distintos rangos, miembros del sistema de salud pública e integrantes del poder judicial se encargaron de impedir el acceso a un aborto permitido por ley a una joven con discapacidad mental y abusada, obligándola así a abortar en la clandestinidad", repasó su realizador.
Télam: ¿Es "Vicenta" tu filme más rotundo dentro de una obra signada por lo social?
Darío Doria: Más allá de las formas, yo siento que "Vicenta", dialoga muy bien con "Grissinopoli", mi primer largo documental, porque son películas bastante parecidas en lo que intentan decir. A las dos les calza muy bien la frase del escritor uruguayo Mario Benedetti: "Quién lo diría, los débiles de veras, nunca se rinden". En "Vicenta" la injusticia que sufre esta familia es más brutal, pero en uno y otro documental los personajes arrancan desde muy abajo y transitan un camino lleno de obstáculos que concluye en un empoderamiento personal parecido. Son personas que teniéndolo todo en contra lucharon contra poderes e instituciones en pos de que sus derechos sean respetados. Y en ambos casos lograron triunfar y emocionar hasta las lágrimas.
T: ¿Cómo surge la decisión de hacer esta película utilizando muñecos de plastilina?
DD: Sabiendo que no quería hacer un documental en base a entrevistas, ni recreaciones con actores, inicié una búsqueda estética-narrativa que duró un par de años hasta que di con el trabajo de Mariana Ardanaz, artista plástica e ilustradora que trabaja con plastilina. Ella tenía publicado un trabajo, la historia de una niña que vivía encerrada en una pieza, y al verla sentí que esa niña era la hija de Vicenta y ese encierro era su discapacidad. La contacté, nos encontramos y pronto nos pusimos a trabajar con el objetivo de armar una prueba de pocos minutos. Construimos un par de maquetas y personajes de plastilina como si fuésemos a realizar una película de animación, pero en nuestro caso elegimos no animar a los personajes, no darles movimiento. El resultado de esa prueba fue muy bueno, incluso sorprendente para nosotros. Esos inmóviles personajes de plastilina lograban generarnos emociones y parecían soportar muy bien el peso dramático de la historia. A partir de ahí, el proceso fue parecido a la producción de cualquier otra película: investigar, escribir el guion, buscar productores, fondos económicos.
T: ¿Cómo fue el recorrido de "Vicenta" en estos tiempos pandémicos?
DD: Sacando la fría virtualidad de lado, el recorrido fue muy, pero muy bueno. Vicenta participó en varios festivales: en Alemania, Canadá, Israel, Brasil, Corea, Suecia. En resumen: dadas las circunstancias pandémicas que nos tocaron, no nos podemos quejar; muy al contrario, estamos muy contentos y agradecidos.
T: ¿Puede pensarse que este tipo de realización va a modificar la estética de tu cine?
DD: Sí, totalmente, Vicenta abrió una puerta hermosa. Probablemente fue la película que más disfruté de hacer. No recuerdo el momento exacto, pero un día mi gran amigo Luis Camardella, coguionista de Vicenta, dijo que para hacer esta película de la manera que la estábamos planeando hacer íbamos a tener que jugar como juegan los niños, con mucha seriedad. Y así lo hicimos. Cada historia tiene que encontrar su mejor forma de ser contada, su tratamiento. No sé aún qué historias me esperan, no sé si haré otro filme con personajes de plastilina, pero lo que sí sé es que ese espíritu lúdico tan lindo que exploramos va a estar en mis próximos proyectos.
T: Y en esa misma línea, ¿qué andás pensando o rodando ahora?
DD: Por suerte o por desgracia, me cuesta mucho iniciar un proyecto hasta no tener cerrado el anterior, así que en eso andamos, cerrando Vicenta y comenzando tímidamente a investigar nuevas historias, que con algo de suerte y mucho trabajo pueden llegar a convertirse en películas.
Con información de Télam