La inflación de la eurozona se dispara a máximos de 10 años

31 de agosto, 2021 | 07.44

La inflación de la zona euro alcanzó este mes su nivel más alto en 10 años y es probable que siga subiendo, lo que pone en entredicho la visión favorable del Banco Central Europeo sobre el crecimiento de los precios y su compromiso de no mirar más allá de lo que considera un incremento pasajero.

Los precios al consumo en los 19 países que comparten el euro subieron un 3% este mes, tras aumentar un 2,2% en julio, muy por encima de las expectativas del 2,7% y alejándose del objetivo del 2% del BCE.

La subida se debió a los costes de la energía, pero los precios de los alimentos también se dispararon, mientras que los precios de los bienes industriales también experimentaron un aumento excepcionalmente elevado, según Eurostat, la agencia de estadísticas de la UE.

Es probable que las cifras resulten incómodas para el BCE, ya que pese a las repetidas revisiones al alza de sus previsiones de inflación este año, los datos reales superan sus pronósticos, aunque el crecimiento de los precios no alcance su punto máximo hasta noviembre.

Se prevé que la inflación en Alemania, la mayor economía de la zona del euro y la más crítica con el BCE, se acerque al 5% en los próximos meses, por lo que es probable que el banco se vea sometido a una presión pública cada vez mayor para hacer frente a una inflación que está reavivando el recuerdo de los precios descontrolados de hace tiempo.

Factores puntuales

El BCE sostiene que una serie de factores puntuales relacionados con la reapertura de la economía tras la pandemia del COVID-19 explican el aumento de la inflación en gran parte, y que el crecimiento de los precios se moderará rápidamente a principios del próximo año.

De hecho, los responsables de la política monetaria sostienen que la inflación se estancará muy por debajo del objetivo del banco durante los próximos años, por lo que incluso reforzaron el mes pasado su compromiso de mantener una política monetaria excepcionalmente flexible para generar presiones sobre los precios.

En declaraciones a Reuters la semana pasada, el economista jefe del BCE, Philip Lane, argumentó que estas sorpresas en materia de inflación aún no ponían en tela de juicio su opinión sobre el carácter pasajero de las presiones sobre los precios, ya que el aumento de los salarios, un componente necesario de la inflación a largo plazo, seguía siendo débil.

Aunque los responsables de la política monetaria del BCE reconocen que subestimaron las presiones sobre los precios a corto plazo, siguen señalando la debilidad de los datos de la inflación subyacente como prueba de la necesidad de una política monetaria flexible.

Sin embargo, la inflación subyacente también se disparó en agosto, ya que la inflación que excluye los precios volátiles de los alimentos y los carburantes se aceleró hasta el 1,6% desde el 0,9%, mientras que un indicador aún más limitado, que también excluye el alcohol y el tabaco, aumentó desde el 0,7% hasta el 1,6%.

El BCE se reunirá de nuevo el 9 de septiembre y deberá decidir el ritmo de sus compras de bonos durante el próximo trimestre. Aunque es posible que se produzca algún ajuste, Lane afirmó que sería en los márgenes, ya que el BCE se ha comprometido a mantener "unas condiciones de financiación favorables".

Con información de Reuters