Mega endeudados: los jóvenes no pueden pagar los préstamos y la morosidad alcanza el 41%

Cuatro de cada diez jóvenes de 18 a 21 años no puede pagar el préstamo tomado en el último año. La cifra supera los picos registrados durante la pandemia de 2021, el final del gobierno de Mauricio Macri en 2019 y la crisis financiera internacional de 2008-2009.

23 de diciembre, 2025 | 17.12

El endeudamiento de los hogares volvió a ocupar desde hace dos años un lugar central en la economía cotidiana. Los últimos datos del Banco Central, procesados por el área de Investigación de Provincia Microcréditos, muestran que la morosidad de las familias alcanzó en octubre de 2025 el 7,8%. Se trata del nivel más alto de irregularidad en los últimos veinte años, con doce meses consecutivos de crecimiento y una velocidad que remite a momentos de crisis profundas. Pero lo más doloroso es que en los jóvenes de entre 18 y 21 años, que en muchos casos se endeudan para estudiar o ayudar a sus familias, la morosidad alcanza el 41 por ciento. 

En términos interanuales, la irregularidad más que se triplicó: pasó de 2,5% a 7,8%. La cifra supera los picos registrados durante la pandemia de 2021, el final del gobierno de Mauricio Macri en 2019 y la crisis financiera internacional de 2008-2009. En ninguno de esos episodios la mora de las familias había superado el 6%. La única referencia histórica por encima del nivel actual sigue siendo la crisis de 2001, cuando la irregularidad alcanzó el 25%.

"El deterioro del crédito se produce luego de un período de expansión durante 2024 y comienzos de 2025. A partir de mediados de este año, el cambio en las condiciones macroeconómicas modificó el escenario. El fin de las LEFIs, la volatilidad y suba de las tasas de interés, el aumento del costo de vida, la caída de los ingresos reales y la precarización del empleo impactaron de manera directa sobre la capacidad de pago de los hogares. El crédito, que había funcionado como un mecanismo para sostener consumo y gastos corrientes, comenzó a transformarse en una carga difícil de administrar", detalla un informe del ala de Microcréditos del Banco Provincia.

Al observar el interior del sistema financiero, el deterioro se concentra en algunos productos. Los préstamos personales registran una irregularidad del 9,9%, el valor más alto de los últimos veinte años. Las tarjetas de crédito alcanzan el 7,7%, con un impacto particular de las subas de tasas en los casos en los que los usuarios realizan únicamente el pago mínimo. El informe del BCRA correspondiente a octubre señala además que las previsiones del sistema financiero continúan por encima de la cartera irregular, con un nivel equivalente al 4,6% del crédito total al sector privado. El sistema mantiene cobertura, según el BCRA, pero la tendencia es clara.

El panorama se vuelve más complejo al incorporar a los proveedores no bancarios de crédito. El segmento fintech cerró 2025 con una irregularidad cercana al 18%, ocho puntos porcentuales más que al inicio del año. En términos comparativos, duplica ampliamente el promedio del sistema bancario tradicional. La expansión explica parte del fenómeno: 5,2 millones de personas tomaron crédito fintech durante el año, lo que representa el 27% del total de tomadores del sistema financiero. En conjunto, los proveedores no bancarios superaron los 11 millones de deudores.

Sólo queda pedir prestado

El problema no es solo el volumen de personas endeudadas, sino la calidad de esos endeudamientos y su sostenibilidad en un contexto de ingresos inestables. Entre los 18 y los 21 años, la cantidad de personas con crédito pasó de 287 mil a 620 mil en apenas un año. El crecimiento fue del 116%. Sin embargo, el 41% de ese universo se encuentra en situación de mora, catorce puntos porcentuales más que en 2024. Es decir, casi uno de cada dos jóvenes endeudados no logra cumplir con sus compromisos financieros.

A diferencia de otras etapas del sistema financiero, la inclusión financiera es actualmente casi universal. La apertura de cuentas bancarias o de pago ya no constituye una barrera, incluso para adolescentes. El acceso, sin embargo, no garantiza condiciones adecuadas. Muchos jóvenes ingresan al registro de deudores del BCRA antes de acceder a su primer empleo formal, lo que deja una marca temprana en su historial crediticio.

La mitad de los créditos tomados por jóvenes ronda los 145 mil pesos, menos de la mitad de un salario mínimo. Solo el 13% supera el millón de pesos. No se trata de grandes inversiones personales ni de proyectos de largo plazo. Son créditos de bajo monto, asociados a gastos corrientes. En ese punto aparece una hipótesis que, aunque no cuenta aún con evidencia sistematizada, comienza a circular entre los equipos técnicos: jóvenes que acceden a crédito para sostener ingresos del hogar cuando los adultos ya no tienen margen de endeudamiento, especulan los técnicos del BAPRO. Créditos pequeños utilizados para cubrir gastos familiares, como el pago de tarjetas de crédito o servicios. Una estrategia de supervivencia financiera que traslada el problema de una generación a otra.

El mercado de fintech también muestra una alta concentración. Dos concentran más del 70% del crédito otorgado a jóvenes de entre 18 y 21 años. Son estas entidades las que, en muchos casos, facilitan el primer acceso al financiamiento. Pero los niveles de mora indican que ese acceso no siempre se traduce en inclusión sostenible. El endeudamiento juvenil presenta además otros rasgos. Existe paridad de género en la cantidad de personas financiadas: 51,4% mujeres y 48,6% varones. Sin embargo, la mora femenina es dos puntos porcentuales superior.

También crece el multiendeudamiento. Entre octubre de 2024 y octubre de 2025, el porcentaje de jóvenes con crédito en una sola entidad cayó del 77% al 72%. Casi un 30% se financia con más de una entidad, aunque son pocos los casos con más de cuatro. El cuadro general muestra un sistema que continúa otorgando crédito en un contexto donde los ingresos no acompañan. La respuesta no parece estar en el cierre del financiamiento. Restringir el crédito profundizaría la contracción del consumo y agravaría la situación de los hogares. El problema se desplaza hacia la forma en que se diseña, se regula y se acompaña el endeudamiento.

"La deuda de las familias y de los jóvenes no funciona aquí como herramienta de desarrollo, sino como síntoma. Un síntoma de un modelo económico que utiliza al crédito para compensar ingresos insuficientes y que incorpora a los más jóvenes al sistema financiero no desde el trabajo, sino desde la mora. El problema no es solo financiero. Es social, generacional y estructural", advierte el informe del BAPRO,.