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El gran secuestro de Mr. Heineken enfatiza en que se trata de un grupo de amigos inexpertos en el delito que deciden abducir al magnate número 1 de Holanda. Es bien sabido que para contar una buena historia, ya sea basada en un caso real o un guión original, no es imperativo remitirse a los hechos originales. Los ejemplos sobran. Con lo cual la falla no está ahí, sino más bien en la construcción de los personajes. La excusa de no querer pertenecer al grupo de "los normales" con trabajos dentro de los márgenes de la ley, por algún motivo no convence. El riesgo de realizar semejante hecho delictivo parece demasiado grande para estos novatos del secuestro. La superficialidad de los protagonistas parece intentar ser diluida por algunas innecesarias escenas de acción y persecuciones que de no estar allí no cambiarían tanto.
Los rasgos más interesantes de la película se encuentran en el personaje de Heineken (Anthony Hopkins) y su relación con los secuestradores a quienes intenta manipular psicológicamente seduciéndolos con su poder y dinero. Pero una vez planteado ese conflicto de inmediato se salta al tercer acto que apresuradamente intenta concluir una historia que presenta más de lo que logra resolver. En sus 96 minutos de metraje, el film no logra seducir demasiado y parece más bien una de esas dramatizaciones que acompañan a los documentales televisivos para ilustrar este tipo de casos, pero con mayor presupuesto para las secuencias de acción.