Luiz Inácio Lula da Silva participó este sábado en una misa por su difunta esposa, en el sindicato de las afueras de Sao Paulo donde el expresidente brasileño nació como político y donde permanece desde hace dos días mientras negocia su entrega a la policía.
Lula, de 72 años, favorito a las elecciones de octubre, tiene orden de prisión desde el jueves, decretada por el juez Sergio Moro, para empezar a cumplir una pena de 12 años y un mes de cárcel por corrupción pasiva y lavado de dinero.
Lula se entregará después de la misa que se celebró en el Sindicato de Metalúrgicos de Sao Bernardo do Campo, en el cinturón industrial de Sao Paulo.
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"Hay conversaciones en la policía con los abogados del expresidente", dijo a la AFP el diputado Carlos Zarattini, del Partido de los Trabajadores (PT), que se halla junto a Lula.
Moro le había ofrecido la posibilidad de presentarse "voluntariamente" en Curitiba antes del viernes a las 17H00, pero el exsindicalista ignoró ese plazo y prefirió permanecer en su búnker sindical, rodeado por miles de personas que le expresan apoyo día y noche.
Así y todo, "no es un prófugo", explica el juzgado de Moro, dado que el plazo no era un ultimátum y que no buscó sustraerse a ninguna operación para detenerlo.