Se supone que quienes siguen las variables económicas aprenden con los años y van ganando en comprensión. O como mínimo, pueden establecer con seguridad algunas correlaciones, la economía es teoría, pero también praxis. Por ejemplo, hay una correlación que nunca falla. Las medidas pro mercado, que son las de ajuste del gasto estatal, son siempre recibidas con euforia por los mercados financieros. La lógica es bastante elemental, si un Estado endeudado gasta menos, tendrá más resto para cumplir con sus acreedores. A juzgar por la baja persistente del riesgo país de los últimos meses, que es la contracara de la subida de las cotizaciones de los bonos soberanos, la regla se está cumpliendo. El ajuste más grande de la historia, que hace estragos en la economía real, es una fiesta en los mercados financieros. Ya nadie habla del FMI, que también optó provisoriamente por hacer poco ruido, ni se recuerda que el próximo año hay vencimientos de deuda por casi 25 mil millones de dólares.
Pero la disociación no termina solo en la cotización de los bonos o en los silencios sobre los vencimientos futuros, el BCRA sigue sin juntar reservas. No obstante, los precios de los dólares paralelos no solo están estables, sino que retroceden. Quienes creen que no acumular reservas en una economía sin moneda es la antesala de una devaluación están en problemas para defender su tesis, en cambio, los libertarios más ramplones tocan el cielo con las manos, la euforia de los mercados sería la corroboración más clara de que el modelo funciona.
Y hay más. Ya está vigente el RIGI, el régimen especial para las grandes inversiones, pero las inversiones no aparecen ¿Creen o no creen los mercados en el modelo? Una respuesta posible es que la euforia financiera sea solamente un fenómeno local, que efectivamente se esté asistiendo a un veranito producto del excelente resultado provocado por una herramienta de un solo tiro, el blanqueo. Solamente los depósitos en dólares en los bancos por este origen aumentaron en los últimos meses 12 mil millones de dólares y una parte adicional fue a activos financieros. Estos dólares del blanqueo son los que explican la fiesta local, pero en paralelo no se producen, ni siquiera anuncian, nuevas grandes inversiones. Hasta Petronas, luego de las largas disputas geográficas, dio marcha atrás con el proyecto de licuefacción de gas. Sectores en los que había grandes expectativas, como el minero, no solo no crecen, sino que se contraen, y no solo por la caída del precio del carbonato de litio, sino en todos los rubros.
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La conclusión provisoria es que el veranito financiero es un fenómeno local. “El mundo”, en cambio, sigue en el lugar de espectador pasivo del experimento libertario. La generosidad del RIGI no parece aliciente suficiente, todavía falta certeza sobre la continuidad real del modelo, lo que pone algo nerviosos a los funcionarios de Economía. En este contexto la persistencia de los rumores en la city de un crédito “repo” por 3000 millones de dólares para fortalecer reservas, el que sería otorgado por un sindicato de bancos integrado por el Santander, Goldman Sachs y Morgan Stanley, tiene gusto a poco. El monto es irrelevante para el país, pero no para los bancos. La tasa de la que se habla no sería tan alta como la emergente del riego país, que hoy rondaría el 14 por ciento, sino que estaría en torno al 9 por ciento gracias a la garantía del oro emigrado y bonos. 3000 millones de dólares puede ser poco para las necesidades de la economía, pero no como negocio bancario, la especialidad del ministro Caputo.
Mientras tanto, en la economía real se observan las mismas señales contradictorias que en el mundo financiero. La recuperación salarial, más allá de las caídas interanuales que quedan como rezago del shock devaluatorio de partida, es un hecho a partir de marzo, especialmente para los trabajadores formales, aunque obviamente menos para el sector público. La fuerte y persistente caída del consumo se explica, además de por la poda inicial que es la que está por detrás de la disparada de la pobreza y la indigencia, por el aumento de la participación de otros rubros en el gasto de los hogares, como los servicios y el transporte. Dicho de otra manera, tras el recorte provocado entre diciembre y febrero, los salarios se recuperaron parcialmente, pero siguen por debajo de 2023 y además hay más gastos en rubros que antes se beneficiaban de los subsidios. El resultado general es la fuerte caída de la demanda agregada. Si se excluye al sector agropecuario, la caída de la economía sería este año de más del 7 por ciento, con el agro rondará el 5 por ciento si todo sale bien hasta diciembre.
El fallido profesor de microeconomía que ejerce la presidencia abomina del keynesianismo no solo por razones ideológicas, sino especialmente porque lo desconoce. Lo recordamos aquí solo porque la keynesiana es la escuela que proporciona las herramientas para salir de las grandes recesiones, es decir las herramientas que la economía local necesitará con cada vez mayor urgencia.