Alejandra Cuevas tenía 48 años y estaba desaparecida desde el 31 de enero pasado cuando salió de trabajar en un geriátrico de Las Heras, Mendoza. Su cuerpo fue encontrado por un vecino hace pocas horas en un baldío de la ciudad a pocas cuadras del Hospital Carrillo. Tras el hallazgo de los restos, la Justicia realizó pericias de laboratorio y un cotejo de ADN que confirmaron la identidad de la mujer. Pocos minutos después de el hallazgo, el fiscal Gustavo Pirrello ordenó la detención de Néstor Rabano, un hombre de 37 años que había sido señalado por una amiga de la víctima como el hombre con quién tenía una relación y con quien planeaba verse el día de la desaparición. Con la confirmación de la identidad, la causa fue caratulada como “homicidio agravado por el vínculo y por mediar violencia de género”, popularmente conocido como femicidio, por lo que el acusado enfrentaría una pena de prisión perpetua.
La desaparición de Alejandra Cuevas fue denunciada el 1 de febrero por su familia, quienes declararon que la mujer había cumplido con su trabajo en el geriátrico de la localidad de Las Heras y al salir le avisó a su hijo que iba a tomar algo con unas amigas pero después dejó de responder los mensajes y ya no supieron nada de ella. En paralelo, una amiga de Alejandra señaló a Néstor Rabano, el principal sospechoso, como quien tenía una relación al menos informal con la víctima. Con esos datos, empezaron a investigar al sospechoso y señalaron que tenía varios antecedentes policiales aunque en principio no pudieron ligarlo a la investigación. En paralelo al comienzo de la búsqueda de Alejandra y mientras en Las Heras reclamaban por celeridad en la investigación, el sospechoso se mudó a Malargüe donde fue detenido hace pocas horas.
Fuentes judiciales confirmaron a El Destape que “el hombre detenido fue señalado inmediatamente por las amigas de la mujer pero se tardó en recolectar datos, aunque hubo llamadas de vecinos y algunas alertas que deberían haberse investigado con mayor celeridad”. Esos datos tienen que ver con una denuncia de los vecinos del Barrio Obras Sanitarias de Las Heras, quienes horas después de la desaparición llamaron a la policía porque en el baldío detrás del hospital Carrillo había un incendio que podía ser de pastizales, pero duró pocos minutos y al lugar no concurrieron policías ni bomberos. Esa denuncia fue poco después de la desaparición, pero los investigadores creen que no se profundizó y por eso el cuerpo fue hallado varios días después por un vecino que pasaba por el lugar y vio los restos quemados. Entre esos restos también había pertenencias de la víctima que en un principio creían que podrían ser identificadas por la familia pero el trabajo de los peritos determinó que estaba el área completamente calcinada y tuvo que hacerse un cotejo con una muestra de sangre del hijo de la mujer desaparecida.
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Además, las mismas fuentes confirmaron que con el avance de la investigación descubrieron cámaras de seguridad de la zona mostraron a Alejandra caminando con el sospechoso a pocas cuadras de donde hallaron el cuerpo y prácticamente a la misma hora que el teléfono de Alejandra se desconectó por completo. También señalaron que hay otras imágenes que muestran que el hombre detenido estuvo en la zona el día siguiente a la desaparición. “Ese lugar está a unas 40 cuadras de la casa de la víctima y era un lugar que entendemos que transitaba cuando volvía de trabajar, por lo cual entendemos que el acusado tenía conocimiento de eso y atacó en una zona donde sabía que podía actuar con ese tipo de terreno y las malezas como cubierto”. Pese a esto, el sospechoso no fue detenido inmediatamente y creen que trató de escapar mudándose a más de 300 kilómetros del lugar.
Ahora, los investigadores esperan el resultado de varias pericias, entre las que ordenaron una necropsia, en busca de datos que permitan conocer la mecánica del crimen y si en todo caso el sospechoso pudo actuar solo. Además, buscan conocer qué tipo de acelerante se utilizó en la escena donde descartaron el cuerpo de Alejandra ya que tratan de determinar si el asesino planificó el crimen y llevó al lugar los elementos para encubrirlo o si en todo caso el hombre volvió después del crimen y quemó todo para ocultar huellas y pruebas. El femicidio de Alejandra fue el segundo en lo que va del año en Mendoza y también el segundo caso que tras el asesinato quemaron el cuerpo de la víctima. En ambos delitos volvió a surgir la polémica por las demoras en la búsqueda de pruebas y la desprotección de las víctimas y sus familias.