Cuando falta sólo un mes y medio para las PASO, la campaña en Santa Fe vive un momento de impasse. Al vértigo del cierre de listas le siguieron un par de semanas con algo de campaña sucia y pocos cruces entre candidatos. En este marco, y sólo con el peronismo jugando internas por la gobernación, ni siquiera se ve demasiada cartelería en las calles de las principales ciudades, en donde las fuerzas prefieren exhibir a los competidores locales. Entre ellos, se encuentran los delfines de los respectivos oficialismos -la socialista Verónica Irízar en Rosario y Albor “Niky” Cantard en Santa Fe- que tienen menor grado de conocimiento.
Cambiemos fue el primero que comenzó en Rosario con los séxtuples: tanto José Corral como Federico Angelini, quizás los aspirantes menos conocidos de los que arrancaron con chances, pegaron afiches durante enero y febrero, cuando aún se discutía el cierre de listas y no estaba saldada la interna. Los carteles quedaron en algunos lugares neurálgicos como postales extrañas, ya que no tienen cargo ni año, solo nombres, foto y el logo de la alianza.
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Finalmente el candidato del PRO (Angelini) perdió la pulseada y disputará para ser diputado nacional, por lo que la exposición le sigue sirviendo, y el radical será el que puje por la Casa Gris por decisión de Marcos Peña, que quiso evitar un conflicto con la UCR como el que está teniendo en Córdoba y otras provincias. Pero ni siquiera en la Jefatura de Gabinete le tienen mucha fe: "Está frío, difícil", respondió una fuente consultada sobre cómo leen en la Casa Rosada la posibilidad de que gane la Gobernación. Dura realidad para una fuerza que de la mano de Miguel Del Sel quedó dos veces a centímetros de la pole position, en 2011 y 2015. Tampoco ayuda que Corral tenga su imagen tan pegada a la de Macri, ya que forma parte del sector cada vez más pequeño del radicalismo que se mantiene obediente sin cuestionamientos.
Dos ciudades
En tanto, desde el entorno del expresidente de la UCR nacional dicen que en Rosario intentarán darle preeminencia a la figura de Anita Martínez, cuyo trabajo legislativo se desconoce pero siempre mide bien y es el crédito local. Por una cuestión casi de folklore histórica, y ciertos rencores chauvinistas, a los santafesinos siempre les cuesta más en la Cuna de la Bandera y viceversa: el votante cree que un gobernador oriundo de alguna de las dos ciudades (Santa Fe y Rosario) la privilegiaría por encima de la otra, por eso las fórmulas siempre son mixtas. En la ciudad capital todavía no comenzaron con la propaganda en la vía pública “por razones obvias”, indican sus asesores de campaña, ya que Corral es el intendente.
Consciente de que el contexto económico es un ancla para sus posibilidades de ganar, el santafesino abreva en los sectores que mejor la han pasado bajo la gestión macrista para asegurarse primero esa base electoral. Esta semana se lo pudo ver recorriendo el interior provincial, donde a Cambiemos le fue bien en 2015 y 2017, y manteniendo reuniones con referentes del campo junto al secretario de Agroindustria y ex presidente de la Sociedad Rural Luis Miguel Etchevehere. Todo un mensaje. Mientras tanto, empezó a caminar Rosario tímidamente esta semana, donde las últimas encuestas de febrero marcaron que aún tiene bajo grado de conocimiento aunque, por supuesto, la marca Cambiemos lo pone entre el pelotón de los primeros cuatro contendientes.
En la campaña definió como principal enemigo al Frente Progresista, sus antiguos socios. Al igual que los candidatos del peronismo (Omar Perotti y María Eugenia Bielsa), sus declaraciones hacen eje en la inseguridad y el narcotráfico como principal problema, el talón de Aquiles de los 12 años de las gestiones del oficialismo provincial. "El gobernador debe impedir que manden las mafias y los narcos", declaró hace días. Por supuesto, evita hablar de economía. Las encuestas, por el momento, lo ubican como tercera fuerza, lo que no extraña con candidatos tan instalados en el oficialismo y el PJ.
Pero el macrismo santafesino parece más interesado en por lo menos retener Santa Fe (tiene una dura parada contra el socialista Emilio Jatón y un peronismo en crecimiento) y pelear por sacar al socialismo de Rosario luego de 30 años de gobierno. “Si terminamos de arreglar el quilombito interno que tuvimos y el contexto nacional se acomoda un poco, tenemos serias chances de ganar Rosario”, afirmó un dirigente del sector de Angelini.
Mientras tanto Roy López Molina, que hace dos años parecía tener el camino allanado hacia la Intendencia, y parece haber aprendido de los dichos de Carlos MacAlliser, ahora cultiva el perfil bajo para detener la sangría de su imagen positiva de la mano del declive de la del presidente. Más de atrás lo sigue, en la interna, el siempre bélico Jorge Boasso, que puede ser un dolor de cabeza si comienza con el fuego amigo. Pero, como el resto de los candidatos, tampoco parece todavía dispuesto a cargar las armas. El 28 de abril está acá a la vuelta.
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*Nicolás Maggi es corresponsal de El Destape en Santa Fe.