Desde hace tres días en China no se registraron nuevos casos de coronavirus en el país. La República Popular China trazó una fuerte estrategia y, diferentes historiadores coincidieron en que hay trucos para derrotar la epidemia del COVID-19.
En primer lugar, según la agencia Sputnik, la experiencia en la movilización de la sociedad, la economía y la ciencia para combatir estas amenazas. Cuando se construyó el famoso hospital en Wuhan en febrero en solo una semana fue la aplicación de dicha experiencia.
En segundo lugar, las inversiones en ciencia. Desde finales de la década de 1980, China ha estado invirtiendo tremendamente en innovaciones, incluso médicas. La lucha contra el virus no es solo obtener la vacuna —que aún no está disponible—, sino también desarrollar y producir pruebas de virus.
Por otro lado, la confianza entre la población y las autoridades. Cuando la propagación del virus parecía ser incontrolable, la sociedad china amenazaba con explotar. Pero luego la gente vio que los funcionarios, médicos, militares e ingenieros prometían y cumplían con sus promesas, que daban fechas concretas y que las respetaban. También ayudó mucho el apoyo estatal. Por ejemplo, un aumento en el salario de los trabajadores de la sanidad.
Las autoridades ejercieron su poder. Sus comités de distrito obtuvieron una enorme autoridad, se convirtieron en centros de gestión de crisis y permitieron a Pekín seguir controlando el país. Las decisiones clave (introducir o debilitar la cuarentena en un territorio determinado) no fueron tomadas por las autoridades locales, sino por el partido.
Nuevas tecnologías. Un gran papel en la lucha contra la infección ha jugado la aplicación móvil Código de Salud. Cada chino fue obligado a instalarla y a usarla. Muestra tu estatus: si eres verde, todo está en orden; amarillo, hay que tener cuidado; rojo, estás en cuarentena.
La estrategia general para el aislamiento máximo de las zonas infectadas. Desde el principio, China no tuvo miedo de sacrificar parcialmente la movilidad de sus ciudadanos por un tiempo para frenar la enfermedad ya sea con aislamientos o, incluso, con cierre de ciudades