La Unión Europea ampliará su impuesto sobre las emisiones de dióxido de carbono —una tasa que grava las importaciones de productos con altas emisiones— para incluir las piezas de recambio de automóviles y las lavadoras, según el proyecto de propuestas de la Comisión Europea que se publicará el miércoles.
Las propuestas también pretenden reducir las lagunas jurídicas que, según la Comisión, podrían permitir a las empresas extranjeras eludir la tasa, que actualmente se encuentra en fase piloto y empezará a imponer costes a partir de enero.
El Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono (MAFC) de la UE, el primer arancel fronterizo de carbono del mundo, impondrá tasas a las emisiones de CO2 de productos importados como el acero, el aluminio, el cemento y los fertilizantes.
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La política está pensada para proteger a las industrias europeas de importaciones más baratas procedentes de países con normas climáticas menos estrictas. Pero ha irritado a socios comerciales como China, India y Sudáfrica, que afirman que penaliza injustamente sus economías.
LA UE INTENTA EVITAR LAS SOLUCIONES PROVISIONALES
A pesar de estas objeciones, los borradores de propuestas legislativas de la UE, a los que tuvo acceso Reuters el martes, muestran que el bloque reforzará la tasa fronteriza sobre el carbono: ampliándola para cubrir los productos derivados que utilizan una alta proporción de acero y aluminio, incluidos los productos de construcción, los componentes de la red eléctrica y la maquinaria.
Leon de Graaf, presidente en funciones de la "Coalición de Empresas por el MAFC", formada por empresas y grupos industriales, acogió con satisfacción los planes de la UE, que, en su opinión, se centran en "los productos con mayor riesgo de fuga de carbono", es decir, el riesgo de que los fabricantes se trasladen al extranjero para evitar las estrictas políticas climáticas europeas.
La UE también tiene previsto tomar medidas drásticas contra las empresas extranjeras que no declaren todas sus emisiones para eludir la tasa.
En ese caso, la UE podría imponer valores de emisiones "por defecto" a los productos de ese país, lo que daría lugar a una factura del MAFC más elevada, según fuentes familiarizadas con los planes, que aún podrían cambiar antes de su publicación.
Con ello se pretende dar respuesta a la preocupación de los responsables de la UE de que las empresas extranjeras —en particular las chinas— puedan ajustarse estratégicamente enviando productos con bajas emisiones de carbono a Europa, mientras siguen produciendo bienes con altas emisiones de carbono para otros mercados. Esto les permitiría eludir el gravamen de la UE sin que su producción global fuera más ecológica.
Un portavoz de la Comisión declinó hacer comentarios sobre el proyecto.
Aunque el MAFC cobrará a los importadores por las emisiones asociadas a sus importaciones a partir de 2026, las empresas tendrán hasta septiembre de 2027 para comprar y entregar certificados MAFC a la UE para cumplir.
Desde que Bruselas anunció su tasa fronteriza sobre el carbono en 2021, China, India y Brasil —aunque critican la política de la UE— han comenzado a desarrollar o ampliar sus propios sistemas de fijación de precios del carbono.
"Han cambiado de comportamiento. En mi opinión, ese ya es el éxito del MAFC", afirma Totis Kotsonis, socio del bufete de abogados Pinsent Masons que asesora en cuestiones comerciales.
Bruselas también planea utilizar el 25% de los ingresos de la tasa fronteriza para compensar a los fabricantes europeos por los mayores costes asociados a la tasa fronteriza del carbono. Esta ayuda solo se destinaría a las industrias que inviertan en fabricación con menos carbono.
Con información de Reuters
