Los jefes de las finanzas mundiales se reunirán en Washington esta semana en un contexto de intensa incertidumbre por las guerras en Oriente Próximo y Europa, el debilitamiento de la economía china y la preocupación de que unas elecciones presidenciales en EEUU de resultado imprevisible puedan desencadenar nuevas batallas comerciales y erosionar la cooperación multilateral.
Las reuniones anuales del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial congregarán a más de 10.000 representantes de ministerios de economía, bancos centrales y grupos de la sociedad civil, que debatirán sobre los esfuerzos para impulsar el crecimiento mundial, hacer frente a las dificultades de la deuda y financiar la transición energética.
Sin embargo, el asunto más importante por mucho que se evite mencionarlo será la posible victoria del candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, en las elecciones del 5 de noviembre. Se teme que este resultado daría un vuelco al sistema económico internacional mediante la imposición de nuevos aranceles y un endeudamiento masivo por parte de EEUU, así como un alejamiento de la cooperación climática.
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"Podría decirse que el asunto más importante para la economía mundial —el resultado de las elecciones estadounidenses— no está en la agenda oficial de esta semana, pero todos estamos pensando en él", dijo Josh Lipsky, exasesor del FMI que ahora dirige el Centro de Geoeconomía del Atlantic Council.
Las elecciones "tienen enormes implicaciones en la política comercial, en el futuro del dólar, en quién será el próximo presidente de la Reserva Federal, y todo ello afecta a todos los países del mundo", añadió.
Se espera que la candidata presidencial demócrata a la vicepresidencia de EEUU, Kamala Harris, continúe con la cooperación multilateral que la administración de Biden retomó en cuestiones climáticas, fiscales y de alivio de la deuda si gana las elecciones del mes que viene.
Las reuniones, que comienzan el lunes y se intensificarán según avance la semana, serán probablemente las últimas de la secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, que encabezó gran parte de los esfuerzos multilaterales del Gobierno de Biden en materia económica y climática. Yellen ha dicho que "probablemente terminará" con su labor al servicio público cuando acabe el mandato del presidente Joe Biden en enero.
No obstante, se espera que el creciente sentimiento comercial antichino y los planes de política industrial de los países ricos, salpicados por los fuertes aumentos arancelarios de la administración Biden sobre los vehículos eléctricos, los semiconductores y los productos solares chinos, sean un tema clave de debate en las reuniones.
UN CRECIMIENTO MEDIOCRE
El FMI actualizará el martes sus previsiones de crecimiento mundial. La semana pasada, la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, señaló unas perspectivas poco halagüeñas argumentando que el mundo, lastrado por un elevado endeudamiento, se encaminaba hacia un crecimiento lento a medio plazo, y dijo que auguraba a un "futuro difícil".
Aun así, Georgieva dijo que "no era excesivamente pesimista" sobre las perspectivas, dados los focos de resiliencia, ubicados sobre todo en Estados Unidos e India, que están compensando la persistente debilidad de China y Europa.
Aunque los impagos de deuda entre los países pobres pueden haber tocado techo, se espera que los participantes en las reuniones anuales debatan el creciente problema de la escasez de liquidez que está obligando a algunos mercados emergentes lastrados por costes elevados de servicio de la deuda a retrasar las inversiones para el desarrollo a medida que se reduce la ayuda exterior.
Las reuniones anuales del FMI y del Banco Mundial del año pasado se iniciaron en Marruecos mientras el grupo miliciano palestino Hamás atacaba Israel y mataba a más de 1.200 personas, lo que desencadenó unas represalias con un balance de más de 40.000 muertos en Gaza, según las autoridades sanitarias palestinas.
Los daños económicos se han limitado en gran medida a las economías situadas en el conflicto o adyacentes a él: Gaza, Cisjordania, Israel, Líbano, Egipto y Jordania.
"Si se produjera una escalada que pusiera en peligro el suministro de petróleo y gas, podría tener repercusiones mucho más importantes para la economía mundial", dijo Georgieva a Reuters en una entrevista.
El apoyo a Ucrania también será un tema importante en las reuniones, ya que las democracias ricas del G7 pretenden alcanzar un acuerdo político antes de que termine octubre sobre la emisión de un préstamo de 50.000 millones de dólares para el país de Europa del Este avalado con activos soberanos rusos congelados. El préstamo en parte se ve como un baluarte financiero contra una victoria de Trump el próximo mes, ya que el expresidente de Estados Unidos ha amenazado con "salir de Ucrania".
A pesar del clima de inquietud, los dirigentes del Banco Mundial y del FMI tienen la intención de pasar la semana concentrados en el trabajo que tienen entre manos en las reuniones, que coinciden con el 80.º aniversario de la fundación de las instituciones en Bretton Woods, Nuevo Hampshire, en 1944.
Para el presidente del Banco Mundial, Ajay Banga, eso significa encontrar formas de acelerar los preparativos de los proyectos para utilizar la capacidad de préstamo ampliada del banco y perfeccionar el nuevo sistema de puntuación destinado a mejorar los resultados del desarrollo.
"El mundo es el mundo ahora mismo. Y en lugar de utilizar las reuniones para repasar lo que ya parecemos saber —que es admirar el problema— me gustaría aprovechar las reuniones anuales para hacer algo sobre lo que podemos hacer como instituciones", dijo Banga a la prensa la semana pasada.
Con información de Reuters